¿Control al dólar o a la gente?
Las palabras de un funcionario de Afip sobre que están controlando a la gente expresan la decisión del Gobierno de imponer un cerrojo cambiario para impedir una disparada del dólar.
En medio de un clima de agitación en los mercados financieros y bancarios, el dólar comenzó otra vez a "moverse" en la Argentina. Es decir que hubo una mayor demanda de la moneda extranjera, que esta vez alcanzó casi los seis pesos por unidad, uno de los puntos más altos de los últimos tiempos.
No hubo una "corrida cambiaria" en sentido estricto, pero que el fenómeno es preocupante lo demuestra que la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) volvió a acentuar los controles, cuyo objetivo es vigilar el valor del dólar fiscalizando a los contribuyentes que tomen créditos en el sistema financiero y, sobre todo, a aquellos que compren divisas en el mercado oficial y las vendan en el paralelo.
En una palabra, se vuelve a un control mucho más estricto de la compraventa de divisas extranjeras y de las declaraciones juradas de los bienes personales, y de los movimientos operados en esos asentamientos.
Sobre la base de esos datos, la Afip hará un chequeo permanente sobre si los contribuyentes informaron todas las compras de dólares que efectuaron el año pasado.
"La idea es decirle a la gente que la estamos controlando", dijo un alto funcionario de la Afip, quien recordó que comprar dólares en el mercado oficial y venderlos en el paralelo "es evasión e infracción cambiaria".
Estas palabras son demasiado fuertes y duras como para que no queden dudas de su alcance y significado. En la Argentina está prácticamente cerrado el mercado de cambios y no se pueden comprar dólares, menos venderlos en el mercado paralelo y menos todavía girarlos al exterior, lo que genera enormes inconvenientes.
A nadie escapa el efecto que tendrán –que ya están teniendo– estos controles en el comercio exterior y el movimiento de importaciones y exportaciones. La falta de insumos extranjeros y su incidencia en el mercado interno, que ya se están haciendo sentir en el sector productivo, son más que evidentes.
La presidenta de la República ha dicho que en la Argentina no va a haber cambios bruscos ni nada raro, y dio al respecto un argumento bastante poco consistente desde el punto de vista técnico: "No nos gustan los shocks , somos responsables y previsibles y somos mayoría los que queremos que al país le vaya bien".
En cambio, fueron más precisos los funcionarios de la Casa Rosada cuando insistieron en que la decisión es mantener el cerrojo cambiario y las restricciones para comprar dólares. Y fueron más claros aún cuando dijeron que la Afip continuará con los férreos controles policiales, aplicando la ley penal cambiaria, para impedir la venta del dólar paralelo.
No habrá, pues, marcha atrás en una cuestión que ha adquirido rango político, judicial y hasta policial.
No hubo una "corrida cambiaria" en sentido estricto, pero que el fenómeno es preocupante lo demuestra que la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) volvió a acentuar los controles, cuyo objetivo es vigilar el valor del dólar fiscalizando a los contribuyentes que tomen créditos en el sistema financiero y, sobre todo, a aquellos que compren divisas en el mercado oficial y las vendan en el paralelo.
En una palabra, se vuelve a un control mucho más estricto de la compraventa de divisas extranjeras y de las declaraciones juradas de los bienes personales, y de los movimientos operados en esos asentamientos.
Sobre la base de esos datos, la Afip hará un chequeo permanente sobre si los contribuyentes informaron todas las compras de dólares que efectuaron el año pasado.
"La idea es decirle a la gente que la estamos controlando", dijo un alto funcionario de la Afip, quien recordó que comprar dólares en el mercado oficial y venderlos en el paralelo "es evasión e infracción cambiaria".
Estas palabras son demasiado fuertes y duras como para que no queden dudas de su alcance y significado. En la Argentina está prácticamente cerrado el mercado de cambios y no se pueden comprar dólares, menos venderlos en el mercado paralelo y menos todavía girarlos al exterior, lo que genera enormes inconvenientes.
A nadie escapa el efecto que tendrán –que ya están teniendo– estos controles en el comercio exterior y el movimiento de importaciones y exportaciones. La falta de insumos extranjeros y su incidencia en el mercado interno, que ya se están haciendo sentir en el sector productivo, son más que evidentes.
La presidenta de la República ha dicho que en la Argentina no va a haber cambios bruscos ni nada raro, y dio al respecto un argumento bastante poco consistente desde el punto de vista técnico: "No nos gustan los shocks , somos responsables y previsibles y somos mayoría los que queremos que al país le vaya bien".
En cambio, fueron más precisos los funcionarios de la Casa Rosada cuando insistieron en que la decisión es mantener el cerrojo cambiario y las restricciones para comprar dólares. Y fueron más claros aún cuando dijeron que la Afip continuará con los férreos controles policiales, aplicando la ley penal cambiaria, para impedir la venta del dólar paralelo.
No habrá, pues, marcha atrás en una cuestión que ha adquirido rango político, judicial y hasta policial.