De renovadores a conservadores
* Por Julián Cañas. Kirchner impulsó las internas abiertas obligatorias como una forma de transparentar la política.
El kirchnerismo ha demostrado gran habilidad y pragmatismo para modificar el escenario de acuerdo a su conveniencia política. En julio de 2009, luego de la derrota electoral en los comicios legislativos, el entonces ex presidente Néstor Kirchner impulsó una reforma electoral que incluyó las elecciones internas, simultáneas, abiertas y obligatorias. Con esta modificación, el ex presidente intentó acotar los movimientos de los opositores peronistas.
Convencido de que le sería difícil evitar que dirigentes de su partido se presentaran como otra opción por fuera de las estructuras del PJ, Kirchner intentó obligar a los disidentes a enfrentarlo en la interna partidaria. El argumento más fuerte de los K para aprobar la reforma en el Congreso Nacional –aun con la mayoría automática de la que gozaron hasta diciembre de 2009– fue “transparentar” el escenario político nacional. De paso, el kirchnerismo se paró en la vereda de los renovadores de la política. Pero, como ahora en la Casa Rosada vislumbran que para tener mayores chances de ganar en primera vuelta la presidenta Cristina Fernández necesitará del apoyo de otras fuerzas políticas, sacan a relucir las “listas colectoras”. Esta estrategia va en sentido contrario a transparentar la política. Además, tiene un claro sesgo conservador, al beneficiar a los partidos tradicionales.
En Córdoba, quedó demostrado que las “colectoras” o “sumatorias” fueron un gran elemento de confusión para el votante y luego una enorme dificultad en el escrutinio final. Pero en el manual de pragmatismo de los K, sólo cuenta aprovechar todos los vericuetos legales para fortalecer la chance de seguir en el poder. Ni siquiera tienen en cuenta que las colectoras podrían perjudicar al gobernador Daniel Scioli, un dirigente que ha dado sobradas muestras de fidelidad al proyecto oficial.
Convencido de que le sería difícil evitar que dirigentes de su partido se presentaran como otra opción por fuera de las estructuras del PJ, Kirchner intentó obligar a los disidentes a enfrentarlo en la interna partidaria. El argumento más fuerte de los K para aprobar la reforma en el Congreso Nacional –aun con la mayoría automática de la que gozaron hasta diciembre de 2009– fue “transparentar” el escenario político nacional. De paso, el kirchnerismo se paró en la vereda de los renovadores de la política. Pero, como ahora en la Casa Rosada vislumbran que para tener mayores chances de ganar en primera vuelta la presidenta Cristina Fernández necesitará del apoyo de otras fuerzas políticas, sacan a relucir las “listas colectoras”. Esta estrategia va en sentido contrario a transparentar la política. Además, tiene un claro sesgo conservador, al beneficiar a los partidos tradicionales.
En Córdoba, quedó demostrado que las “colectoras” o “sumatorias” fueron un gran elemento de confusión para el votante y luego una enorme dificultad en el escrutinio final. Pero en el manual de pragmatismo de los K, sólo cuenta aprovechar todos los vericuetos legales para fortalecer la chance de seguir en el poder. Ni siquiera tienen en cuenta que las colectoras podrían perjudicar al gobernador Daniel Scioli, un dirigente que ha dado sobradas muestras de fidelidad al proyecto oficial.