De la intolerancia y el disparate
*Por Pepe Osvaldo. En tiempos de campaña, la Presidente se muestra con una oratoria prudente y un estilo conciliador , iniciados desde la muerte de Néstor Kirchner. Sea estrategia electoral o sincero cambio de actitud, bienvenido todo aquello que serene los ánimos políticos.
Sin embargo, el contraste es claramente intenso con la actitud más combativa de las organizaciones del kirchnerismo duro, que no abandonan el estilo beligerante nutrido en la intolerancia y la cultura del apriete.
La lectora Daniela Robledo, por ejemplo, en una Carta al País denuncia hoy sentirse "perseguida y agraviada": nos cuenta su fastidio ante la cadena de e-mails que recibió "agraviándome y señalándome con nombre y apellido, al igual que muchos lectores que defendimos la libertad de opinión" . Ella fue una de las tantas que hizo llegar su solidaridad al diario por el bloqueo del 27 de marzo con una carta publicada el martes 29.
Clarín verificó que no se trató de un caso aislado.
Es difícil extirpar de una sociedad el virus de la intolerancia luego de haberlo alimentado en forma sistemática por años. Umberto Eco dice que la intolerancia "se funda en reacciones emotivas: no soportamos a los que son diferentes de nosotros" . Y enseña que su opuesto, la tolerancia, "es un problema de educación permanente de los adultos" . ( "Cinco escritos morales" , editorial Lumen, 1998).
El oficialismo en todas sus formas debería hoy alinearse con el último estilo presidencial y cesar en sus intentos por desmentirlo. No es fácil: el kirchnerismo se siente heredero exclusivo, por citar un caso, de las luchas sociales colectivas y no acepta ninguna mirada diferente . A veces esa intolerancia lo lleva al borde del disparate : Hebe de Bonafini, antiguo símbolo contra la dictadura, hoy operadora política , acaba de decirnos que la memoria de los desaparecidos vive hoy "en Amado Boudou y en Felisa Miceli" . Ni al opositor más insolente y provocador se le hubiese ocurrido.