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¿Cuándo se engendró esta violencia?

Los jóvenes que agreden bajo los efectos de alcohol y sustancias son de este siglo pero fueron engendrados en el final de un siglo que perdió la paciencia.

Los jóvenes que agreden bajo los efectos de alcohol y sustancias son de este siglo pero fueron engendrados en el final de un siglo que perdió la paciencia.

Fin de un siglo que termina perdiendo. Jóvenes concebidos por un amor efímero, débil, vulnerable, egoísta e inmaduro.

El siglo termina con una mujer liberada que ha recorrido tan largo camino logrando empatar al hombre en cáncer de pulmón, problemas cardíacos y otros males que hoy llenan los cementerios a la par. Empatamos. Estamos iguales. Tomaaaaaaá.

El siglo termina sin mujeres que se autodenominaron felpudo.

“Se me acabó la paciencia”: lejos de ser un bien a recuperar fue el lema para el portazo.

Los jóvenes violentos de hoy fueron gestados en la separación. Niños usados de granada en el fragor de una batalla de odios donde todos pierden.

El fin del siglo pasado terminó con la templanza, la consideración, la mesura. Virtudes que pasaron a ser defectos.

Y luego, extrañando el sonido de la flauta, el lamento de la separación. La caña sin el aliento no es nada y nada es el aliento sin la caña. No hay canción. Niños acunados sin canción. Educados por egoístas caprichosos dispuestos a no ceder. “La guerra de los Rose”

La separación de los padres dejó la fisura por donde el alcohol y la droga ingresaron para quedarse. Hoy es moda, y si hay algo que respeta la adolescencia es la moda.

Modernos adolescentes educados en la intolerancia, mal criados por padres que en tiempo compartido no se van a poner a marcar límites. Un par de hamburguesas, helado, la play y la menor cantidad de cuestionamientos posibles porque si no la criaturita se enoja y no quiere ir con el papá y al poco tiempo no quiere ir con la mamá. No piensa quedarse donde lo jodan con reglas y autoritarismo porque estamos en democracia carajo y no tengo que andar dando explicaciones.

Esos chicos que ya recibieron las bondades de los ilusionistas que en la disco te ofrecen el cielo salen de vacaciones sin los padres: sin reglas, sin leyes, sin horario, sin control.

El doctor Ian Mitchell, de la Escuela de Psicología de la Universidad de Birmingham, explica: “Pensamos que era un área que vale la pena explorar, así que agrupamos las investigaciones existentes sobre los efectos de la oxitocina y el alcohol. Junto a los problemas de salud que acompañan el consumo frecuente de alcohol, hay efectos socio-cognitivos menos deseables que tanto el alcohol como la oxitocina pueden desencadenar. Las personas pueden llegar a ser más agresivas, más jactanciosas, envidiosas de los que consideran como sus competidores y favorecer a su grupo a expensas de otros. Los compuestos desinhibitorios pueden afectar a nuestra sensación de miedo, que normalmente actúa para protegernos de meternos en problemas”.

Los jóvenes perdieron el miedo al chin chin. Sensación de miedo que normalmente actúa para protegernos de meternos en problemas. Otra esmeralda perdida con orgullo.

Lo peor de mi atrevido diagnóstico es que nadie quiere tomar el desagradable remedio. Nadie quiere recuperar lo perdido; largo listado de malas palabras: disciplina, respeto a las autoridades, cumplimiento de reglas sociales, leyes a acatar con severas medidas frente al desacato (perdón por los improperios).

Altruismo, temple, paciencia, fe, perseverancia, consideración, ternura son valores que no cotizan en esta bolsa de mierda donde estamos metidos.

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