Crisis y emergencia hídrica
Al decir de los productores, la falta de agua en los ríos responde a los habituales "años secos". Se trata de un problema que exige que todos los mendocinos -especialmente quienes residen en los centros urbanos- tomen conciencia de la situación y reduzcan el consumo, especialmente durante la época estival.
Es un tema recurrente que semanalmente ocupa las páginas de los diarios. Existe una carencia evidente de agua como consecuencia de la falta de nieve en la cordillera y que este año podría multiplicarse porque recién en las últimas semanas se han producido tormentas importantes en la alta montaña.
Los antiguos productores solían atribuir la situación a la alternancia entre los "años secos" y los "años húmedos", los que fueron luego transformados, de acuerdo con los estudios, al resultado climático que produce la famosa Corriente del Niño, en el Pacífico.
Las dos opciones pueden aceptarse porque no se contradicen pero lo cierto y concreto es que actualmente la provincia está atravesando un preocupante problema de sequía que obliga a que las autoridades y la población en general tomen conciencia de la situación y actúen en consecuencia.
Los planteos se escuchan entre los productores regantes de los diferentes ríos. En el oasis norte, la corta de agua anual se ha extendido y sólo se permitió la suelta de agua durante dos o tres días para después volver a cortar. Los hechos demuestran que se trata de una decisión atinada y no hay más que ver cómo ha bajado el nivel del dique Potrerillos para comprender el problema.
En el oasis central, las quejas de los productores de la zona baja del río Tunuyán se hicieron escuchar y surgieron los inconvenientes por algunas decisiones de Irrigación en la zona alta, que llevaron a dirigentes ruralistas a plantear los problemas en la Legislatura. Es un tema que puede extenderse en el futuro no sólo por el agua de superficie sino también por la subterránea y ante ello hay planteos y resoluciones para no permitir la perforación de nuevos pozos.
En el sur se ha indicado que el río Atuel se encuentra con uno de los caudales más bajos de su historia y que, de los habituales 38 metros cúbicos por segundo que suele arrastrar, actualmente no supera los 2 metros cúbicos. Ello ha generado serios inconvenientes en las fincas porque la crisis ha obligado a Irrigación a extender posiblemente hasta fines de agosto la corta anual de aguas que suele finalizar en julio.
En ese esquema, no resulta ilógico un planteo efectuado por algunos productores quienes, para salvar sus hortalizas, han solicitado que se les otorguen 5 metros cúbicos durante cinco días, aunque son las autoridades las que deben decidir de acuerdo con las posibilidades.
Por el momento el problema está afectando a la producción agrícola y, de continuar la actual situación, es muy factible que en la temporada estival los inconvenientes se multipliquen, como consecuencia del mayor consumo en las zonas urbanas. Debe señalarse en este aspecto que la Ley de Aguas estipula que la prioridad es absoluta para el uso domiciliario, luego la actividad agrícola y finalmente la industria y el turismo.
Es por eso que resulta necesario que desde ahora se inicie una conveniente campaña de concientización hacia la población respecto de la necesidad de ejercer el máximo ahorro en el consumo, mientras paralelamente deberán multiplicarse los controles y establecer el castigo que corresponde, a través de las multas, a quienes derrochen. Es una situación que podría muy bien salvarse si el consumo de agua estuviera medido, como sucede con los restantes servicios.