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Competitividad y desarrollo

La Argentina pierde competitividad a pesar de tener una economía en crecimiento. Pero pierde espacios en el respeto del Estado de derecho y en la garantía de los derechos individuales.

Nuestro país ha tenido un período bastante largo, en relación a sus ciclos históricos, de altas tasas de crecimiento de la economía. Mucho se discute cuánto hay de mérito propio en la política económica de estos años y cuánto obedece a condiciones internacionales muy favorables al país.

 Un modo de ver este asunto es analizando si se ha ganado en competitividad internacional, ya que de ser así se estarían creando las condiciones para un desarrollo sostenible en el largo plazo. Diversos estudios muestran que, lamentablemente, no estaríamos en esa senda.

Hace unos días IDESA, un reconocido centro de estudio de problemas económicos y sociales, ha difundido un trabajo que muestra que Argentina retrocede en el ranking de competitividad. Analiza tres índices que de diversas maneras procuran medir la capacidad de competir en el mundo y atraer inversiones indispensables para el desarrollo.
 
Advierte IDESA que estos índices, compuestos de diversas variables, tienen siempre un cierto grado de discrecionalidad y son pasibles de cuestionamientos. Pero también señala la coincidencia en mostrar al país muy rezagado, y descendiendo, en comparación con otros, mas aún cómo hemos sido superados por Chile, Perú y Colombia.

Uno es  el Índice de Competitividad Mundial, que se elabora en  Suiza y toma en cuenta para medir la capacidad de generación riqueza factores tales el desempeño económico, la eficiencia del gobierno, el entorno para hacer negocios y la infraestructura. En este caso sobre 59 países analizados Argentina ocupa el lugar 54 y ha descendido tres lugares desde el 2007.

A su vez el Banco Mundial elabora un índice denominado "Haciendo Negocios" y sobre 183  países no ubica en el puesto 115, también en retroceso respecto a cuatro años atrás. Finalmente el Índice de Competitividad Mundial, del Foro Económico Mundial, Argentina figura en lugar 87 entre 139 países. Como puede verse en todos los casos lejos de los primeros, más bien hacia el fondo del pelotón.

Idesa se pregunta ¿Cómo se explica en la Argentina una combinación de una economía en crecimiento con boom de consumo y gasto público, en un marco de persistente pérdida de competitividad? La respuesta dice es la inédita bonanza internacional. La Argentina crece gracias a que las exportaciones del complejo sojero y automotriz se mantienen, y diseminan al resto de los sectores económicos la pujanza de la demanda externa.

Se coincide en estos estudios que la capacidad de competir, de aumentar la productividad de todos los factores productivos, que es el núcleo generador de desarrollo, reside en definitiva en la calidad institucional de un país. Esa calidad va desde la plena vigencia del estado derecho, de las normas constitucionales que garantizan la separación e independencia de los poderes, la plena garantía de los derechos individuales, políticas estables y previsibles. Pareciera que lejos estamos pasar un examen, aún no muy exigentes, sobre estos temas.

Inmersos ya en la campaña electoral para la elección presidencial de octubre sería muy provechoso que nuestra dirigencia política fuese capaz de instalar estos temas en el debate. De presentarles con claridad a los ciudadanos un preciso diagnóstico de la situación tanto en el orden económico, político, cultural, por que la competitividad surge de una compleja interrelación de esos factores. A su vez cuando ese diagnóstico detecta fallas y problemas deberían efectuar las propuestas concretas, o al menos delinearlas, para superar los escollos.

El debate político, tanto del lado del gobierno como de la oposición, peca de una pobreza tan evidente, que se reduce a puras frases hechas con escasa relación con la realidad que debe enfrentar quien quiera gobernar.

En el país, tanto en instituciones privadas como algunas del sector público, existen investigaciones, trabajos valiosos sobre estos temas. Consta el esfuerzo que hacen esas instituciones para concretarlos, sería bueno que los denominados "equipos técnicos" de los candidatos a altos cargos demuestren que los conocen y pueden aprovecharlos.