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Con el colla, pero no con las alforjas

Los refranes, y en general todas las expresiones populares de tono sentencioso pecarán de vulgares, más de una vez; de contener no un solo mensaje, en ciertos casos; y, asimismo, de pretenciosos, como se advierte en su actitud de excesiva seguridad en lo que afirman.

Pero no puede negárseles su aguda percepción de la realidad, su ocurrente facultad de establecer relaciones entre las ideas y las cosas y ese casi infaltable gracejo que hace que los refranes, los dichos, las sentencias, los aforismos, las máximas, los proverbios y los adagios tengan un poder de seducción, de convicción, de cosa deleitosa, de argumento irrebatible, que los pone siempre cerca de los que escriben, de los que hablan a los grupos y las multitudes y de los que necesitan, como ocurre en tantos casos, fundamentar algún punto de vista por una vía más corta y terminante.

Esta vez en que el asunto es la defectuosa manera como se confeccionaron las boletas del servicio eléctrico correspondientes al cuarto bimestre de este año -las facturas llegaron a los usuarios encarecidas al doble en relación con el bimestre anterior- y la enardecida sorpresa de los docentes ante las irregularidades en el cálculo de sus nuevos salarios, aquella advertencia popular que previene que se puede "jugar con el colla pero no con las alforjas" es inmejorable atajo para eludir las sendas discursivas convencionales, más extensas y prolijas pero difícilmente más eficaces.

Los clientes de EDECAT que pagaron "de más" y los maestros y profesores que han cobrado "de menos" seguramente admitirán que han pasado por una experiencia ingrata, probablemente en mayor grado en el caso de los afectados en su retribución mensual, que es la que posibilita la subsistencia y el cumplimiento de las otras responsabilidades económicas de los asalariados.

En lo que respecta a las facturas de EDECAT, los perjudicados fueron 14.019 usuarios residenciales que en el bimestre junio-julio consumieron más de mil kilovatios. No obstante la evidencia de que se había producido una sobrefacturación, tuvieron que afrontar el pago, con las molestias del caso, que no quedan anuladas sólo porque, después, se reconoció el error de la distribuidora y se han arbitrado las formas del reintegro.

Los usuarios de EDECAT, pese a su disgusto, no demostraron tener interés en que los ejecutores directos del error sean castigados por su negligencia. Uno de los dirigentes de los gremios docentes, en cambio, sugirió que la mala liquidación fue maniobra malintencionada, por lo que reclamó investigación y castigo.

En verdad, no pueden admitirse irregularidades en procesos administrativos tan rutinarios como la determinación de la deuda por una obligación de cada bimestre -las boletas de EDECAT- o de unos salarios mensuales alterados por un retoque derivado de un acuerdo salarial alcanzado por los educadores y el Gobierno.

Las malas liquidaciones son parte nada casual de la suerte de los asalariados de la educación. Cuando, como en esta oportunidad, se trata de casos tan numerosos como que son la totalidad, la corrección es más probable. No pasa lo mismo cuando se está ante deficiencias que corresponden a casos particulares. En estas situaciones, el peregrinaje en procura de la normalización es laberíntico e incierto.

"Jugar con el colla pero no con las alforjas" debería ser un texto de obligatoria exhibición en las áreas liquidadoras de salarios y de elaboración de facturas como las del servicio eléctrico. Las alforjas son demasiado escuálidas como para que alguien halle diversión en incrementar sus insuficiencias.

Ni las boletas de EDECAT, ni los salarios de los trabajadores deberían resultar afectados por la falta de idoneidad de sus calculadores.