Cromañón y las deudas pendientes
A seis años de la tragedia de Cromañón, las lecciones de ese incendio que causó 194 víctimas siguen siendo actuales.
Por un lado, el suceso de Once evidenció falencias severas en el sistema de control de espacios públicos y actividades riesgosas. Esta función básica del aparato estatal ha recibido una renovada atención legislativa, pero no siempre fue acompañada de un dispositivo de vigilancia adecuado.
Después de Cromañón, se incrementaron los recaudos para otorgar habilitaciones, y el rigorismo debió atemperarse contemplando situaciones especiales, como la de los teatros ubicados en espacios no convencionales, una medida adoptada recientemente por la Legislatura porteña.
Pero la necesidad de reforzar los dispositivos de control para la prevención de riesgos quedó ratificada nuevamente cuando meses atrás se produjo el derrumbe de un gimnasio en Villa Urquiza.
A esta demanda se le agrega la de mejorar la labor judicial. A seis años del incendio de Once, la causa penal no ha finalizado y la sentencia dictada por el Tribunal Oral 24 todavía no se encuentra firme.
Es de esperar que, luego de los informes orales que deberán presentar las partes en febrero, la Cámara de Casación Penal dicte un pronunciamiento conforme a derecho, que permita cerrar adecuadamente esta instancia.
También resta que la zona de Once aún afectada por la tragedia, preservando debidamente la memoria de las víctimas, recupere su función urbana. Y, por fin, no deben olvidarse los peligros que la tragedia de Cromañon enseña sobre el solapamiento de falencias estatales e irresponsabilidades privadas.
La tragedia de Cromañón reveló falencias de empresarios privados y del Estado que no han producido respuestas suficientes. Además, a seis años del hecho, la causa judicial no ha terminado.