Cumbre de París: ¿un Versalles del siglo XXI?
Por Marcelo Cantelmi* La conferencia internacional sobre el futuro de Libia, realizada en la capital francesa, le pone un marco a las rebeliones en el mundo árabe buscando orientar su curso.
La historia siempre tiende a regresar en sus dos formas conocidas de comedia o de drama. La cumbre del jueves de las potencias junto a 70 países y organizaciones para sumarse al triunfo de la revolución en Libia no escapó a esa trampa. El encuentro multinacional de Paris fue, más bien, un remedo con formas de extracto de la conferencia de Versalles que a comienzos del siglo XX repartió Europa y el mundo árabe entre los ganadores de la Primera Guerra Mundial.
Casi todos los reconocimientos que fue obteniendo la dirigencia rebelde representada en el Comité Nacional de Transición nacido hace un semestre en Bengazi, obedecieron a la urgencia de cooptar el liderazgo de la primera rebelión armada de la región y defender los intereses que hace tiempo estas potencias tenían en este rico país petrolero con dictador de bolsillo propio .
El caso paradigmático fue Rusia, que aceptó la legitimidad del gobierno rebelde casi sobre la hora de la conferencia para intentar recuperar de ese modo un contrato de venta de armas por 2.100 millones de dólares que firmó Moscú con el depuesto Muammar Kadafi antes de que este tinglado se desplomara. Razón también, ese convenio, del rechazo oportunista ruso a la acción militar en el país africano.
China fue la que rescató abiertamente la memoria de Versalles en una nota del Diario del Pueblo en la que reclamó a las potencias que eviten ese mal ejemplo aprovechándose de las circunstancias de esta victoria. Beijing, que como Alemania no acompañó los fuegos espartanos de Francia y Gran Bretaña, hace tiempo que tiene en Libia cerca de 40.000 trabajadores en 50 proyectos por unos 20 mil millones de dólares. Es lo mismo que preocupa tanto a Brasil que su canciller Antonio Patriota decidió no participar del encuentro y enviar al embajador en El Cairo.
Hay más en este cotolengo de lo que surge en una primera mirada. Desde poco después del inicio de la revolución la semiestatal italiana ENI que opera 60% de la producción petrolera de Libia, abandonó sus acuerdos privilegiados con Kadafi y negocio rápidamente y con notable clarividencia con la nueva dirigencia . Ahora que Francia y Gran Bretaña aparecen en la primera fila y alardean de la victoria militar buscando desplazar a un nivel anecdótico el levantamiento popular que derrocó al régimen, Roma teme que Paris le juegue sucio, iniciando una guerra fría para evitar que Italia recupere los espacios que tenía con la dictadura, según la explícita visión del diario La Stampa .
La revolución en Libia nació de la furia popular por la falta de libertades y la opresión social y económica de un régimen despótico. Pero ese duelo se ha disputado también en un nivel superestructural.
Un capítulo de ello se acaba de ver con este mini Versalles de París.
El otro, en el propio territorio de Kadafi . Se acaba de conocer a través de documentos hallados por la cadena Al Jazeera en el bunker del dictador en Trípoli, que el régimen de colorido discurso nacionalista y antiimperialista, tuvo entre sus aliados en esta guerra a parte del equipo del ex presidente norteamericano George W. Bush. Uno de sus asesores centrales fue el ex canciller adjunto del gobierno neocon David Welch, actualmente ejecutivo de la multinacional estadounidense Bechtel con multimillonarios contratos de construcción en todo Oriente Medio . Welch, quien hasta ahora no ha desmentido esos vínculos, impulsó proyectos en el Congreso de Washington para que se detenga la ofensiva de la OTAN en Libia. Hace tan poco como el 2 de agosto, este duro conservador se reunió por última vez con funcionarios de la dictadura libia en un hotel de El Cairo a sólo dos cuadras de la embajada de EE.UU. en Egipto para asesorar sobre cómo usar el fantasma de Al Qaeda o el doble rasero de Barack Obama con la rebelión en Siria para intentar frenar la ofensiva final sobre Trípoli.
La derecha norteamericana jamás deseó perder a un socio fiel como Kadafi , que José María Aznar, cuando el español completaba el trío de la guerra en Irak con Tony Blair y Bush, llegó a calificar sin tibiezas como "un amigo, extravagante, pero amigo al fin" . Hablaba de plata, naturalmente.
La revolución en Libia, además de la batalla por los negocios que la circundan y exceden, tiene un aspecto adicional que explica también la disciplinada asistencia de los líderes mundiales en París. Esta victoria armada de un pueblo enfurecido, es un rio subterráneo que está mordiendo los cimientos de las restantes tiranías del área mayoritariamente pro occidentales. La abrupta decisión del dictador argelino Abdelaziz Buteflika de soltarle la mano a su histórico amigo libio y reconocer al gobierno rebelde, es un primer eco de la huída hacia delante de la satrapía del norte de África.
Pero el dato más sugestivo sobre hasta qué punto el efecto tectónico de lo que ha sucedido en Libia es mucho más de lo que creen los pragmáticos economistas del norte mundial , son los contactos que la teocracia iraní ha venido sosteniendo secretamente en París con activistas de la oposición siria. Esos encuentros revelados por el canal árabe Al Arabiya fueron simultáneos con el reclamo formulado hace una semana por Teherán para que Damasco reconozca las exigencias "legítimas" de su pueblo.
Si Siria sigue el camino de Libia y el gobierno cae, el costo para Irán será de un aumento de su aislamiento debido a que el régimen alawita es su principal socio en el área junto con el partido Hezbollah de Líbano. Pero eso tiene dos dimensiones y sólo una implica que el régimen persa reaccione manteniendose codo a codo con el sirio Bashar al Assad. Irán ya tuvo su rebelión hace dos años cuando las circunstancias en la región eran muy diferentes y la pudo ahogar en sangre. Ahora sabe que es sólo cuestión de tiempo para que regrese el furor.
Libia ha ejemplificado que hoy la masacre agrava y no resuelve este desafío de cambio republicano . Por eso intenta ahora desmontar las razones que hacen posible el conflicto antes de que le lleguen. Pero es tarde y es poco. Las dimensiones de este desafío no caben en un par de gestos . Ya recomenzó la furia de protestas en Yemen y también en Bahrein. Es una lección que deberían también atender los entusiastas asistentes de la cumbre parisina antes de comenzar a contar las monedas.