Cristina inauguró la Cumbre con un fuerte llamado a la "cooperación"
Dijo que los países "debemos vernos no como clientes sino como socios". También insistió en reclamar una "nueva arquitectura global económica, financiera y comercial".
Marcada por importantes ausencias, la XX Cumbre Iberoamericana fue puesta formalmente en marcha ayer por la presidenta Cristina Kirchner con un llamado a la "cooperación" entre los países . "Debemos vernos no como clientes sino como socios", dijo Cristina que además, como viene haciendo en distintos foros multilaterales en los últimos tiempos, insistió en reclamar una "nueva arquitectura global económica, financiera y comercial".
Con el atuendo negro del luto que adoptó desde la muerte de Néstor Kirchner, mencionó a su esposo en su intervención al recordar que presidió el "histórico y memorable debate" de la IV Cumbre de las Américas, en esta misma ciudad en noviembre de 2005, cuando vino George W. Bush. Se preguntó "qué hubiera pasado" si los países del continente hubiesen aceptado el ALCA propuesto por los Estados Unidos en lugar de rechazarlo.
En esta línea, reivindicó la necesidad de un "propio modelo de desarrollo y crecimiento" en la región, y atribuyó la crisis financiera internacional "que parece no tener fin" a la "ruptura de los equilibrios" en las relaciones entre las naciones, entre otras causas.
La Cumbre Iberoamericana, cuyo lema es este año "Educación para la inclusión social", arrancó deslucida por faltazos como los del jefe de gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero –España es justamente la promotora de estas cumbres desde los años 90-, el venezolano Hugo Chávez (iba a encabezar también un acto en el polideportivo de la ciudad, que quedó sin efecto), o el boliviano Evo Morales. Aunque los que no vinieron esgrimieron razones domésticas de peso, dio lugar a muchas especulaciones, sobre todo en medio del escándalo y la incomodidad que sobrevuela a varios países y jefes de Estado por las revelaciones de los cables diplomáticos norteamericanos en Wikileaks.
Por las ausencias, pero también ante la falta de acuerdo para nombrar al sucesor de Kirchner en la secretaría general del organismo regional, fue suspendida también una reunión de presidentes de la Unasur que estaba pautada para la tarde, antes de que se iniciarse la Cumbre.
En una jornada soleada, fría y ventosa, el helicóptero que trajo a Cristina desde el aeropuerto aterrizó poco después de las cinco en la Rambla frente al Hotel Hermitage, donde en ese momento los cancilleres terminaban de acordar la declaración final, de 57 puntos, que incluyen la "cláusula democrática" con la que se busca disuadir eventuales golpes de estado en la región, y un pésame por la muerte de Kirchner.
Acompañaban a la Presidenta el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, aunque en esta ocasión que la Argentina jugó de local, casi todos los ministros del gabinete estuvieron en esta ciudad.
Ya caído el cónclave de la Unasur, Cristina pudo verse a poco de llegar con el Rey Juan Carlos, quien le expresó sus condolencias por la muerte de Kirchner en un encuentro "distendido" del que también participaron los cancilleres Héctor Timerman y Trinidad Jiménez.
Los reyes de España se alojaron en la Suite Real del cuarto piso del NH Gran Hotel Provincial –donde se desarrollarán hoy los plenarios de la cumbre-, que tiene una impresionante vista al mar. Un piso más arriba, se alojó la Presidenta, en una suite que la prensa marplatense definió simplemente como "espectacular".