Damián Stefanini y sus relaciones peligrosas con los socios de Leonardo Fariña - ¡Peor imposible!
Era lo que no imaginábamos, pero sabiendo que Stefanini y Leo Fariña frecuentaban los mismos personajes, el panorama del empresario desaparecido ya empieza a tomar forma. Y no para bien.
Suponer que Stefanini y Leonardo Fariña frecuentaron al menos a los dos mismos personajes con procesos judiciales por estafas, era ya fantasía tipo Hollywood.
Vamos por partes. Podés releer en nuestros informes sobre Fariña -abundantes todos en información jamás desmentida-, las andanzas de un personaje llamado Miguel Ángel Lamparelli (M.A.L). Un dato: Lamparelli fue quien se quedó con la Ferrari del ex marido de Jelinek.
Leo nos contó una historia que pudimos corroborar. Aunque M.A.L casi no se movía de su zona de influencia (Puerto Madero), una tarde fue a encontrarse con una dama de porte voluptuoso en la zona Norte del Gran Buenos Aires. Estacionó en una estación de servicio, dejó el bólido rojo cargando nafta y fue al baño. Un posible motochorro lo siguió e ingresó tras él. De pronto un ruido sordo, Lamparelli que salió apurado, pagó la cuenta y subió pronto y se fue.
Del baño salía una línea de sangre, el motochorro había sido madrugado y su matador huido a tiempo (bah, no sabemos si hubo muerte o herida casi fatal). O sea, el amigo de Fariña era rápido y furioso, no un bebé de pecho.
Se le atribuían actitudes patoteriles en su zona de influencia de Puerto Madero. Y algunas estafas complejas que involucraban falsificación de certificados de industria que después se cobraban por varios millones, y una conexión en esa trama con el Banco Columbia.
Hace exactamente un año, el juez Norberto Oyarbide procesó a Lamparelli por estafas reiteradas, mandó detenerlo al edificio El Faro pero el hombre escapó a tiempo (o compró su fuga con muchos euros y otras monedas). Oyarbide se llevó a la mujer e hijo de M:AL. (que supuestamente no eran ajenos a los movimientos del jefe de familia). Cuando el abogado de Lamparelli fue a pedir la excarcelación de su defendido, Oyarbide no se la concedió y le intimó a que se presentara de inmediato, caso contrario su mujer sería alojada en el pabellón más difícil del Penal de Ezeiza (la zona de mujeres también tiene sus densidades escabrosas).
Finalmente el prófugo se presentó, estuvo unos meses detenido y recuperó la libertad aunque el proceso continúa su marcha.
Ya Fariña tenía sus propios problemas y el vínculo con Lamparelli se enfrió definitivamente.
Los bienes del hombre estaban inhibidos, entre ellos una embarcación de lujo amarrada en un astillero de la zona Norte.
Damián Stefanini tenía todas las llaves y conocimiento de ese yate, que si bien no puede aún soltar amarras pues sigue interdicto por la Justicia, visitarlo no le fue imposible... aunque debería haberle sido restringido el ingreso.
En la fiscalía que investiga la desaparición del empresario se sabe que Stefanini ofrecía el yate en venta y tomaba señas a muchos presuntos compradores. Obvio, ni era suyo ni podía ofrecerlo mientras permaneciera embargado.
¿Cuánto dinero recaudó con esa maniobra ilegal? Imposible saberlo, pero se especuló que demasiados dólares.
Quién hace estas maniobras es lógico que no tenga demasiados prejuicios para hacer otras parecidas. Pasado un tiempo prudencial, quienes dejaron las señas para adquirir un yate invendible comenzaron a reclamar lo suyo e inquietarse sabiendo que habían caído en una trampa que les costó mucho dinero.
No podemos atribuirle responsabilidad a Lamparelli en esta maniobra, pero la data de cómo presentar la embarcación no salió del juzgado de Oyarbide.
Stefanini y Leonardo Fariña unidos por personajes del mundo de las estafas ya son demasiadas coincidencias.
En la próxima entrega te contaremos el otro amigo de Fariña (también con antecedentes judiciales) que también se veía seguido con Stefanini.
Hay muchas sorpresas para seguir revelando.