Con el sello de su carrera política
*Por Manuel Garrido. La vía escogida por el vicepresidente Amado Boudou para ejercer su defensa no debería sorprender a nadie...
... ya que tiene el sello de su carrera política: el aventurero que siempre redobla la apuesta va por más.
Ahora embiste contra la Justicia. Maldice una suerte que siempre le había sido propicia, pero que parece haberlo abandonado desde que el bolillero de Comodoro Py dio un veredicto inesperado. No duda en arremeter contra un juez cercano al Gobierno, pero prolijo, y con un prestigio bien ganado que no parece dispuesto a rifar.
En la brutal embestida de anteayer, Boudou utilizó los clichés del kirchnerismo y prestidigitó el relato en beneficio propio, tratando vanamente de contagiar de mística a una vulgar cuestión de negocios, y de tildar de "operación del mal" a una ordinaria investigación judicial, si bien infrecuente por estos pagos.
Los riesgos del genético maniqueísmo del oficialismo se ven aquí exacerbados por la mera conveniencia y el sospechoso en riesgo no duda, entonces, en emponzoñar con el anatema de Clarín a jueces y fiscales que por mandato constitucional tienen el deber de ser críticos e independientes.
El vicepresidente, en un acto de gravedad institucional indescriptible, tilda de mafiosos a jueces y fiscales sin más prueba que su deseo y su necesidad desesperada de zafar como los demás.
Todo es aderezado con una cuota de megalomanía y otra de ignorancia acerca del rol de los responsables de una investigación criminal: verificar la hipótesis acusatoria y sumar pruebas es su trabajo y no una operación urdida por las fuerzas del mal.
Boudou, en un suicida exabrupto, tampoco se olvida de asociar con la mafia al estudio del procurador general de la Nación, Esteban Righi, cuya existencia e influencia el oficialismo hasta ahora callaba y eficazmente ha disfrutado. Seguramente, como represalia por no domesticar a un juez que él promovió y a un fiscal que se halla bajo su jerarquía.
En su desesperación, el vicepresidente divide al propio oficialismo y compromete, al evocarla, a la Presidenta en una estrategia de defensa generadora de imprevisibles daños colaterales y dudosamente efectivos.
Sería letal para la causa que el juez se excusara o fuera apartado. El mamarracho protagonizado por Amado Boudou no debería, en un país normal, alterar el desarrollo del proceso. Y es en los Tribunales donde debe defenderse quien se considere imputado.
La responsabilidad del vicepresidente es mayúscula y no parece estar a la altura de las circunstancias. Nadie mejor que él debería saber que "calavera no chilla".
APOYO DE LOS FISCALES A RÍVOLO
El titular de la Asociación de Fiscales y Funcionarios del Ministerio Público, Carlos Donoso Castex, apoyó ayer a Carlos Rívolo, a cargo de la investigación del caso Ciccone, y negó que fuera "una telenovela", en respuesta a las duras críticas expuestas por el vicepresidente Amado Boudou.
Ahora embiste contra la Justicia. Maldice una suerte que siempre le había sido propicia, pero que parece haberlo abandonado desde que el bolillero de Comodoro Py dio un veredicto inesperado. No duda en arremeter contra un juez cercano al Gobierno, pero prolijo, y con un prestigio bien ganado que no parece dispuesto a rifar.
En la brutal embestida de anteayer, Boudou utilizó los clichés del kirchnerismo y prestidigitó el relato en beneficio propio, tratando vanamente de contagiar de mística a una vulgar cuestión de negocios, y de tildar de "operación del mal" a una ordinaria investigación judicial, si bien infrecuente por estos pagos.
Los riesgos del genético maniqueísmo del oficialismo se ven aquí exacerbados por la mera conveniencia y el sospechoso en riesgo no duda, entonces, en emponzoñar con el anatema de Clarín a jueces y fiscales que por mandato constitucional tienen el deber de ser críticos e independientes.
El vicepresidente, en un acto de gravedad institucional indescriptible, tilda de mafiosos a jueces y fiscales sin más prueba que su deseo y su necesidad desesperada de zafar como los demás.
Todo es aderezado con una cuota de megalomanía y otra de ignorancia acerca del rol de los responsables de una investigación criminal: verificar la hipótesis acusatoria y sumar pruebas es su trabajo y no una operación urdida por las fuerzas del mal.
Boudou, en un suicida exabrupto, tampoco se olvida de asociar con la mafia al estudio del procurador general de la Nación, Esteban Righi, cuya existencia e influencia el oficialismo hasta ahora callaba y eficazmente ha disfrutado. Seguramente, como represalia por no domesticar a un juez que él promovió y a un fiscal que se halla bajo su jerarquía.
En su desesperación, el vicepresidente divide al propio oficialismo y compromete, al evocarla, a la Presidenta en una estrategia de defensa generadora de imprevisibles daños colaterales y dudosamente efectivos.
Sería letal para la causa que el juez se excusara o fuera apartado. El mamarracho protagonizado por Amado Boudou no debería, en un país normal, alterar el desarrollo del proceso. Y es en los Tribunales donde debe defenderse quien se considere imputado.
La responsabilidad del vicepresidente es mayúscula y no parece estar a la altura de las circunstancias. Nadie mejor que él debería saber que "calavera no chilla".
APOYO DE LOS FISCALES A RÍVOLO
El titular de la Asociación de Fiscales y Funcionarios del Ministerio Público, Carlos Donoso Castex, apoyó ayer a Carlos Rívolo, a cargo de la investigación del caso Ciccone, y negó que fuera "una telenovela", en respuesta a las duras críticas expuestas por el vicepresidente Amado Boudou.