Convencernos de que la vida importa
*Por Eduardo Escalante. El autor, a partir de una síntesis del pensamiento de Viktor Frankl, nos propone la búsqueda del auténtico sentido de la vida aún en los momentos más trágicos.
*Por Eduardo Escalante. El autor, a partir de una síntesis del pensamiento de Viktor Frankl, nos propone la búsqueda del auténtico sentido de la vida aún en los momentos más trágicos.
En su discusión de la confianza básica, Erikson enfatiza de manera elocuente la importancia de que los padres hallen el significado de sus propias vidas y transmitan su significado a sus hijos.
Los padres deberían no solamente identificar las manera de guiar por prohibición y autorización; ellos deberían ser capaces de representar a los niños una convicción profunda de que existe un significado en lo que ellos hacen.
La literatura filosófica y psicológica insistente y consistentemente ha sostenido que la búsqueda de la identidad es el tema más importante a través de la vida.
La identidad es vista como un sentirse vivo y activo, ser uno mismo, pero también "ser-con-los-otros". Ambos aspectos de la identidad interactúan durante el desarrollo y se integran para lograr una unidad cuando se logra culminar exitosamente el desarrollo.
Una persona que sabe cómo enfrentar la adversidad es porque ha encontrado sentido en su vida, incluso cuando hay dolor y sufrimiento. Esto fue desarrollado con profundidad en los escritos de Viktor Frankl a través de conceptos como sentido de vida y voluntad de sentido.
Tanto la teoría como la terapia de este autor, se desarrolló a partir de sus experiencias en los campos de concentración nazis. Al ver quién sobrevivía y quién no (a quién se le daba la oportunidad de vivir), concluyó que el filósofo Friederich Nietszche estaba en lo cierto: "Aquellos que tienen un por qué para vivir, pese a la adversidad, resistirán".
Pudo percibir cómo las personas que tenían esperanzas de reunirse con seres queridos o que poseían proyectos que sentían como una necesidad inconclusa, o aquellos que tenían una gran fe, parecían tener mejores oportunidades que los que habían perdido toda esperanza.
Una de sus metáforas favoritas es el vacío existencial. Si el sentido es lo que buscamos, el sinsentido es un agujero, un hueco en tu vida, y en los momentos en que lo sientes, necesitas salir corriendo a llenarlo. Frankl sugiere que uno de los signos más conspicuos de vacío existencial en nuestra sociedad es el aburrimiento. Puntualiza en cómo las personas con frecuencia, cuando al fin tienen tiempo de hacer lo que quieren, parecen ¡no querer hacer nada!
Esto hace que intentemos llenar nuestros vacíos existenciales con "cosas" que aunque producen algo de satisfacción, también esperamos que provean de una última gran satisfacción, ya sea, llenar nuestras vidas con placer, comiendo más allá de nuestras necesidades, bebiendo, dándonos "la gran vida", llenando nuestras vidas con el trabajo, con la conformidad, con la convencionalidad. La cualidad que define a estos círculos viciosos es que, no importa lo que hagamos, nunca será suficiente.
Entonces, ¿cómo hallamos nuestro sentido? Frankl nos presenta tres grandes acercamientos: el primero es a través de los valores experienciales, o vivenciar algo o alguien que valoramos. La segunda forma de hallar nuestro sentido es a través de valores creativos, en cómo "llevar a cabo un acto" al decir de Frankl.
Esta sería la idea existencial tradicional de proveerse a sí mismo con sentido al llevar a cabo los propios proyectos, o mejor dicho, a comprometerse con el proyecto de su propia vida. Incluye, evidentemente, la creatividad en el arte, música, escritura, invención, etc.
La tercera vía de descubrir el sentido es aquella de la que pocas personas además de Frankl suscriben: los valores actitudinales. Estos incluyen virtudes como la compasión, la valentía y un buen sentido del humor, entre otros. Pero el ejemplo más famoso de Frankl es el logro del sentido a través del sufrimiento. El autor nos brinda un ejemplo de uno de sus pacientes: un doctor cuya esposa había muerto, se sentía muy triste y desolado. Frankl le preguntó: "¿Si usted hubiera muerto antes que ella, cómo habría sido para ella?".
El doctor contestó que hubiera sido extremadamente difícil. Frankl puntualizó que al haber muerto ella primero, se había evitado ese sufrimiento, pero ahora él tenía que pagar un precio por sobrevivirle y llorarle. En otras palabras, la pena es el precio que pagamos por el amor. Para este doctor, esto dio sentido a su muerte y su dolor, lo que le permitió luego enfrentar la situación. Su sufrimiento tuvo un sentido.
Tener un sentido de sí mismo, sentido de pertenencia a una comunidad, sentido de una razón de ser, nos protege frente a lo más difícil y doloroso. En este proceso debemos aprender sobre la decencia, la honestidad, la compasión, el juego justo, esto es, ser capaces de responder a lo que les pasa a los otros, esto nos produce auto respeto.
La Mistral tiene un poema maravilloso, de una enorme vitalidad e invitación a ser:
Carácter
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú.
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú.
Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú.
Sé tú el que aparta la piedra del camino.
El ser humano debe estar atento a un sentido que se manifiesta. Ante la adversidad si la actitud es de aceptación, el sufrimiento se transforma en logro. La persona que desarrolla los valores creativos se mueve en los parámetros de éxito o fracaso, la que desarrolla los valores vivenciales se mueve en los parámetros de cumplimiento o desesperación, pero la que desarrolla los valores de actitud se mueve en los parámetros de humildad u orgullo.
Las opiniones vertidas en este espacio, no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes.