Cuando la mente no tiene límites
No se trata de la película que lleva el mismo nombre, sino de un caso real que resulta impresionante.
Daniel nació el 31 de enero de 1979, en East London, Inglaterra. De pequeño, se golpeaba la cabeza contra la pared y lloraba constantemente. Nadie sabía en realidad lo que le pasaba, y todo lo que los médicos podían decir es que no estaba lo suficientemente estimulado. Pero un día, mientras jugaba con su hermano, Daniel tuvo un ataque epiléptico. Comenzó a tomar medicación y tenía que ir mensualmente al hospital para hacerse análisis de sangre. Fue un momento de mucha preocupación para sus padres, ya que uno de los abuelos de Daniel sufrió de epilepsia y finalmente falleció, de manera que los padres pensaban que a él le sucedería lo mismo.
Afortunadamente, la medicación le dio resultado y finalmente superó la enfermedad. Fue durante su infancia cuando Daniel y su familia descubrieron que su cerebro tenía algo diferente al de las demás personas. Un día, su hermano le pidió que multiplicara una larga serie de números mentalmente, como una broma, pero el chico cerró los ojos y después de 5 o 10 segundos dio la respuesta correcta. Su hermano le preguntó otras cosas y sus respuestas eran siempre correctas. Sus padres presenciaron todo, pero nunca lo forzaron a que expusiera su don delante de otras personas. Sabían que era diferente, pero querían que tuviera una vida normal.
Mientras otros chicos hacían deportes, él se sentaba y podía contar las hojas de los árboles. Ahora puede hacer el cálculo de una raíz cúbica más rápido que una computadora. En 2004 batió un récord increíble: llegó a decir de memoria 22.514 dígitos del número π (pi) en 5 horas y 9 minutos. Él asegura que no tiene que pensar, simplemente las cifras "le llegan a la cabeza", como por arte de magia.