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¿Con pocas ganas?: las claves para encender el deseo en la pareja

La hiposexualidad es un mal que afecta cada vez a más a las personas y comienza con la falta o la ausencia total del deseo sexual. Las causas y las posibles soluciones

La famosa frase: "Me duele la cabeza" no es sólo una manera popular de ironizar acerca de las miles de excusas que existen para esquivar la iniciativa sexual de nuestro compañero de cuarto. En forma creciente, hombres y mujeres se sienten desganados, desmotivados o indiferentes a cualquier tipo de experiencia sexual (coito, masturbación, juegos eróticos), sin ser este el resultado de no sentirse atraído por el otro, sino más bien, una pérdida del interés hacia la actividad sexual en general.

El escaso interés por el sexo suele aparecer, o bien, de un día para el otro, o bien, muy lentamente. Por ser una patología poco difundida, la persona puede no darse cuenta de qué le sucede exactamente. Si a esta sensación de incertidumbre le sumamos el miedo a herir los sentimientos de nuestra pareja, el resultado inmediato suele ser esquivar la situación, esgrimiendo toda clase de excusas que, con el paso del tiempo, quedan al descubierto. Entonces llega la incómoda pregunta del otro: "¿Qué te pasa?".

Una vez parados frente al conflicto, es bueno ser sinceros y decir con total naturalidad que se está atravesando un período de desgano sexual. Ponerle palabras a cada duda y dejar de lado las excusas es el mejor camino para encontrar un refugio en nuestra pareja y, por qué no, darle solución a la apatía.

El psicólogo y sexólogo Ezequiel López Peralta explica en profundidad las causas de una patología que, si bien recae más en las mujeres, en los últimos años viene afectando a ambos géneros casi por igual: "La hiposexualidad es una disfunción de la fase de deseo de la respuesta sexual, que técnicamente se denomina 'deseo sexual hipoactivo'. Las causas son complejas y pueden involucrar factores físicos (enfermedades, uso de medicamentos, dolor), psicológicos (estrés, depresión, preocupaciones, pensamientos negativos), vinculares (relaciones mal avenidas, discusiones, violencia, cortejo pobre, déficit en la comunicación) y sociales (exigencias desmedidas o crisis socioeconómicas)".

Fuera de estos parámetros, están las personas que genéticamente se encuentran predispuestas a un desgano en materia sexual. Es decir, su termostato sexual es bajo por naturaleza, y no sienten deseo, independientemente de las características de la pareja, de su estado psicológico y las circunstancias de vida que les toque atravesar.

Cómo salir adelante

Cuando uno está frente a un problema, lo primero es asumirlo como tal. Después, lo más importante es encontrar la causa. Ya que no es lo mismo un problema físico que uno psíquico; en consecuencia, el tratamiento tampoco será igual. No experimentar ningún estímulo sexual puede constituir un grave problema de pareja, incluso, hasta llegar a hablar en términos de separación. Por eso es importante ponerse en manos de un profesional (clínico, psicólogo o sexólogo) que analice el caso y pueda dar comienzo al tratamiento.

Es central no realizar este camino solos, sino fomentar el diálogo y buscar comprensión, ya que es la voluntad de las partes la que ayuda a superar esta dificultad, que suele ser pasajera si se busca ayuda a tiempo.

Otro punto importante a destacar es que la hiposexualidad acarrea muchas presiones psicológicas para quienes la padecen. No sólo se enfrentan problemas de pareja, sino que se debe lidiar con los propios sentimientos de culpa y la autodiscriminación respecto del resto de las personas: "Es común sentir una fuerte angustia al ver cómo, para el resto del mundo, el sexo es parte fundamental de la vida; y para nosotros, no. Por ello, no es casual que la primera pregunta que se hace en una consulta médica, luego de manifestar el problema, sea: 'Doctor, ¿soy anormal?'".

En nuestro país, un 60% de las parejas que consultan a un especialista en sexualidad lo hacen por este tema: "A veces, no es el motivo de consulta manifiesto y aparece velado detrás de otro tipo de disfunciones sexuales que quizás producen una mayor preocupación, como la disfunción eréctil masculina o la anorgasmia femenina".

Una solución a medida
El diseño del tratamiento se realiza teniendo en cuenta las causas del problema. Por ejemplo, si el diagnóstico del profesional arroja un cuadro de inhibición del deseo sexual debido a una depresión, es necesario ocuparse primero de dicha patología y hacer un seguimiento del deseo sexual, según la evolución del tratamiento psiquiátrico.

Ahora bien, si la falta de deseo sexual se debe, por ejemplo, al hipotiroidismo, es necesario el abordaje de esa enfermedad. Si se cree que el origen está relacionado con el consumo de un determinado fármaco, el médico verá la posibilidad de sustituirlo por otro que tenga una acción menos perjudicial. Así, cada caso particular tendrá su solución personalizada.

La intervención de un terapeuta sexual llega cuando se determina que el origen del problema es psicológico: "El abordaje del deseo sexual hipoactivo consiste, brevemente, en aumentar la conciencia del paciente, mostrándole cómo él regula de manera disfuncional su deseo sexual. Se trata de entrenarlo para acentuar la atención en los aspectos positivos de su pareja y de su relación sexoerótica, y para desacentuar el enfoque sobre lo negativo; entrenarlo en el uso de la fantasía sexual".

La hiposexualidad, así tenga una raíz física o emocional, es tratable. Lo importante es detectar el problema, ser sinceros con nuestra pareja y buscar la ayuda adecuada.