Cuando juega Messi, mueren todas las palabras
* Por Sebastián Fest. Un caño a Casillas y una apilada magnífica rubricaron la tarea del mejor futbolista del mundo, que definió la suerte del partido.
Se puede armar un equipo, entrenarlo, prepararlo y motivarlo, pero no se puede hacer nada cuando Lionel Messi decide que llegó la hora de brillar. Después de la tensión de once días con tres clásicos y un insólito duelo verbal entre los entrenadores del Real Madrid y el Barcelona, tras un partido pleno de tensión, faltas y trucos sucios, la verdad estuvo en cinco letras: Messi.
Acelerada de Afellay para que Messi apareciera como oportunista centrodelantero y metiera, junto al palo, el 1-0, por entre las piernas de Casillas. Jugada épica llevándose a medio Real Madrid en el camino para poner el 2-0. Y el Barcelona casi comprando boleto para estar el 28 de mayo en la final de Wembley.
Messi fue fiel a sí mismo. Pareció ausente, como tantas veces, intentó y no pudo, enmarañado por una marca que a veces lo rodeó hasta con cuatro jugadores rivales. Fue tan Messi, que casi no festejó tras el final del partido, que lo encontró abrazado a Xabi. De a poco, con sus eufóricos compañeros acercándose, comprendió lo que había hecho.
Hizo mucho. Fue él quien destrabó un partido con destino de 0-0, fue él quien les quitó sentido a los gritos, insultos, camillas y expulsiones. Es él quien está, con once goles convertidos en la Champions, a sólo uno del record de 12 de Ruud van Nistelrooy en 2003. Es él quien lleva 52 goles (¡52!) en la temporada.
Es él también el que le bajó la temperatura a lo que prometía ser el infierno del Camp Nou: con José Mourinho, expulsado, siguiendo el partido desde la platea, la tensión podía ser máxima. Ahora el Real Madrid se juega mucho menos, y el portugués en la tribuna será una anécdota, aunque ayer, con su andanada verbal, haya incendiado el prestigio del Barcelona, la UEFA y el propio Guardiola.
Ganó el Barça porque tiene a Messi. Y ganó el Barça de Guardiola, el entrenador que se olvidó de sus principios y estilo para decirle a Mourinho que él también sabe provocar. Si eso subió los ánimos de un grupo de jugadores golpeados tras perder la final de la Copa del Rey, es algo que por ahora entra en el terreno de las hipótesis. Pero algo es seguro: con Messi, todo es posible.