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De Batman a Anonymous

Por Ricardo Trotti. Desconfío de los que se esconden detrás de una máscara para hacer el bien, administrar justicia o alcanzar sus fines sin importar los medios que utilizan. No creo ni en las reivindicaciones de encapuchados de la ETA, ni en los propósitos de los hackers de Anonymous, que se esconden detrás de la careta de Guy Fawkes del film "V por Venganza''.

A primera vista, las causas de los agitadores pueden parecer nobles y fascinan, porque todos guardamos esa simpatía por el espíritu justiciero y equitativo de los superhéroes como el enmascarado Zorro o de quien se esconde detrás del antifaz de Batman, para que los corruptos no queden en la impunidad. De ahí la esperanzadora bienvenida brindada a grupos como los "Matazetas'' en México, que prometen aniquilar con las mismas armas a los sanguinarios narcos del cártel de Los Zetas; o a Anonymous, piratas cibernéticos dedicados a una limpieza digital, contra gobiernos y corporaciones que consideran corruptas.

El riesgo es que a favor de la justicia anónima y por manos propias, en América latina ya hemos sido testigos de muchos casos que desembocaron en mayores injusticias. Basta recordar a grupos paramilitares y parapoliciales de Argentina, Brasil, Colombia, Guatemala y El Salvador, que con la venia e instigación de los propios Estados, se transformaron en escuadrones de la muerte, confundiendo justicia con limpieza social.

Anonymous cobró la primera víctima de su limpieza digital. Su "Operación Justicia El Salvador'' quizás fue lo que precipitó la renuncia del ministro de Seguridad salvadoreño, Manuel Melgar. Días antes, los hackers atacaron y saturaron con éxito cuatro sitios de internet oficiales del gobierno salvadoreño, en protesta por la "ola de violencia que agobia al pueblo'' ante "la gran ineficiencia'' de los funcionarios a cargo de la seguridad pública, lo cual ha convertido a ese país en uno de los más peligrosos del mundo, según Naciones Unidas.

El 5 de noviembre, día del ataque al gobierno de El Salvador, Anonymous también tenía previsto una acción mucho más peligrosa. Había dado un ultimátum al cártel de Los Zetas para que libere a uno de sus hackers secuestrado en Veracruz. A cambio, no delataría a funcionarios, periodistas y empresarios que supuestamente trabajan o colaboran con los narcos.

La expectativa de "justicia pública'' o de que se haría justicia al fin, creció con optimismo por unos días, en especial entre quienes critican al ineficiente gobierno de Felipe Calderón. Pero de repente, Anonymous abandonó su campaña horas antes del ultimátum. Algunos miembros argumentaron en las redes sociales que su compañero había sido liberado, pero la mayoría admitió que temían represalias de Los Zetas, que amenazó con matar al que oliera a activista cibernético o que usara una careta de Fawkes.

El miedo no es tonto. Los hackers se sienten vulnerables. Saben que no son los únicos diestros en el manejo de software maligno y que no es lo mismo saquear un sitio oficial de internet y exponerse a ser arrestado por la policía, el FBI o Scotland Yard, que quedar en manos de los narcos, expertos también en ciberdelitos y ciberespionaje. Ahora otro activista de "Nuevo Laredo en Vivo'', sitio dedicado a denunciar actividades de los narcos, fue decapitado, la cuarta víctima en dos meses. Otra periodista de esa ciudad y dos jovencitos que denunciaron delitos de los cárteles por Twitter y Facebook, también fueron asesinados.

Además del peligro físico, acciones como la de Anonymus siempre terminan en mayores males. Muchos, aprovechándose del anonimato y de la máscara, suelen usar el nombre y las acciones del grupo para difamar a honestos y cometer otros crímenes. Por eso, sería mejor que se olvide de su cruzada al estilo Batman, se saque la careta, y luche a cara descubierta como Bruce Wayne, el héroe de carne y hueso.