Cristina sepulta, 1.312 días después, el karma de la 125

Sólo una contingencia podría desmoronar el protocolo pautado para este mediodía en las oficinas de Coninagro en Lavalle al 400, que significará el reencuentro frente a frente, mesa de por medio, de la Presidente con la cúpula de una entidad que juzgó destituyente.

Hoy se cumplen 1.312 días del 8 de marzo de 2008, cuando el entonces ministro de Economía, Martín Lousteau, anunció la Resolución 125 que fijó retenciones móviles y detonó un conflicto entre el Gobierno y el campo que se devoró, en el primer bocado, al propio Lousteau.

Cayeron, por efecto dominó, dos jefes de Gabinete, el kirchnerismo soportó una derrota con Néstor Kirchner como candidato top, la Presidente atravesó horas dramáticas en las que se dijo que quiso renunciar y brotó, por antagonismo, Julio Cobos como estrella luminosa y efímera.

Fue el punto más bajo de la temporada K. Cristina rozó, en aquellos tiempos, niveles de adhesión cercanos al 20%. Entre los consultores se desparrama el dogma de que un dirigente que perfora en caída ese piso jamás logrará recuperar la gracia popular.

Pronósticos

Treinta y cinco meses después, bonanza y muerte de su esposo mediante, Cristina de Kirchner logró el 50,24% de los votos. Para el domingo 23 los pronósticos son más espumosos: ninguna encuestadora le otorga menos del 53%, algunas se estiran hasta los 58 puntos.

Este mediodía, en Coni-nagro, la Presidente compartirá con la conducción de esa entidad un almuerzo que simbólicamente significará una rendición: la crucifixión de un karma que la asaltó unos pocos meses después de su jura. No habían, siquiera, pasado los 100 días de gracia que, se dice, tienen los debutantes.

La primera pista de la ceremonia de adiós de este mediodía se remonta a la creación, dos años atrás, del Ministerio de Agricultura y la designación, al frente, de Julián Domínguez, una figura que Kirchner rescató del letargo legislativo y convirtió en «fronting» de la batalla K contra el campo.

Bonaerense, peronista, católico ferviente y obsesivo, Domínguez contó con un arsenal para deshilachar el frente agrario. En las últimas horas, el Gobierno anudó dos hechos que le permiten dar por cumplido ese objetivo: Rubén Ferrero asumió en reemplazo de Mario Llambías en CRA y lanzó, apenas juró, un grito dialoguista.

Ferrero proviene de Rafaela, Santa Fe, y termina con seis años consecutivos de Llambías, que con Hugo Biolcati, de la Sociedad Rural, conformaron el dueto más aguerrido contra el Gobierno. De hecho, Llambías se convirtió en candidato a legislador de la carriorista Coalición Cívica (CC).

Señales de pacificación

El mensaje de Ferrero no es casual: Coninagro y la Federación Agraria que conduce Eduardo Buzzi fueron elevados por el Gobierno al Olimpo de socios indirectos al promover, con créditos y subsidios, a dos uniones de cooperativas, AFA (de Coninagro) y ACA (de Federación Agraria) como actores relevantes y preferenciales en el negocio de la exportación de cereales.

El plan K de desintegrar la Mesa de Enlace se alcanzó con creces: hasta la Sociedad Rural, dicen en Gobierno, envía señales de pacificación. Quizá, como ocurrió con Llambías en CRA, en el recambio de autoridades Biolcati deba dejar su lugar a un dialoguista.

El premio a los méritos y la productividad de Domínguez fue su inclusión como primer candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. El «pack» incluyó, se confió, la potencial entronización del ministro como presidente de la Cámara de Diputados.

Quizá la novedad, en el futuro cercano, siga otro librero: en círculos K trascendió la posibilidad de que Domínguez pueda continuar en el gabinete más allá del 10 de diciembre, día que, en teoría, debería iniciar su gestión como diputado nacional.