Cumbre en Olivos para rescatar a Filmus
Por Carlos M. Reymundo Roberts* Lo de Fito Páez nos cayó como un mazazo. Un verdadero tsunami. Sí, enterarnos de que Macri le estaba proponiendo que fuera su jefe de campaña para el ballottage fue un golpe durísimo. Me pregunté: ¿será posible que venga una desgracia detrás de otra?
Desde el domingo, todas son pálidas: Macri nos ganó 19 a 0, el caso del ADN de los chicos Noble, los operarios de las Madres que le reclaman a Hebe que les pague los sueldos, lo de Fito (y pensar que le dimos una millonada para que cantara en el Bicentenario). Y ahora empezó la Rural, con todos esos garcas tirándonos mala onda.
¿Qué pasa, están cambiando los vientos? No, compañeros, no se asusten: la señora reaccionó muy bien y está poniendo las cosas en su lugar . Cuando todos desesperábamos, convocó a una reunión en Olivos. Estuvieron Zannini, Boudou, Aníbal Fernández, Cabandié y Horacio González. ¡Y yo, aunque no lo puedan creer! La señora había leído mi columna del lunes, en la que expuse mi teoría de que, si se miraba bien, lo de Filmus había sido un gran triunfo, y le había gustado. "EL siempre decía que la realidad no es un bloque de granito, inmodificable, sino una madera que puede ser tallada", me contó apenas llegué. Le contesté que esa frase denotaba una gran sabiduría, y que el Indec supo llevarla muy bien a la práctica.
Me llamó la atención que no estuviera Filmus, pero dijeron que él era parte del problema y no de la solución.
Pese a que era la hora de la comida, no nos sirvieron nada. Ni siquiera el Cerdo para Todos. "Señores -ordenó Cristina-: tenemos menos de tres semanas de campaña, y hoy, aquí, menos de una hora, porque no puedo dormirme sin ver a Tinelli. Los escucho."
Me gusta ese estilo de mando directo, frontal, alejado de todo rasgo de fingida simpatía. Ella no es friendly ni pretende serlo. Ella ejecuta. (Quizá no elegí el verbo más adecuado.)
El primero en hablar fue Zannini, cortando en seco a Boudou, que había querido madrugarlo. "Señora, tenemos que entregarles la campaña a los de La Cámpora. Ellos no están contaminados como nosotros, que tenemos décadas de escritorio. Ellos están entre la gente, conocen la ciudad, están en las universidades, en los bares, en los foros de Internet [aclaró que no se refería a los blogueros a sueldo]. ¡Que ellos manejen todo!"
No sé si Zannini marcó el rumbo (habló como 10 minutos), pero me dio la impresión de que todos decían no lo que pensaban, sino lo que la señora quería oír. Siguió Boudou, que en la intimidad es parecido al que se ve en público: siempre se ríe, no se sabe bien de qué.
"En mi opinión -dijo, y le hablaba sólo a ella-, la única forma de revertir esto es volcar mucha plata en la campaña. Mucha: cientos de millones. Todavía hay fondos en la Anses, en los bancos oficiales, hay reservas en el Central. El dinero compra todo [frase de cuño autobiográfico, sospecho]. Si Macri gastó mucho, nosotros gastemos el doble. Cada punto de una encuesta nos sale 10 millones. No hablo de comprar a los encuestadores. Ya lo hicimos y no funcionó. Digo que hay que invertir: por cada 10 palos que ponés, subís un punto. ¿Me entendés? [seguía dirigiéndose a la señora, y se quedó callado, como esperando una respuesta]."
-El próximo -dijo ella, cortante, y miró a Cabandié, que parecía asustado. Cristina lo ayudó: lo hizo intervenir en tercer lugar, y se la veía más atenta que cuando hablaron Zannini y Boudou.
-En su momento yo propuse construir una estatua a Maradona. Es cierto que no prosperó porque un periodista de un medio oligarca me tomó el pelo, pero la idea era buena. Ahora propongo que hagamos a toda velocidad una estatua a Filmus. Que la gente no lo vea como un candidato, sino como un prócer. Hay que cambiarle la imagen: siempre está como pidiendo perdón. Convirtámoslo en un prohombre. Un monumento vale más que mil palabras. ¿Dónde ubicarlo? En la Plaza de Mayo. ¿No es genial?
Le contestó Aníbal Fernández, que hacía rato que quería hablar. "Yo no llevaría al mármol a un tipo frío como Filmus. Pregunto: ¿quién tiene los votos en este país? Usted, señora. ¿Quién necesita votos? Filmus. Entonces, lo pegaría a usted. Los mostraría juntos todo el día. En la Casa Rosada, inaugurando obras, compartiendo el micrófono [Cristina lo miró mal cuando dijo esto]. ¡O lo salva usted o no lo salva nadie!
-Si me permiten -se interpuso Horacio González, filósofo de la vida-, deberíamos escudriñar en los pliegues íntimos del alma porteña; deberíamos conjeturar sobre las hipótesis de la sinrazón política y estructural, y no buscar simbiosis y alquimias del voto pendenciero que muestra insatisfacción y dualidad burguesa.
Se produjo un extraño silencio. O acababa de decir algo muy profundo, o no habíamos entendido nada.
Por fin, hablé yo, aunque no pude decir mucho. "Si a Macri le fue tan bien, ¿por qué en vez de matarlo no salimos a imitarlo un poco?" Se me estaban por tirar todos encima cuando intervino la señora, no para salvarme sino porque quería dar por terminada la reunión. Nos despidió con unas pocas palabras.
-Ustedes hablaron y hablaron, pero a nadie se le ocurrió preguntarme qué opino yo. ¿Quieren saberlo? Tráiganme una encuesta seria. Buenas noches.
La pucha, ¿habrá segunda vuelta?