Cristina: el balotaje como test y temor a la rebeldía de Filmus
*Por Pablo Ibáñez. Daniel Filmus tiene, desde hoy, cinco días para desistir del balotaje. Lo acecha el fantasma de un resultado desastroso, peor que el de 2009, cuando arañó los 40 puntos. A pesar de jurar y perjurar que competirá el 31 de julio, la decisión está en revisión.
Sin brújula en el rediseño de su campaña y destratado por la Casa Rosada, el senador se tienta con un rapto de rebeldía -similar al que ensayó en 2009 cuando se negó a ser candidato testimonial- contra el mandato de Olivos de llegar, sí o sí, a la segunda vuelta.
El desprecio K agregó ayer otro capítulo: en la apertura de Tecnópolis, la Presidente embistió contra Mauricio Macri porque el jefe de Gobierno denegó, en el pasado, la autorización para que esa feria temática se monte en Capital. Filmus observó desde un costado.
La secuencia que inició Aníbal Fernández al objetar el criterio electoral de los porteños se posó ayer -sin la estridencia del quilmeño- en Cristina de Kirchner, que recordó que «lamentablemente» Tecnópolis se tuvo que postergar por la negativa del Gobierno de Macri.
La crítica, aunque innominada, al ganador del balotaje del domingo trafica un reproche a los casi 900 mil porteños que lo votaron. Si accedieran al don de corregir el pasado inmediato, Filmus y sus esforzados estrategas deletearían esos párrafos presidenciales.
Cristina de Kirchner se sumerge en un comportamiento que refuta los manuales de seducción política. Puede invocar un motivo: el fracaso de los encuestadores K, sobre los que descargó furia, la obliga a sospechar de ese insumo y a guiarse sólo por su intuición o sus impulsos.
Puso bajo la lupa, por ejemplo, el dictamen que sostiene que uno de cada cuatro elec-tores de Macri manifestaron -antes del balotaje- su predisposición a votarla para que reelija el 23 de octubre. Objetados sus libros sagrados, la religión K entra en crisis.
La Presidente hizo reproches por la desprolijidad de los encuestadores amigos. El secretario de Medios, Juan Manuel Abal Medina, motu proprio, dudó de los sondeos. De hecho, envió a un equipo propio a hacer un boca de urna. Erró como los demás.
Seminario
Frente al naufragio de los profetas que auguraban una batalla reñida entre Macri y Filmus, producto del alto respaldo a Cristina de Kirchner, la segunda vuelta porteña se convierte en el único registro fehaciente del caudal electoral de la Presidente en la Capital.
Las bravuconadas de Aníbal F. y Horacio González -y aun la visceral intervención de Fito Páez- operan como fuego amigo no sólo contra Filmus sino, y en particular, contra la Presidente. Así y todo, aunque evitó nombrarlo, Cristina de Kirchner ayer no pudo ignorar a Macri.
Es más: invocó una artículo periodístico según el cual los concejales macristas de Vicente López, donde se construyó el parque temático, rechazan la ordenanza que autoriza la concesión del predio. «Estoy segura de que ese jefe político -dijo- les pedirá a su legisladores que lo aprueben».
En privado, no tuvo contemplaciones. A sus acompañantes les dijo que la muestra Tecnópolis era la «anti-Feria Rural», a la que vinculó con Macri, que se inauguró ayer. Una reversión sarmientina de civilización o barbarie: tecnología versus vaquillonas.
Ruidos
La orfandad de Filmus se explica más allá de que sea portador del virus de la derrota: el candidato paga un fracaso que, al margen de sus deficiencias -en definitiva, lo bendijo la Presidente- cuestiona el imaginario K sobre la etapa de ideologización.
En la Casa Rosada se aferran a un concepto salvador: que el comportamiento de los votantes porteños quede encapsulado a la Capital. Es, antes que nada, un deseo: que las probables derrotas en Santa Fe y Córdoba se agoten dentro de esas fronteras provinciales.
Por lo pronto, Poliarquía -la única consultora que se acercó al resultado porteño- mostró ayer un sondeo sobre la intención de voto en la provincia de Buenos Aires, en la que Daniel Scioli se despega más de 30 puntos de su segundo, Francisco de Narváez (ver recuadro).
Entre los bonaerenses, Cristina de Kirchner mide igual o, incluso, algunos puntos más que el gobernador. El informe refleja que Scioli consolida el caudal que respalda a la Presidente, algo que, por lo pronto, no logró Filmus y que pelea Agustín Rossi en Santa Fe.
La tracción cristinista, que se registró en Catamarca y Chubut, no se repitió en Capital -Filmus sacó sólo tres puntos más que en 2007- y no auxilió, hasta ahora, a Rossi, que cuerpea contra Miguel del Sel y el socialista Antonio Bonfatti.
En territorio de Scioli, en cambio, se soldó la empatía. Al punto que Amado Boudou, que ayer estuvo en Santa Fe, hoy hará un raid por la costa atlántica junto al gobernador.
Boudou es, además de candidato a vice, una pieza compleja del dispositivo K: de su cercanía partieron objeciones al modo en que Carlos Zannini piloteó el sanguinario proceso porteño. El ministro de Economía opera en tándem con Julio De Vido.