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Cristina, el dolor de cabeza por Boudou y las velas aromáticas

*Por Julio Blanck. La señora Presidente suele recordar que, aunque nacida en La Plata, su lugar en el mundo es El Calafate.

Ella venía de unos días con un humor de perros y esta semana quedó claro que el Sur le sienta bien.

Se la vio espléndida, abrumadoramente elegante en Ushuaia, en el acto por los treinta años de Malvinas. Habló desde allí, con sensatez y sentimiento.

Nada que ver con Sense and sensibility , la conmovedora novela de la británica Jane Austen que describe el duelo entre lo que hoy llamaríamos el "deber ser" y las emociones. La sensatez y sentimiento de la señora Presidenta estuvieron en su reclamo de diálogo por la soberanía de nuestras islas sin desconocer el interés de sus habitantes, y en el pedido a la Cruz Roja para que ayude a la tarea de identificar a los ciento veintidós soldados argentinos enterrados hasta hoy como NN en el cementerio de Darwin, incluso en fosas comunes.

Se le achacó a la señora Presidenta, y con razón, cierto carácter errático de su política reciente sobre Malvinas. No es el único rubro de la gestión donde se perciben el abuso de decisionismo y los abruptos golpes de timón, antes que una acción planificada y ponderada. Pero sería injusto dejar de reconocer que el actual giro hacia el sentido común en la cuestión Malvinas nos puede colocar un poco menos lejos del objetivo nacional, que es encontrar un escenario donde defender mejor nuestra soberanía.

Después de aquel mediodía frío del lunes de Ushuaia la señora Presidenta abandonó por un rato su residencia de El Calafate para encabezar el miércoles un acto en el aeropuerto de Bariloche. Desde allí mismo voló de regresó a su lugar en el mundo.

Pero fue esa misma tarde que la placidez de la semana repleta de feriados se le rompió, cuando personal del juzgado de Daniel Rafecas, que aceptó el pedido del fiscal Carlos Rívolo, allanó el departamento de Puerto Madero que es propiedad de Amado Boudou, quien vivió allí hasta mediados del año pasado.

En el allanamiento se descubrió, vaya contrariedad, que había expensas pagadas después de esa fecha de mudanza por el señor Alejandro Vandenbroele, a quien el señor vicepresidente todavía asegura no conocer, y que es la pieza clave para desentrañar las maniobras en el caso Ciccone. Si Boudou hizo algo que la ley le prohíbe a todo funcionario público, para favorecer a la empresa que dirige quien al menos pagó la expensas de su departamento, es lo que investiga la Justicia. Que está para eso, aunque al gobierno de turno nunca le guste y haya algunos jueces que actúen como perros falderos del poder.

En fin, que le estropearon un poco la semana en la Patagonia a la señora Presidenta.

El jueves el señor vicepresidente apareció hecho un basilisco. Pataleó y acusó, pero del allanamiento y las expensas no dijo esta boca es mía. Y se escapó de la parodia de conferencia de prensa sin permitir que se le hiciera una sola pregunta.

Poco después de aquella despintada puesta en escena de Boudou en el Senado, la señora Presidenta salió de paseo en El Calafate. Un periodista de Clarín registró su visita a un comercio en el que compró velas aromáticas. Discreta, la propietaria eludió dar detalles sobre la mercadería que había llevado su distinguida clienta. Así que no hay más remedio que inferir, con los riesgos que ello supone.

A la señora Presidenta se le conoce fuerte afición al aroma de vainilla, al que se atribuyen propiedades antidepresivas y calmantes. Pero nadie sabe si compró esas velas esta vez. Quizás haya preferido las de coco , que reducen el ambiente negativo y atraen los buenos amigos. Por qué no las de lavanda, que es relajante, elimina la ansiedad y el estrés y ayuda a despejar las mentes cansadas. O quizás las de jazmín , antidepresivo y sedante. Incluso puede haber llevado velas con aroma a sandía, que reduce el ambiente negativo, o de gardenia, a la que se atribuye la propiedad de generar fuerza para salir de un problema.

Considerando la profunda molestia que le deben causar a la señora Presidenta estas patinadas de su señor vicepresidente, que amenazan con ir de mal en peor, a lo mejor haya preferido las velas con perfume de cedro , que inspira optimismo y, sobre todo, calma la agresividad.

Aunque viendo cómo viene el caso Boudou, es probable que no haya vela que alcance.