DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Datos preocupantes del vecino

La devaluación del real y el crecimiento inflacionario en Brasil no pueden dejar de preocupar e influir sobre la economía de nuestro país, en un contexto internacional crecientemente complejo.

Brasil se ha incorporado de modo decidido a la guerra de divisas, preocupado su Banco Central (BCB) por la pérdida de competitividad que supone la valorización del real frente al dólar estadounidense, aún principal patrón de medida de la capacidad de concurrencia en los mercados mundiales de comercio y moneda.

El martes último, la cotización había descendido a 1,7755 real por dólar. Dos meses atrás, era de 1,53. La devaluación se intensificó inmediatamente después del 12 de agosto último, cuando el BCB dispuso el descenso de la tasa de interés al 12 por ciento, jugada no exenta de riesgo en un contexto de crecimiento de la inflación, que en el último año llegó al 7,23 por ciento, cuando la meta para 2011 se había fijado en 6,5 por ciento.

Estos ajustes no pueden sorprender. A comienzos de julio, Guido Mantenga, ministro de Hacienda, había declarado que "la guerra global de divisas está lejos de llegar a su fin" y anunciaba la toma de medidas para detener la creciente cotización del real frente al dólar estadounidense. En gran medida, son respuestas a la política económica estadounidense, que emite en cantidad, como método presuntamente no traumático para devaluar su divisa sin producir efectos nocivos inmediatos sobre su mercado interno.

Desde luego, aunque el gobierno de Cristina Fernández afirma haber blindado la economía argentina frente a la espasmódica economía global, es indiscutible que, por ser Brasil nuestro principal socio comercial, cuanto haga o deje de hacer en materia de paridades y control inflacionario no puede dejar de repercutir aquí.

A pesar de las funestas experiencias de los cierres de mercados durante la crisis provocada por el crac financiero de Wall Street en 1929, las naciones vuelven a abrazarse al proteccionismo con esta incipiente guerra de divisas y medidas unilaterales como el dumping y las barreras arancelarias, que violan las regulaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

De hecho, el ministro de Industria, Fernando Pimentel, anunció que Brasil propondrá ante la OMC la implementación de barreras a las importaciones, para compensar la creciente penetración de productos extranjeros, fuertemente estimulada por la devaluación del dólar.

Pasando del dicho al hecho, comenzará por aplicar un gravamen del 30 por ciento a los vehículos importados desde fuera del Mercosur y a los procedentes de este bloque comercial que no cumplan una serie de requisitos. La medida tendrá vigencia hasta el 31 de diciembre de 2012.

Como el intercambio argentino-brasileño en el sector automotor siempre estuvo perturbado por dificultades recurrentes, la salvaguarda sobre eventuales incumplimientos abre un amplio margen para interpretaciones controvertidas, que pueden provocar medidas retorsivas, como sucedió en forma reiterada aun en una economía global no tan conflictuada como la actual.