Cristina ya eligió a los candidatos de la oposición
* Por Carlos Pagni. No debería sorprender que Cristina Kirchner haya seleccionado los adversarios que, equivocada o no, considera más convenientes para la batalla de octubre.
En 1988, Raúl Alfonsín influyó en las elecciones del PJ a favor de Carlos Menem. Creía que Antonio Cafiero era un candidato más temible. En 1998, Carlos Menem indujo a sus amigos sindicalistas a apoyar a Fernando de la Rúa en la pelea de la Alianza. No quería ser heredado por el Frepaso de Graciela Fernández Meijide. No debería sorprender, entonces, que Cristina Kirchner también haya seleccionado los adversarios que, equivocada o no, considera más convenientes para la batalla de octubre. Un factor inesperado le facilita la tarea. En vez de esperar a las primarias de agosto para designar su candidato, la UCR y el Peronismo Federal se sometieron a internas adelantadas, en las que el Gobierno tiene una decisiva capacidad de intervención.
No debe sorprender que el primero en denunciar la intromisión sea el apocalíptico Luis Barrionuevo: "El domingo pasado no le ganamos a Rodríguez Saá. Le ganamos al Gobierno, que está jugando en la interna del Peronismo Federal para hundir a Duhalde", señaló, contundente como siempre.
En la UCR hay reproches parecidos. El ex senador Ricardo Laferriere, por ejemplo, describió una confluencia entre seguidores de Ricardo Alfonsín y la Casa Rosada. "Existen dirigentes radicales que simpatizan con el gobierno nacional o, para no ser injustos, lo prefieren antes que lo que consideran una ubicación partidaria más tolerante y amplia, que suelen descalificar como «de derecha». Dan por descontado que el oficialismo K pertenece a la «izquierda»", escribió Laferriere en el sitio Notiar.
Otros dirigentes explican que Ernesto Sanz desistió de competir en la interna del próximo 30 no sólo porque los independientes "no asumieron aún un compromiso" para ir a votar, como ya explicó. Dicen que también fue para no ser aplastado por el oficialismo nacional. ¿Seguirá Duhalde los pasos de Sanz?
En las clases de derecho romano, Duhalde y Sanz habrán aprendido que nemo potest propriam turpitudinem allegare , es decir, "nadie puede alegar su propia torpeza". Ellos no previeron dispositivo alguno para evitar que la señora de Kirchner volcara la maquinaria estatal a favor de sus adversarios preferidos.
Que Duhalde recién advierta que el Gobierno hará todo lo posible para sacarlo de carrera desnuda un candor insospechado o una escasísima lectura de los diarios. En su equipo de campaña están convencidos, con cierto asombro, de que los jóvenes de La Cámpora fueron movilizados en su contra. También detectaron una reunión entre Hugo Moyano y Alberto Rodríguez Saá. Aunque para ese encuentro no haría falta una orden de Olivos: en 2003, el camionero acompañó a Adolfo Rodríguez Saá, no a Kirchner.
Nada mortificó tanto al duhaldismo como el cruce de un funcionario de Mauricio Macri a las filas del puntano. Se llama Moyano, aunque no pertenece al célebre clan de ricos y famosos. Es Martín Moyano, director del Instituto de la Vivienda porteño y, hasta hace unas horas, amigo del misionero Ramón Puerta. En las oficinas de Duhalde aseguran que este funcionario, militante del PJ, se había comprometido a ayudar en la elección del domingo pasado. Al parecer, ayudó, pero a Rodríguez Saá. Según colaboradores de Duhalde, cuando le preguntaron sobre el giro, dio 700.000 razones y mencionó a un par de funcionarios del Gobierno. Ahora el PJ macrista, encabezado por Cristian Ritondo, pide su cabeza.
Para los duhaldistas este anecdotario encierra malos augurios. El domingo que viene, por ejemplo, se votará en el Litoral. ¿Qué hará el ultrakirchnerista Jorge Capitanich en el Chaco? Duhalde lo llamó para -se justifica- asegurarse la disponibilidad de escuelas. Pero no, Capitanich no le contestó. Y eso que fue su jefe de Gabinete en 2002. El Entre Ríos de Sergio Urribarri -el gobernador preferido de la Presidenta- es otra tierra peligrosa para Duhalde. Allí hay otra desventaja: el generoso gobierno puntano realiza obras públicas en Paraná, en beneficio del intendente José Carlos Halle. La encargada de los trabajos es la empresa San Luis Construcciones Sapem. ¿De quién será?
Con estos problemas en la Mesopotamia, mejor no imaginar la fiesta que le preparan al duhaldismo los intendentes kirchneristas del conurbano bonaerense. Carlos Ruckauf intentó que Duhalde no emprendiera esta aventura: "Negro, si yo fuera el Gobierno, te paso por encima con Das Neves". Ruckauf cree haberse equivocado de rival, no de hipótesis. Pero Duhalde desprecia los consejos de su ex canciller. También lo desoyó aquel verano de 2003, en Villa Gesell, cuando le aconsejó romper con Kirchner y llevar como candidato a Roberto Lavagna. Ucronías para Rosendo Fraga.
La misma música
En el radicalismo lloran la misma música con distinta letra. Quienes rodean a Sanz se rasgan las vestiduras porque el alfonsinista Martín Farizano lleve como segunda a la hermana de Oscar Parrilli, Nanci, en la fórmula para gobernar Neuquén. Curiosa provincia, en la que Jorge Sapag, que va por la reelección, también es kirchnerista.
La historia de Río Negro es más conocida: si el alfonsinismo no hubiera postulado a Fernando Chironi para la gobernación, en vez de ganar el radical K César Barbeito -candidato del gobernador Miguel Saiz- tal vez lo hubiera hecho Bautista Mendioroz, adversario de Olivos. Al terminar esos comicios radicales, Saiz agradeció: "Este triunfo se lo debemos a Cristina".
Sin embargo, el mix más interesante de alfonsinismo y kirchnerismo lo ofrece Ricardo Colombi en Corrientes. El 4 de octubre de 2009, ganó la provincia con la bandera del antikirchnerismo. Cuarenta días después se reunió con Néstor Kirchner y prometió: "En 2011 votaremos por Néstor o Cristina". Pero el 26 de marzo último, Colombi le dijo a Alfonsín en una tribuna: "Te agradecemos Ricardo, y ahora vamos a trabajar para gobernar juntos el país desde el 10 de diciembre". Ya en 1973 Tato Bores hacía este chiste: "Ibamos ganando con Balbín y terminamos ganando con Perón". Aunque cabe preguntarse: ¿Colombi cambió de nuevo de candidato, o volvió a Alfonsín por unas semanas, para satisfacer los deseos de la Casa Rosada en la interna radical? Se lo preguntan al lado de Sanz.
A Sanz y a Duhalde acaso les quepan las palabras de Elisa Carrió cuando pronostica "el fracaso de este enredo": "La inoperancia es hija de la ansiedad", dictamina. Carrió asegura que, con otra estrategia y seleccionando de otro modo a sus aliados, la Presidenta será derrotada.
En cuanto a Rodríguez Saá y Alfonsín, no se les puede reprochar que no resistan el auxilio kirchnerista y menos sospechar de un pacto espurio. Ni hace falta. Cristina Kirchner tiene razones propias para favorecerlos. Rodríguez Saá ya advirtió que jamás aceptaría una alianza con Mauricio Macri. Y Alfonsín también descartó una asociación con Pro y el PJ Federal. En otras palabras: la Presidenta ve en Rodríguez Saá y Alfonsín la garantía de que no tendrá que enfrentar a una oposición unificada, que la forzaría a un inevitable ballottage.