Cuatro bellas mascotas de familias muy normales
El caso del caimán urbano preso, la rana con pata ortopédica, el kinkajou de Paris Hilton y las ratas mordedoras de Costa del Sol. Cuatro exóticas bestias que hacen del mundo un sitio más divertido.
Hasta 2006, la actriz Paris Hilton alojaba a 11 perros, 3 gatos y 2 conejos en su residencia, que se convirtió en un verdadero zoológico cuando reclutó a tres hurones y dos monos. Más tarde, adoptó a un oso kinkajou y a una cría de canguro. Ni siquiera se detuvo cuando Baby Luv, como bautizó a su kinkajou, le dio un tarascón en el brazo y debió ir a una sala de guardia, donde recibió la vacuna antitetánica. La gracia duró poco. Las autoridades sanitarias la obligaron a devolver al oso y al canguro: la adopción había sido ilegal.
En julio de 2008, en las calles de Valencia, España, la Guardia Civil decomisó a un caimán. El dueño alegó que, cuando el reptil fue detenido, iba con bozal y correa. Las autoridades repusieron que esas medidas eran insuficientes para su consentido caimán, al que se llevaron porque su propietario carecía de permiso para deambular con el animal en la vía pública y faltó a la más elemental responsabilidad civil: la policía fue testigo de cómo decenas de niños acariciaban sus duras escamas en una plaza. Desde ese día, el animalejo pernocta en un centro de adopción de perros y gatos del Ayuntamiento.
En abril de 2009, en Johannesburgo, Sudáfrica, la pata trasera de Brullie, una rana buey gigante, fue destrozada por la mordedura de un perro. Anne Mearns, madre adoptiva de la bestia, le pidió a su veterinario que reemplazara su osamenta por un hueso artificial. De eso se ocupó su cirujano, quien en una operación de dos horas insertó un implante ortopédico en la maltrecha pierna del batracio. Mearns recibió toda clase de burlas: “La gente cree que estoy loca por poner tanta atención a una rana, pero simplemente no podía verla en ese estado”, replicó. Además, dijo, la intervención fue gratuita.
Esta semana, en Málaga, España, una bañista tomaba sol plácidamente en la playa de Lagos hasta que de pronto sintió un intenso dolor bajo la toalla que cubría su espalda. No le dio importancia al asunto hasta que vio cómo una rata gigante huía hacia un espigón. El ataque de la alimaña desató una guerra política: un concejal del PSOE culpó de la situación a quienes arrojan basura en la escollera del paseo marítimo, mientras que la oposición del PP, exigió una inmediata desratización de la Costa del Sol.
Nadie tuvo en cuenta otra posibilidad: quizás, el roedor era un animalito doméstico que se escapó de su amo, como el bonito ejemplar que recomendamos ver en el video.