Cuando él.... ¡es menor!
¿Cuántos años menos debe tener el caballero para que la dama no sea despellejada y las hilachas de su buen nombre y sentido común se ventilen en cada uno de lugares que suele frecuentar?
@CWargon
Está claro que la familia no es el lugar ni más propicio, ni más tolerante, con un novio que todavía luche con el acné.
Los antros de trabajo son aún peores, porque la familia será absolutamente sincera con su grito de guerra: “estás loca”. Pero en los trabajos habrá sonrisas de comprensión, e impaciencia para que la pecadora se de vuelta para hacerse el festín.
Una de las grandes pavadas que se dice para blandir el látigo de la censura es el argumento de que “puede ser su hijo”. Me parece francamente irritante, finalmente todos son hijos de alguien ¿no?
Pero básicamente recuerdo cuando un señor, que tiraba más a ser mi abuelo, me llevó al altar y a todos les pareció tan bien que hasta nos hicieron regalitos.
Y puedo decir también que, pese a mi costumbre de casarme con señores- padres, (jamás resolví el Edipo, que le dicen) ningún divorcio fue por causa de la edad.
Por otro lado, la edad de nuestros hijos pueden tenerla los compañeros de trabajo, los amigos y aún los jefes, pero cada uno de ellos tiene su lugar y jamás se nos ocurriría decirles: “¡Cambiate esa camisa roñosa porque olés como una bestia!” o “¡No te emborraches porque te rompo el alma! (pueden ustedes agregar cualquier otra expresión que hable de la natural ternura de un alma maternal)
Por último, sólo quiero agregar aquello que es verdaderamente importante. Cualquier mujer que tome esta decisión, sin proponérselo y quizás sin saberlo, está marcando un rumbo, y por supuesto pagará sus costos.
Con la misma inocencia de aquel señor que inventó el fuego y murió quizás creyendo que lo mas importante que hizo en su vida fue un taparrabo con flecos, o como aquella Mary de la Riviere Manley que en 1709 sacó un periódico político por el cual fue presa de las pestañas. Toda persona que se atreve, abre un camino.
Así, una mujer que encara una relación dispar legitima un secreto deseo femenino, blanquea un “pecado”, que las que lo padecen acarrean como una innombrable cruz, abre las ventanas, en fin, para que entre un soplo de aire fresco que alivie el calor de tanta hipocresía.
Porque seamos sinceras y fantaseemos por un instante muchachas: ¿entre una noche de amor con un señor setentoso o una con Brad Pitt… a cuál eligen?
¡Buen provecho!