¿Cristina duda sobre su candidatura?
*Por Eduardo Van Der Kooy .El sistema de poder kirchnerista cruje. La irrupción de Moyano desató temores. Preocupa su demanda política.
La irrupción de Moyano desató temores. Preocupa su demanda política. El peronismo se resiste. Los K están divididos: ¿enfrentarlo ahora o después de los comicios? La Presidenta afronta nuevos e inesperados enigmas.
Florencio Randazzo, el ministro del Interior, jura que Cristina Fernández no ha soltado prenda aún sobre su candidatura.
Pero no duda sobre la postulación.
Daniel Scioli estuvo hablando largo y distendido con la Presidenta.
Tampoco se llevó una pista . Dicen que sólo dos personas de Santa Cruz, ambas ligadas al mundo empresario, conocerían el pensamiento de la mandataria sobre su futuro. Uno de ellos, con su confesión, habría helado la sangre de muchos kirchneristas: "Hoy está más cerca de no buscar la reelección que de otra cosa" , comentó.
Cristina juega hábilmente con esa incertidumbre. Mantiene en línea a todos los sectores del oficialismo que la ayudan a gobernar.
Ese oficialismo comenzó a fragmentarse progresivamente desde la muerte de Néstor Kirchner.
Con la misma llave viene esterilizando las ofensivas de Hugo Moyano y de la CGT. La Presidenta repitió al diputado Héctor Recalde, ladero del líder camionero, que no podía prometerle ninguna vicepresidencia a un gremialista porque ni siquiera ella sabe lo que hará con octubre. Moyano intuye el sentido de aquella estrategia: por esa razón reclamó a la Presidenta que defina rápido su candidatura.
La incertidumbre sería también un escollo para la oposición. Aunque esa oposición debe lidiar, sobre todo, con sus propios obstáculos. Todos se preparan para pelear contra Cristina aunque hay uno que hace sonar una voz disonante.
Eduardo Duhalde repite que la Presidenta no se presentará a la reelección.
Nadie conoce si sabe algún secreto, si esa conclusión deriva de alguna conjetura política o si son, simplemente, palabras al viento. El ex presidente se suele autoconvencer, a veces, de muchas cosas. Sigue entusiasmado, por caso, con la interna del Peronismo Federal que sufre de un goteo indetenible. El último ha sido el del gobernador Mario Das Neves, obligado por la irregular y aún incierta elección en Chubut. Jorge Busti y Felipe Solá también se apartaron.
Eso se llama crisis .
Al margen de aquel rumor patagónico que circuló en las últimas horas como un reguero, los ejes de la campaña y los gestos de Cristina sólo sirven para abonar su candidatura.
Se adjudica a su buena imagen en el interior la victoria de los K en Catamarca y la escalada de Chubut. La Presidenta se sentó la semana pasada con la gobernadora electa, Lucía Corpacci, y con el candidato chubutense que denuncia fraude, Carlos Eliceche. No hizo ni una mención, pública o privada, del elogio que Corpacci dedicó a Ramón Saadi y de la desacreditación que formuló sobre los móviles del asesinato, en 1991, de la adolescente María Soledad Morales.
Es cierto que Saadi se había reacomodado con los Kirchner en el 2009.
La Presidenta también se encargó de consentir otras cuestiones polémicas, a contramano del discurso con que el kirchnerismo ornamentó durante un buen tiempo la construcción de su poder y el respaldo social. José Luis Gioja progresa con una enmienda constitucional en San Juan que le permitiría, por lo menos, un tercer mandato. Cristina lo autorizó cuando le dijo que no pensara en acompañarlo en la fórmula presidencial. Gildo Insfrán tampoco recibió objeciones pese a haber tenido que recurrir para su nueva candidatura a un fallo del Tribunal Arbitral de Formosa. En su afán de acumular, se supone que pensando en octubre, la Presidenta no tuvo inconvenientes en archivar un viejo disgusto: el que le produjo en noviembre l a matanza de dos tobas por parte de la Policía formoseña, que quiso sacarlos de tierras que ocupaban y que reclaman como propias.
¿Por qué motivo, entonces, habría de sorprender el acuerdo para que Carlos Menem sea reelecto senador por La Rioja? El acuerdo lo hizo el gobernador Luis Beder Herrera, pero contó con el aval explícito de la Casa Rosada. Hasta ayer Cristina no lo desautorizó. En verdad, Menem, salvo cuando se conformaron las comisiones del Senado, fue siempre con su voto o sus ausencias funcional a las necesidades del Gobierno. El ex presidente necesita los fueros por la cantidad de causas judiciales pendientes que el kirchnerismo se encarga siempre de no fogonear.
Aquel pacto tendría otras explicaciones. Arrastrar a todo el peronismo provincial detrás de la re-reelección de Beder Herrera. Intentar quedarse, además, con los tres senadores en juego, dos por la mayoría y, tal vez, Menem por la minoría. Eso postergaría a la UCR y tendría incidencia en el próximo Congreso donde, cualquiera sea el resultado, el kirchnerismo seguiría siendo, a priori, minoría en Diputados.
El acuerdo con Menem sería, sin dudas, otro ejemplo del recurrente travestismo kirchnerista . Pero Beder Herrera tampoco le va en zaga. Ese hombre que acostumbra a pasar inadvertido, fue vicegobernador y ministro clave durante la era menemista. Desde 1999 volvió a ser vice del entonces mandatario Angel Maza. A partir del 2005 se distanció del gobernador y pasó a integrar las filas de los que pujaron por su destitución. Caído Maza, se encaramó en el Poder Ejecutivo que no abandonó más.
Un recorrido en lo más alto del poder provincial que está cumpliendo dos décadas.
Cristina ha comprobado, con Catamarca y Chubut, la recuperación de un porcentaje nada despreciable de votos que se habían fugado en el 2009. Tal vez, por ese motivo, avale todos los enjuagues que se van consumando en el interior. El norte y el sur del país fueron siempre los baluartes electorales del kirchnerismo. El problema está en la franja central, donde predominan las grandes ciudades, decisivas para inclinar la balanza. La ingeniería electoral debería ser en esos territorios más cuidadosa, con menor inescrupulosidad.
Moyano, en ese aspecto, le plantea un dilema de hierro al kirchnerismo. Se trata de su aliado principal de poder. Pero también, de un dirigente que causa espanto en amplios sectores sociales que Cristina necesita si pretende enfrentar sin sobresaltos la reelección de octubre. Ese espanto puede dispararse cuando el líder camionero proclama, como lo hizo en las últimas semanas, que "los trabajadores quieren llegar al poder".
Lo dice, en realidad, como si ahora deambulara por el llano. Controla un gremio de más de 200 mil afiliados. El transporte de camiones, en unidades y valor económico, aumentó más de un 50% en la última década, al tiempo que el campo se convirtió en el motor de la economía. Es jefe de la central obrera, presidente del peronismo bonaerense y vice de la conducción nacional. Tiene candidatos a vicegobernador en las elecciones venideras de Salta y Misiones. Le pidió el mismo lugar a Scioli. Y le reclama a Cristina el segundo lugar de la fórmula.
Detrás de semejante acumulación y angurria podría esconderse un triple interrogante. ¿Es tanta la identidad obrera de Moyano que quiere llevar a la práctica aquel principio político que pregona? ¿O es una ambición fomentada por el deseo de expandir las posibilidades de influencias y negocios? ¿No podría ser también, acaso, una exigencia vinculada a la necesidad de garantías a futuro para él y su grupo familiar? La embestida de Moyano ha soltado infinidad de esquirlas en el kirchnerismo y el PJ. Cristina no parece ajena a esa realidad. Quizás sería una de las razones que le habrían hecho repensar su trayectoria hasta octubre.
En el kirchnerismo conviven ahora mismo dos corrientes.
Aquellos que consideran imposible, de cara a los comicios, cualquier confrontación con el líder camionero.
Pero dispuestos a ajustar algunas cuentas luego de la votación . Están los que verían útil asumir mayores riesgos: el distanciamiento progresivo con el sindicalista, la imposición de límites políticos y la no interferencia en las causas que tiene pendiente en la Justicia.
"Cristina ganaría, sin dudar, en la primera vuelta" , conjetura uno de esos halcones.
Moyano conoce esa fotografía del poder K aunque lo disimula enfocando sus rabias contra supuestas confabulaciones de los poderes económicos y los medios de comunicación. El secretario de la CGT y la mayoría de los gremios conocen también otra cosa: que las denuncias hechas por la ex ministra Graciela Ocaña abrieron en ese universo una auténtica Caja de Pandora. Hay alrededor de doscientas obras sociales observadas en la Justicia por la mafia de los remedios . Los gremialistas erraron cuando creyeron ver en la prisión del bancario Juan José Zanola una anécdota o una casualidad.
La diáspora amenaza con ser mayor. El peronismo de Buenos Aires no está dispuesto a ceder las prerrogativas políticas que pide Moyano. Los intelectuales de Carta Abierta justifican al líder camionero por su papel en la consolidación del kirchnerismo, pero están menos convencidos de los tiempos que vienen, sobre todo desde que amenazó a Cristina con un paro. La palabras de esos pensadores van bifurcando otros senderos: ya manifestaron su apoyo al diputado aliado Martín Sabbatella en Buenos Aires, en detrimento de Scioli.
También organizaciones sociales y piqueteras (Luis D’Elía) han deslizado prevenciones sobre el jefe de la CGT y sobre Scioli.
El mayor problema para Cristina, a siete meses de las elecciones, radica en un sistema de poder complejo que Kirchner supo amalgamar, pero que estaría empezando a desgajarse.
La agonía del ciclo histórico llegará, irreversible, más allá del resultado de octubre.