Cuestiones extra deportivas
El escándalo que detonó la decisión de la AFA de fusionar los torneos A y B para salvar, más que al descendido River Plate, el negocio de la televisación del fútbol, permite identificar las razones de la crisis del fútbol argentino y de los recurrentes fracasos nacionales en tal sentido.
Como se consignó en esta misma columna en reiteradas oportunidades, tales fracasos no obedecen a cuestiones deportivas, ni a las características de los directores técnicos o los jugadores, sino a la intromisión de la política en el terreno futbolístico, con objetivos que, es obvio, nada tienen que ver con la eficacia competitiva, sino más bien con actitudes demagógicas. En este caso, el presidente de la AFA se esfuerza por desmentir lo que reveló uno de los voceros de la institución, Ernesto Cherquis Bialo, y distintos referentes de los clubes, incluido el propio supuesto beneficiario de la fusión de ambas ligas, River.
Cherquis Bialo dijo que "este quilombo no hubiera ocurrido si River no se iba al descenso". Después, referentes de los clubes confirmaron con sus manifestaciones que la fusión obedecía a la necesidad de mantener en las pantallas a los "millonarios" y el rating que ellos implican, con un doble objetivo: alimentar las arcas de la AFA y los clubes con los millones por derechos de trasmisión televisiva y sostener la mayor cantidad de público posible prendido al Fútbol para Todos.
El descenso de River y las complicaciones de otros clubes de cara a la Promoción del próximo torneo -entre ellos está Boca Juniors- originaron el complejo torneo fusionado entre la "A" y la "B" que ahora ocupa los titulares. River emitió un comunicado con la firma de su presidente, Daniel Passarella, en el que aclara que fue ajeno a toda la maniobra. Asegura allí el club que "no presentó oficialmente ni extraoficialmente proyecto alguno relacionado con modificaciones a los formatos de los torneos de la AFA". Consigna, además, que "River ha asumido con dignidad la circunstancia deportiva que le corresponde atravesar...y considera que lo justo es revertir esta situación también mediante resultados deportivos".
Pero al margen de esto, hubo presiones del Gobierno nacional para garantizar el protagonismo de River en el torneo de AFA. Estas presiones fueron negadas por el presidente de la AFA, don Julio Grondona, quien ratificó la decisión de unir ambas ligas aunque vengan degollando. "Ni loco doy marcha atrás y a mi nadie me impone nada", dijo. Y añadió, como para que no queden dudas de su poder: "Si no me sacó Alfonsín, si ustedes que quisieron sacarme a Bilardo de la Selección durante años no pudieron ¿Quién me va a imponer algo?". Es evidente que nadie. No hubo imposiciones, sino acuerdo con el gobierno nacional. Por plata y repercusión mediática.
Acaso el acuerdo sea legítimo. Forma parte del juego de poder en la Argentina, donde, como acaba de confirmarse, la AFA y Grondona ocupan un espacio, más que relevante, definitorio. Pero bajo esos criterios, que en nada se relacionan con la idoneidad deportiva, se toman las decisiones que explican en gran medida el deterioro del desempeño futbolístico nacional. Bajo esos criterios de demagogia político-electoral se designó a Diego Armando Maradona como director técnico de la Selección para el Mundial, con los resultados por todos conocidos. Entre los parámetros establecidos por esos criterios tiene que moverse cualquier DT. Y de ahí las frustraciones. El mejor técnico del mundo y los mejores jugadores serían impotentes frente a los condicionamientos de la política partidaria aliada al poder afista.