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Cuando la comida mata

Por Nicholas D. Kristof.La muerte de 31 personas en Europa debida a una cepa poco conocida de E. coli ha generado alarma en todo el mundo, pero no debería sorprendernos. Nuestra comida nos traiciona a menudo.

Hace apenas unos días, una niña de dos años de Dryden, Virginia, murió en un hospital tras padecer diarrea hemorrágica, vinculada a otra cepa de Escherichia coli. También hospitalizaron a su hermano, quien sobrevivió.
 
Se hospitaliza a 325,000 personas cada año en Estados Unidos debido a enfermedades transmitidas en los alimentos y 5.000 mueren, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Es correcto: la comida mata a una persona cada dos horas.

No obstante, mientras que los ataques terroristas de 2001 nos llevaron a cambiar la forma en la que abordamos la seguridad nacional, la muerte de casi el doble de personas al año aún no genera iniciativas básicas de seguridad alimentaria. Tenemos un sistema de agricultura industrial que es una maravilla para producir alimentos baratos, pero sus lobbystas bloquean las iniciativas para hacer que sean más seguros los alimentos.

Quizás el aspecto más vergonzoso de nuestro sistema agropecuario -lo digo como un granjero de Oregón que alguna vez crio ganado ovino, vacuno y porcino- es la forma imprudente en la que se les meten antibióticos a animales de por sí sanos para que crezcan más rápido.

El Departamento de Alimentos y Fármacos reportó hace poco que 80% de los antibióticos de Estados Unidos es para el ganado, no para los humanos. Y se administra 90% de los antibióticos para el ganado en el alimento o el agua, típicamente para animales sanos a fin de evitar que enfermen cuando están confinados en miserables condiciones de hacinamiento.

El solo estado de Carolina del Norte usa más antibióticos para el ganado que todo Estados Unidos en humanos.

Este uso displicente de antibióticos de bajo nivel crea el perfecto caldo de cultivo para los patógenos resistentes a ellos. El resultado es que los padecimientos se pueden volver bastante intratables.

La Sociedad de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, una organización de profesionales médicos, cita el caso de Josh Nahum, un instructor de paracaidismo, de 27 años, en Colorado. Desarrolló fiebre a causa de una bacteria que no respondía al medicamento. La infección se propagó y causó una presión tremenda en el cráneo.

Parte del cerebro se desplazó a la columna vertebral y quedó paralizado. Se convirtió en una cuadripléjico que dependía de un ventilador para respirar. Luego, murió un par de semanas después.

No hay ninguna razón para específicamente relacionar el caso de Nahum con el sobreuso agrícola, ya que la resistencia a los antibióticos tiene causas múltiples, difíciles de aclarar. Los médicos los recetan demasiado. Los pacientes hacen mal uso de ellos.
 
Sin embargo, al examinar los números, con mucho, el mayor elemento del sobreuso es la agricultura.

Nunca pensaríamos en tratar de mantener sanos a nuestros hijos agregando antibióticos al agua de los bebederos escolares, porque sabemos que ello criaría bacterias resistentes. Es inconcebible que la agroindustria haga algo parecido con el ganado.

Louise Slaughter, la única microbióloga en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, ha peleado una batalla solitaria para detener esta práctica, pero los intereses agroindustriales siempre han bloqueado su legislación.

"Estas estadísticas cuentan la historia de una industria que hace un mal uso desenfrenado de los antibióticos en un intento por ocultar las condiciones de suciedad, poco sanitarias, en que viven los animales para mantenerlos sanos, están haciendo que nuestras familias se enfermen más al propagar esta cepas fatales de bacterias".

Los vegetarianos podrían pensar que son inmunes, pero no es así. La E. coli se origina en los animales, pero se puede derramar en el agua usada para irrigar los vegetales y contaminarlos. Al parecer, el brote de E. coli europeo apareció por germinados de frijol de una granja orgánica en Alemania.

Uno de los patógenos más comunes, resistentes a los antibióticos, es el MRSA, que ahora mata a más estadounidenses anualmente que el sida, y suma muchísimos costos al gasto médico de Estados Unidos.
 
El MRSA tiene muchas variantes, y una de las formas más benignas ahora se ha propagado a las granjas porcinas y entre personas que manejan cerdos. En un artículo este año, en una revista llamada Applied and Environmental Microbiology, se informa que se encontró el MRSA en 70% de los cerdos en una granja.

Otra revista académica informó que el MRSA se encontró en 45% de los empleados que trabajan en granjas porcinas. Y los Centros para el Control de Enfermedades informaron este abril que ahora se encontró esta cepa de la bacteria en un trabajador en una guardería de Iowa.

Otros países se están movilizando para prohibir que se administren antibióticos en los alimentos del ganado. Sin embargo, en Estados Unidos, los lobbystas de los agronegocios aún controlan al Congreso.

El brote europeo debería conmocionar a las personas. "Señala hacia todo el sistema arruinado", nota Robert Martin del grupo Pew Environment.

Necesitamos más inspecciones integrales en el sistema alimentario, más pruebas para detectar cepas adicionales de E. coli, y más educación a la población (siempre hay que lavarse las manos después de tocar carne cruda, y no usar la misma tabla para cortar carne y vegetales).

Un gran lugar para comenzar las reformas sería prohibir la incorporación de antibióticos en el alimento del ganado sano.