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Crimen del rugbier - La confesión de las bestias: lo mataron sin motivo

Un crimen, dos hermanos, un venganza, y una víctima equivocada. La trama secreta de la muerte de Juan Pedro Tuculet.

Por Mauro Szeta

@mauroszeta

Fría, sin culpa, calculada en extremo. Así fue la confesión de dos de los tres acusados de asesinar al rugbier, Juan Pedro Tuculet, en Villa Elisa.

Cada minuto que pasa en la investigación, queda cada vez más claro que al joven jugador de Los Tilos, lo mataron sin motivo.

En su alegato defensista, uno de los acusados Matías Arriarán intentó demostrar que no tuvo intención de disparar. Admitió ser el autor del disparo pero trató de disfrazarlo "como un accidente". No le creyeron. También trató de explicar su conducta criminal culpando a las drogas. Tampoco le creyeron. Nunca sintió culpa, ni arrepentimiento. Eso sí se lo creyeron.

Lo increíble es la trama que se esconde tras el crimen y que lo hace inexplicable. Todo empezó en un taller mecánico el jueves de la semana pasada. Ese mediodía, en el taller almorzaban los hermanos Arriarán, con su amigo Manuel y otro hombre. Al lugar llegaron dos hombres en una camioneta Ford Ranger. Buscaban al cuarto hombre para intimidarlo porque era un violento con su mujer. El que manejaba la camioneta, un ex policía y abogado, se peleó con el cuarto hombre y con los hermanos Arriarán, y se fue del lugar jurando venganza. "Voy a volver. Los voy a prender fuego a todos. Los voy a matar a todos", gritó.

Desde ese día, según confesaron, los Arriarán quedaron paranoícos temiendo que un nuevo ataque se consumara.

El sábado a la madrugada, los hermanos imaginaron que un auto Fiat Uno de color blanco merodeaba otra vez el taller. Entonces no tuvieron mejor idea de salir en cacería de ese auto. Y así fue. Pero con un detalle tremendo, no menor: se equivocaron de víctima. Se cruzaron con Juan Pedro al mando de un auto similar en una estación de servicio, y quisieron agredirlo.

Juan Pedro escapó, pensando que lo querían asaltar o patotear. Manejó seis cuadras hasta que le dispararon y lo mataron. Los asesinos se fueron del lugar sintiéndose impunes. Se creyeron ganadores. Se equivocaron. Los terminaron delatando.