Cristina visitó a periodistas
En un hecho inusual, la Presidente hizo una visita sorpresiva a la Sala de Periodistas de la Casa de Gobierno. "Yo no voy a hablar contra mí misma", dijo.
La presidente Cristina Kirchner hizo una visita sorpresiva ayer a la Sala de Periodistas de la Casa de Gobierno. El hecho inusual, –y justo cuando en el último tiempo hubo pronunciamientos de un centenar y medio de periodistas profesionales para que el Gobierno conteste preguntas y permita el acceso a la información pública– se dio de manera puramente casual. La Presidenta recorría las últimas obras de refacción en la Casa Rosada.
Fue detectada cuando miraba desde un balcón del primer piso el Patio Islas Malvinas, inaugurado hace poco. Y cuando en su camino pasó delante de la Sala de Periodistas, los acreditados la invitaron a pasar para que viera los nuevos muebles de oficina colocados la semana pasada, en reemplazo de los viejos escritorios de 1972.
Cristina entró saludando, recorrió la Sala y habló en tono amable con los periodistas. Siempre en su estilo en el que enlaza un párrafo tras otro y se hace bastante difícil meter pregunta o bocado.
Sin romper el clima cortés de la visita, se le pudo plantear la necesidad de "estar más cerca, hablar más seguido". El diálogo siguió: Pero si estamos cerca...
Presidenta, nos falta información oficial, no tenemos acceso a su agenda.
Para información oficial están mis discursos. Yo no voy a hablar contra mí misma, dijo en una frase abierta a interpretaciones. También argumentó que "la agenda oficial cambia todo el tiempo".
Cristina no se sacó en ningún momento sus grandes anteojos oscuros Ferragamo. Vestía de negro como siempre: pantalón, sacón de hilado grueso y un gran prendedor-escarapela celeste y blanca en el pecho como único detalle de color.
Casi sin maquillaje, se la vio más natural y espontánea, casi accesible, como en sus tiempos de senadora cuando hablaba con todo el mundo. La acompañaban sólo un puñado de personas, entre ellos el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli.
Las consecuencias de la gripe también se le notaban. Algo congestionada, con la voz tomada. En la Sala se armó un semicírculo con menos de una decena de periodistas. Pareció que la Presidente iba a sentarse, pero corrió una silla para apoyar la cola en el borde de un escritorio y estar más cómoda.
Distendida, confirmó que por consejo de sus médicos viajará recién hoy a Bariloche, para encabezar el acto por el 25 de Mayo. Que hace tanto frío que el senador rionegrino Miguel Pichetto le sugirió hacer el acto en lugar cerrado, el teatro La Baita. "Frente al Nahuel Huapi te vas a morir vos y todos", le dijo. El Tedéum arrancará a las 11.30 en la Catedral.
Cuando vio una vieja máquina de escribir Olivetti –que aún usa el decano de los periodistas de Gobierno, Roberto Di Sandro– Cristina contó que hace años en su primer estudio de abogada tenía una igual, pero le rompía las uñas y la cambió por una eléctrica en cuanto pudo.
Cristina habló de su viaje a Angola, sus impresiones sobre el país, su guerra civil, el heroísmo de sus mujeres guerrilleras.
-¿Y las medias?, le preguntó Di Sandro, en alusión a las que llevaban la inscripción "Clarín miente" que se entregaron a niños angoleños. La Presidenta hizo una pausa mínima y se alzó el pantalón dejando al descubierto sus medias panty de mujer: -Yo uso éstas. Y se encaminó a la puerta.
-"¿Y el dólar Presidenta?", fue la última pregunta que alcanzó a oír, pero ya había dejado la Sala y no se dio la vuelta.
Fue detectada cuando miraba desde un balcón del primer piso el Patio Islas Malvinas, inaugurado hace poco. Y cuando en su camino pasó delante de la Sala de Periodistas, los acreditados la invitaron a pasar para que viera los nuevos muebles de oficina colocados la semana pasada, en reemplazo de los viejos escritorios de 1972.
Cristina entró saludando, recorrió la Sala y habló en tono amable con los periodistas. Siempre en su estilo en el que enlaza un párrafo tras otro y se hace bastante difícil meter pregunta o bocado.
Sin romper el clima cortés de la visita, se le pudo plantear la necesidad de "estar más cerca, hablar más seguido". El diálogo siguió: Pero si estamos cerca...
Presidenta, nos falta información oficial, no tenemos acceso a su agenda.
Para información oficial están mis discursos. Yo no voy a hablar contra mí misma, dijo en una frase abierta a interpretaciones. También argumentó que "la agenda oficial cambia todo el tiempo".
Cristina no se sacó en ningún momento sus grandes anteojos oscuros Ferragamo. Vestía de negro como siempre: pantalón, sacón de hilado grueso y un gran prendedor-escarapela celeste y blanca en el pecho como único detalle de color.
Casi sin maquillaje, se la vio más natural y espontánea, casi accesible, como en sus tiempos de senadora cuando hablaba con todo el mundo. La acompañaban sólo un puñado de personas, entre ellos el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli.
Las consecuencias de la gripe también se le notaban. Algo congestionada, con la voz tomada. En la Sala se armó un semicírculo con menos de una decena de periodistas. Pareció que la Presidente iba a sentarse, pero corrió una silla para apoyar la cola en el borde de un escritorio y estar más cómoda.
Distendida, confirmó que por consejo de sus médicos viajará recién hoy a Bariloche, para encabezar el acto por el 25 de Mayo. Que hace tanto frío que el senador rionegrino Miguel Pichetto le sugirió hacer el acto en lugar cerrado, el teatro La Baita. "Frente al Nahuel Huapi te vas a morir vos y todos", le dijo. El Tedéum arrancará a las 11.30 en la Catedral.
Cuando vio una vieja máquina de escribir Olivetti –que aún usa el decano de los periodistas de Gobierno, Roberto Di Sandro– Cristina contó que hace años en su primer estudio de abogada tenía una igual, pero le rompía las uñas y la cambió por una eléctrica en cuanto pudo.
Cristina habló de su viaje a Angola, sus impresiones sobre el país, su guerra civil, el heroísmo de sus mujeres guerrilleras.
-¿Y las medias?, le preguntó Di Sandro, en alusión a las que llevaban la inscripción "Clarín miente" que se entregaron a niños angoleños. La Presidenta hizo una pausa mínima y se alzó el pantalón dejando al descubierto sus medias panty de mujer: -Yo uso éstas. Y se encaminó a la puerta.
-"¿Y el dólar Presidenta?", fue la última pregunta que alcanzó a oír, pero ya había dejado la Sala y no se dio la vuelta.