Cristina: ideas y nombres de la próxima etapa
* Por Sergio Serrichio. Desmontar el mecanismo de subsidios, encarecer el dólar y atacar la inflación con un pacto empresario-sindical son las ideas clave para la próxima etapa. Boudou, un vice muy influyente.
Despejado el horizonte electoral y casi asegurado un nuevo mandato, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tiene ante sí un panorama de claro dominio político e importantes desafíos económicos.
Las pautas y la práctica gubernamental seguirán tal cual hasta octubre. Luego vendrá lo que los voceros kirchneristas llaman la "profundización" del modelo. En política implica, por caso, un nuevo envión en la batalla por la aplicación de la ley de servicios de comunicación audiovisual (o "ley de medios"), de modo de reducir al mínimo las voces no adictas al credo oficial y cierto activismo en las nominaciones judiciales, para colorear el mapa de la Justicia a gusto del Gobierno.
Siempre en el frente político, a esa tarea se sumará el intento de recuperar -a instancias del resultado de los votos a legisladores nacionales- el control que el kirchnerismo perdió en el Congreso a fin de 2009 (ese control quedó vacante: las maniobras del oficialismo y la ineptitud de la oposición derivaron en empate político y, a menudo, inacción legislativa, destino del que pudieron escapar unas pocas iniciativas, como la llamada ley del "matrimonio igualitario").
En el frente económico, el indudable crecimiento de Amado Boudou, hombre que se ha ganado la confianza de Cristina, lo convierten en una referencia insoslayable para otear el "modelo" a mediano plazo.
El actual ministro de Economía y casi seguro futuro vicepresidente tiene en claro que el actual esquema de subsidios a las tarifas de los servicios públicos (fundamentalmente, energía y transporte) es insostenible y aunque en público sigue negando el verdadero nivel de inflación, ya convenció a la presidenta de una estrategia para detener la espiral de precios: una fuerte señal oficial de prudencia de cara a las negociaciones paritarias que tendrán lugar entre marzo
y mayo del año que viene.
Las actuales negociaciones por el salario mínimo, vital y móvil pueden no ser una guía demasiado relevante, pues aún se inscriben en la lógica pre-electoral. Después de octubre, sin embargo, la tregua del cristinismo con el jefe de la CGT, Hugo Moyano, pasará a ser abierta hostilidad, con filo judicial.
Moyano, un hombre de gran fortuna personal al que los gobiernos de Cristina y Néstor Kirchner colmaron de poder y de favores, será el enemigo perfecto a vencer o, si la cosa se complica, al que cargarle la cuenta, junto a los villanos de siempre, los empresarios, de las complicaciones que se presenten.
Para la etapa post-electoral también hay consenso de terminar con la política de que el dólar aumente menos que la inflación. Ya este año el gobierno aceleró la pauta de apreciación del billete respecto de la que manejó en 2010. A partir de 2012, intentará que la moneda norteamericana siga, cuanto menos, el ritmo de los precios internos. Y en lo posible, que lo aventaje.
Todo esto es sencillo de decir, pero complejo de llevar a la práctica. Un éxito en un frente tiende a complicar los otros. ¿Cómo remover los subsidios a la electricidad, al gas, al transporte, sin que el correspondiente reajuste de precios no realimente un nivel de inflación que se pretende sofrenar? ¿Cómo pasar de una política cambiaria que fue minando la competitividad, sin alentar una profundización de la fuga hacia el dólar que ya se inició este año?
El gobierno no hará estas cosas de gusto sino forzado por restricciones a las que le cuesta cada vez más escapar. La política cambiaria ya llevó este año a un importante achicamiento del balance comercial (de poco más de 12.000 millones de dólares el año pasado a los cerca de 8.000 millones que se estiman para este año, aun en un contexto de precios internacionales muy favorable y de fuerte apreciación cambiaria en Brasil, el principal socio comercial.
El hecho es que el saldo comercial actual no alcanza a satisfacer la demanda derivada de la acumulación de dólares en el colchón y de los pagos de deuda, aun cuando para estos se usen las reservas del Banco Central, que cerrarán 2011 por debajo del nivel de principios de año.
Una muestra aún más clara de insostenibilidad es la energía, en la que no sólo se verificó la reversión del saldo comercial sectorial sino también el progresivo agotamiento de las reservas de los dos hidrocarburos (gas y petróleo) que explican el 90 por ciento de nuestra dieta energética. Un reflejo es el fenomenal crecimiento de las importaciones por barco, de gas licuado (un recurso carísimo) y la firma de un escandaloso y multimillonario preacuerdo con Qatar.
Este esbozo de agenda requiere una constelación de hombres y mujeres que lo lleve a la práctica. Boudou intentará convencer a la presidenta de que deje a Diego Bossio (al que varios señalan como probable futuro ministro de Economía) al frente de la Anses, donde maneja una formidable caja, y designe en Economía a su actual secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino.
El todavía ministro aún no resignó su objetivo de que el gobierno reacceda, más tarde o más temprano, a los mercados de capital. Lorenzino es, además de hombre de su confianza, su alfil en el intento.
Para seguir pisando importaciones y vacunar al "modelo" contra la escasez de divisas, Débora Giorgi seguiría en Industria, y el rol del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, podría ser asumido por Iván Heyn, un impetuoso economista de La Cámpora, cuyo estilo cuadra con la tarea. Cansado de patotear empresarios y dibujar las cifras de inflación, Moreno aspira a conducir el Banco Nación. He ahí una cartera crediticia y una base de capital, piensa, a partir de la cual impulsar sus "grandes proyectos", esos cuyo monto se cuenta en centenares de millones de dólares.
Esa ambición deja al actual titular del Nación en situación incómoda. El mendocino Juan Carlos Fábrega ya habría sido sondeado por la propia presidenta sobre su disposición a asumir como ministro de Economía (si no logra colocar allí a Lorenzino, también Boudou cree que es una buena opción: un hombre dócil y poco conflictivo), pero su respuesta, acorde a su bajo perfil, habría sido negativa.
Ésas son las pocas ideas y nombres de la nueva etapa. Lo prioritario, ahora, es disfrutar el momento.