Cristina y el miedo al corte de boletas
*Por Mario Fiore. La Casa Rosada teme una traición bonaerense y que la Presidenta no llegue al 40% en las primarias. Es una provincia de la que depende el futuro político del país.
Miércoles a la tarde. Por los pasillos de la Cámara de Diputados de la Nación un grupo de legisladores kirchneristas hablaban de lo inevitable: las elecciones. Estaban preocupados porque a diez días de loss comicios primarios del 14 de agosto el ministro del Interior, Florencio Randazzo, no ha distribuido las boletas que postulan a Cristina Fernández como candidata. Los diputados bonaerenses eran los más confundidos. "Están acortando la campaña lo máximo posible", decían atribulados. Sobre este hecho, primaban dos interpretaciones. Veamos.
La primera, que Cristina ordenó a Randazzo no distribuir las papeletas de la lista K hasta la semana que viene para no dar tiempo a los intendentes del conurbano, con los que mantiene una relación más que ríspida, de cortar las boletas y armar los sobres que distribuyen entre los habitantes de sus municipios sin el segmento de Cristina pero con el de su archirrival peronista, el ex presidente Eduardo Duhalde.
Sacar a Cristina y poner a Duhalde, pero sosteniendo al candidato a gobernador K, Daniel Scioli, sería el juego de los barones del conurbano que aterroriza a la Casa Rosada. Por eso el Gobierno nacional dejó que el centro-izquierdista Martín Sabbatella llevara también a la Presidenta como candidata y que un intendente ultra-K, Mario Ishii (de José C. Paz), le diera interna a Scioli para obligarlo a defender su casi segura reelección atado a la candidatura de la Presidenta.
Esta lectura sobre la no distribución de las boletas K indica que el temor se apoderó de la Casa Rosada que, hasta hace un mes, estaba convencida de que el aura de Cristina Fernández era inalterable y que las elecciones ya estaban ganadas en primera vuelta, es decir con más de 40 puntos y más de 10 puntos de diferencia con el candidato opositor más votado. Las derrotas consecutivas de Capital Federal, Santa Fe y el voto anti-K que los tres candidatos a gobernador cordobeses quieren acaparar en las urnas de este domingo, hicieron tambalear los ánimos del cristinismo.
"El cierre de listas se hizo desde el triunfalismo y eso fue un error crucial. Puede haber revancha de muchos jefes de distrito", explicó un legislador K que se quedó sin posibilidad de reelegir su banca, a pesar de ser un férreo defensor de las políticas del Gobierno.
La segunda lectura es un poco más rara. La sostienen aquellos que desde el mayor de los asombros advierten el enorme crecimiento que ha tenido dentro del Gobierno el ministro del Interior.
"Randazzo se comió a Aníbal Fernández y disputó espacios a cara de perro con Carlos Zannini. Incluso maneja información que no tiene Juan Abal Medina", dicen algunos kirchneristas conspicuos. Los que desconfían de Randazzo se animan a advertir -sin otros elementos a la vista- que tiene una excelente relación con el gobernador Daniel Scioli y por eso entienden que, con la jugada de acortar lo más posible la campaña de los militantes, que consiste en la distribución de las boletas casa por casa, el ministro del Interior estaría favoreciendo a Scioli, quien mide un poco más que Cristina Fernández en las encuestas.
"Hay muchos sectores que están trabajando para que Scioli saque más votos, como sucedió en 2007. El objetivo es que el gobernador se convierta en el principal sostén de la candidatura de la Presidenta y en el vértice de cualquier intento del justicialismo para acuñar una discusión del poder luego de diciembre. Si Cristina saca menos votos que Scioli, e incluso que algunos de los intendentes que ella ninguneó en el cierre de las listas, el poder con el que gobernará -si es reelecta- será menor al que ella imaginó cuando decidió dar una pelea para lavar la cara al peronismo ortodoxo.
Mientras el kirchnerismo repliega su mirada a lo que pase en la definitoria provincia de Buenos Aires, la oposición nacional tiene enormes interrogantes sobre lo que sucederá en las primarias. "Es un albur", explican los radicales, confiados en que Ricardo Alfonsín, gracias al peso del aparato partidario, se posicione como el opositor con más votos. En el duhaldismo, que no tiene un partido extendido en todo el país, también se recuestan sobre la provincia de Buenos Aires, donde centenares de candidatos a intendente y concejales tributan por la candidatura de Duhalde.
Sin embargo, el ex presidente tiene en el peronismo disidente su más duro escollo. Sucede que Francisco De Narváez, el principal rival de Scioli, va como candidato aliado a la UCR. La red de dirigentes peronistas anti K del "Colorado", que resistieron a Alfonsín, tienen la orden de no trabajar al mismo tiempo con Duhalde, con quien De Narváez tiene una relación pésima. Si Duhalde obtiene más votos que Alfonsín en la neurálgica provincia, De Narváez estará en problemas para ganar en octubre a Scioli porque, atado al líder radical, necesita que éste no pierda competitividad en las urnas para poder derrotar la dupla Cristina-Scioli.
En cualquier caso, la decisión de la Rosada de acortar la campaña y no repartir hasta último momento las boletas de Cristina, tiene por objeto intentar perpetuar el statu quo ya que las encuestas indican que la Presidenta, a pesar de los malos tragos de las últimas elecciones locales, sigue ganando en primera vuelta y que incluso en un escenario de doble vuelta ganaría a cualquier opositor. La apuesta de mínima es que la Presidenta tenga el 14 de agosto al menos el 40% del total de los votos para lo cual necesita tener una gran performance en el conurbano bonaerense.
El cambio de clima electoral aún no preocupa al peronismo mendocino. En el búnker de Francisco Pérez aseguran que éste está a muy pocos puntos del candidato radical Roberto Iglesias, pero que la ayuda de la Presidenta lo catapultaría a la cabeza. "Cristina mide más del 50% y está muy lejos del segundo, que es Alberto Rodríguez Saá, el candidato del PD", dicen para remarcar que Alfonsín será la mochila de plomo que hundirá las chances de Iglesias.
Sin embargo, por ahora el PJ no tiene un plan B por si Cristina pierde fuerza. Encima tiene algunas amenazas latentes. Una de ellas es que si Duhalde se transforma en un candidato competitivo luego del 14 de agosto, muchos votos de Pérez podrían pasar al candidato del ex presidente, el empresario José Micheli. Otra viene del propio kirchnerismo: el diputado nacional Jorge "Pampa" Alvaro masculla la posibilidad de lanzarse como candidato a gobernador.
Esta aventura tendría sólo como objetivo quedarse con el voto ultra K y posicionarse de nuevo ante la Rosada, que no lo tuvo en cuenta a la hora de cerrar listas. Cristina no podría frenarlo porque Compromiso Popular, el partido provincial de Alvaro, no es parte del Frente para la Victoria y no llevaría candidato a presidente. El daño, en este caso, sería más simbólico que electoral, pero pondría en aprietos al peronismo local que por estas horas busca cerrar cualquier posibilidad de financiamiento a las intenciones políticas de un hombre que supo ser jefe político de Néstor Kirchner cuando ambos eran estudiantes en La Plata.