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Cuando profetizar no cuesta nada

Las presiones por la obtención de una vivienda o por la posesión de un terreno que la haga posible tuvieron, según se recordará, mucho ruido hace un par de meses, pero dejaron de oírse esas estridencias, sin que pudiera asegurarse que los contestatarios de entonces hubiesen logrado la solución que exigían.

Claro que en medio de esos dos tiempos tan distintos tuvieron lugar las elecciones del 14 de agosto, lo que bastaría, a los catamarqueños, para explicar el fenómeno de una mudanza tan llamativa, pues aquí es certeza generalizada que no hay mejor tiempo para la protesta que las vísperas de comicios, en que la sensibilidad de los gobernantes y de los que buscan llegar al poder alcanza su punto de excelencia.

Habría que descartar absolutamente la posibilidad de que aquellos movimientos colectivos e individuales se hubiesen quedado sin materia por la ejecución acelerada de proyectos habitacionales del tamaño de la demanda, porque un hecho semejante hubiese sido motivo de comentario no sólo local sino regional y nacional y porque puede probarse que las necesidades de viviendas son hoy tan eruptivas como antes de "las primarias".

En la segunda semana de este mes se conocieron los resultados de un relevamiento hecho por la Fundación Mediterránea, que indica que entre 2001 y 2010, creció en Catamarca 1 punto la cantidad de viviendas habitadas en condición de hacinamiento, esto es, con tres o más de tres personas por cuarto. Según esto, son 7. 474 familias las que sobrellevan la cruz de esa estrechez. Además, se han registrado 2.134 ranchos caracterizados por la precariedad de su construcción.

Pero el estudio señala, también, situaciones que no aluden a falta de viviendas, sino, paradójicamente, a la existencia de muchas que están desocupadas pese a las normas que rigen la distribución de las viviendas sociales que construye el IPV. El departamento -afirma la Fundación Mediterránea- con mayor número de viviendas deshabitadas es la Capital, donde los inmuebles vacíos suman 6.198. Paralelamente, este otro dato: también la Capital es el sitio con mayor demanda de alquileres, en especial para familias de clase baja o media que aguardan ser beneficiadas alguna vez por el Instituto de la Vivienda. En toda la provincia hay 114.019 viviendas, de las cuales, 24.258 no están habitadas.

El conocimiento de estos datos lleva a pensar que el margen de acción de los gobiernos es mayor que el que reconocen cuando son interpelados por la gente.

Saber, por ejemplo, que tienen al alcance de su voluntad el destino de no pocas unidades habitacionales vacías, en casos desde su construcción, no hay duda de que sería normal que incrementase la queja.

Dicho todo esto, parece que podría profetizarse que dentro de poco la atmósfera de la provincia volverá a conmoverse por la actividad de reclamo de quienes sabrán que ha llegado el tiempo de salir a la calle, de proclamar unos derechos esenciales que no pueden ignorarse y de apuntar hacia todos los flancos que den acceso a un techo familiar o a un pedazo de tierra donde levantar la morada.

El mes que viene habrá otra vez comicios. Y está tan cerca ya, que vaya a saberse si mientras se escriben estas líneas, otros comprovincianos ultiman los detalles para su batalla que nunca podría librarse con mayor viento a favor que en estas circunstancias. A lo mejor estas líneas sean algo así como el lanzamiento de las acciones.