Crece en la movida del skate
Ya lo practican miles de chicos en nuestra ciudad. Un circuito en la rambla de 32 es el nuevo punto de encuentro para el deporte callejero
Empezó como una alternativa, como un deporte callejero de unos pocos, casi excéntrico; hoy el skate mueve a miles de chicos, fanáticos de la tabla que sobre cuatro pequeñas ruedas se desliza a toda velocidad y los hace volar por el aire. La pista de 32 y 26, que se inauguró hace apenas unos días, convoca a decenas de niños, adolescentes y jóvenes, y desde la tardecita hasta bien entrada la noche muchos se acercan también nada más que para ver el espectáculo de arriesgadas pruebas y volteretas.
El "skateboarding" -así se lo llamó originariamente, cuando se impuso en las calles de Nueva York, cuarenta años atrás, pero ahora se lo abrevia como "skate"- se practica con una tabla de madera adosada sobre dos ejes con un par de ruedas cada uno. Se la hace rodar mediante un envión y una alta cuota de equilibrio, preferentemente sobre una superficie plana. Buscadores de adrenalina, la gracia para los chicos está en pasar rasante sobre los filos de cemento, dibujar una determinada figura en el aire sin despegar los pies de la patineta o lanzarse a los trucos de estilo libre: hacer "slides", "tricks" o "freestyle" en la jerga de la cultura skater.
Hasta ahora, en La Plata, los skaters buscaban las superficies planas y con posibilidad de rampas que ofrecen algunas explanadas, y entre los espacios preferidos se reunían en el Teatro Argentino, la Torre I, y el primer escenario local para desplegar sus habilidades, la plaza Belgrano. Si bien no han abandonado del todo sus lugares originales, se vuelcan en masa a la pista del boulevard de 32, el nuevo sitio de encuentro a partir de las cinco de la tarde, después de que la mayoría sale del colegio.
DE 3 A 30 Y PICO
A Renzo, de 3 años, no hay manera de sacarlo de la hilera de lomadas, copada por los más chiquitos. Se tira una y otra vez recostado boca abajo sobre el skate, bajo la supervisión de su papá, Franco, y la espera ansiosa de su hermana Fiorella, de 5 años, que también quiere practicar sobre la tabla. "Los traigo después del jardín -contó el padre-. Les encanta, les voy a comprar las coderas así es más seguro".
Ya con un poco más de experiencia, otro que se sumó a la movida de la rambla de 32 es Santiago Clar, un estudiante de arquitectura de 18 años que mientras no había pista "oficial" en La Plata viajaba hasta el skatepark de Ensenada. "Aunque tendrían que ajustar algunas cosas, está bueno que se hayan puesto las pilas para motivar el deporte", dijo en un momento de descanso.
No obstante que comenzó a utilizar el flamante espacio, un grupo de skaters insiste en plantear sus reparos a la obra. "Estamos contentos con el skatepark, pero no satisfechos con el diseño.
No nos participaron del proyecto y eso se nota en varios errores que cometieron", planteó Julián Rodriguez, convertido en skater hace ocho años. "Habría que corregir los ángulos del "bowl" y unir algunos módulos que están separados; además, la pista es peligrosa, porque es fácil terminar en la calle. Lo que esperamos es que cuando construyan la próxima tengan en cuenta nuestras sugerencias", añadió el joven de 22 años.
La pista se creó para satisfacer una doble demanda. Por un lado la de los adeptos a la actividad, que disponen de un ámbito especial para desarrollar su deporte favorito; por otro, la de los vecinos, quienes en muchas ocasiones se han quejado por las molestias que le causa la práctica de esta disciplina en veredas y calles.