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Condenan a violador serial de unas 50 mujeres

El veredicto del juicio que se le sigue a un hombre acusado de ser un violador serial que desde 1995 abusó de unas 50 mujeres bajo la modalidad "hombre araña", en la Capital Federal y la zona norte del Gran Buenos Aires, se conocerá hoy en los tribunales de San Isidro.

Fuentes judiciales informaron a Télam que la lectura del fallo se realizará a las 14, en el entrepiso del edificio situado en Ituzaingó 340, en dicha localidad bonaerense.

El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 5 de San Isidro dará a conocer si condena o no al acusado Marcelo Angel Fasano (37) y en el primero de los casos fijará el monto de la pena.

En los alegatos del miércoles pasado, el fiscal de juicio, Patricio Ferrari, pidió al TOC, integrado por los jueces Raúl Alberto Neu, Mario Eduardo Kohan y Ezequiel Igarzábal, que el imputado sea condenado a 37 años y medio de prisión.

Según las fuentes, en este proceso, Fasano es juzgado por sólo cinco de las violaciones, cometidas en 1998 y 1999, en las localidades bonaerenses de Olivos, Martínez y San Fernando.

En el último de los lugares mencionados, al hombre se lo acusa de haber violado a una misma joven dos veces con apenas unos días de diferencia.

Por esos hechos, Ferrari le imputó al enjuiciado los delitos de "violaciones reiteradas, robos calificados por escalamiento reiterados" y un hecho de "robo calificado por el uso de arma", todos "en concurso real".

Como agravantes, el fiscal destacó la "nocturnidad" en la que se cometieron los abusos y "los daños psicológicos" provocados a las víctimas, dijeron los informantes.

Mientras que como atenuante, Ferrari señaló que Fasano es "primario" ya que al momento de los hechos no contaban con antecedentes penales -aunque años después el imputado fue condenado por otros delitos-.

En su alegato, el fiscal se basó en pruebas como los reconocimientos de voz que efectuaron las víctimas, un cotejo de ADN positivo y el indicio que surgió de "la reiteración de la modalidad delictiva".

Por su parte, el defensor oficial Carlos Aquino pidió la absolución de Fasano por el beneficio de la duda y, subsidiariamente, que le apliquen una pena menor a la solicitada por la fiscalía.

El defensor se basó en que esa elevada pena sólo se aplica en casos de delitos que ponen en riesgo la democracia, por lo que consideró que en este caso el máximo no puede superar los 25 años de prisión.

Tras los alegatos, el TOC dio a Fasano la oportunidad de pronunciar sus "últimas palabras" y el imputado dijo: "Que Dios nos ampare a todos", precisaron las fuentes.

Los hechos ventilados en el debate fueron cometidos de la misma manera: el violador escalaba e irrumpía a departamentos ubicados entre el primer y el tercer piso, siempre atacaba entre las 3 y las 6, sorprendía a sus víctimas mientras dormían, las ataba de pies y manos y les vendaba los ojos para que no lo vieran.

Además, elegía de los cajones la ropa interior que debían colocarse sus víctimas para la violación y siempre tenía olor a tabaco o fumaba delante de las mujeres.

Pero además de un tatuaje que algunas mujeres alcanzaron a verle, el sello más característico del "hombre araña violador" era una frase mentirosa con la que intentaba calmar a sus víctimas: "No soy asesino ni violador, soy sólo un ladrón".

Es que el hecho siempre empezaba como un robo pero continuaba con las violaciones.

Por otro lado, Fasano se encuentra procesado con prisión preventiva por otras 11 violaciones cometidas bajo la misma modalidad pero en Capital Federal.

De acuerdo a la investigación, el imputado cometió los ataques en dos períodos distintos: entre 1995 y 2001 y entre 2007 -cuando salió de la cárcel-, y 2009.

Los detectives de la División Delitos contra la Salud de la Policía Federal sospechan que en esos períodos Fasano violó a por lo menos 51 mujeres en 42 hechos distintos, ya que en algunas oportunidades atacó a dos y hasta a tres mujeres en forma simultánea.

Finalmente, Fasano volvió a quedar detenido el 28 de agosto de 2009, en su casa del partido bonaerense de Escobar, donde convivía con su esposa, una mujer policía que en ese entonces estaba embarazada.

Uno de los elementos para identificarlo y localizarlo fue un teléfono celular que el 8 de enero de ese año le robó a la última víctima, una estudiante belga que vivía en Guatemala al 6000 de Palermo Hollywood.