Cómo será la recuperación física y psicológica de los niños de Tailandia atrapados en una cueva por 17 días
Los 12 jóvenes y su entrenador seguirán en observación, mientras superan el trance. La opinión de un psiquiatra experto.
En Tailandia el milagro hizo historia... pero ya es historia pasada. Hay que mirar para adelante y ahora resta saber cómo continuará la vida de los doce chicos, de entre 11 y 16 años, y de su entrenador (25), luego de un rescate cinematográfico en una cueva inundada, que tuvo al mundo en vilo.
Después de lo vivido por este equipo de fútbol y del encuentro "a medias" -vidrio mediante- con sus familiares para evitar cualquier contacto y transmisión por temor a infecciones, se hace hincapié de "el otro milagro", que será cómo responderán después de estar 17 días atrapados en una cueva a oscuras y sin alimento.
"Nada de estrés post-traumático ni victimización, acá estamos hablando de un grupo, de un equipo sólido y homogéneo, con un entrenador mayor responsable que es monje budista. Debemos quitar la mirada occidental, y ponernos en la piel de gente que practica la religión budista y que se preparó para salir adelante, no entrar en pánico y mostrarse ante las cámaras con tranquilidad", analiza Moty Benyakar, profesor emérito de la USAL, médico, psicoanalista y psiquiatra de vasta experiencia en catástrofes como el atentado a las Torres Gemelas, el incendio de Cromañón o el Tsunami que golpeó -entre otros lugares- a la costa de Tailandia en 2004.
"Allí pude advertir la fortaleza y la serenidad que desplegaron ante semejante tragedia. No es que no sientan dolor ni sufrimiento, pero sin duda cuentan con otra manera de enfrentar el drama, muy distinta de lo que ocurre en el continente americano. Para ellos -los tailandeses-la religión y la vida espiritual son un plus, una herramienta vital que les permite afrontar este impacto disruptivo".
La información oficial dice que por lo pronto, los doce chicos y el entrenador permanecerán aislados de sus parientes. Aunque no presentan problemas de salud considerables, los médicos buscan que superen la situación de la mejor manera posible.
El comportamiento de los chicos sorprendió, también, por su disciplina y puntillosidad. "Ellos cumplieron al pie de la letra las indicaciones de su entrenador apelando a la confianza hacia su líder pero también hacia los equipos de rescate. Acá hubo un gran trabajo de meditación para la administración extrema del agua y del oxígeno", afirma Benyakar.
Insiste Benyakar en no rotular lo vivido en la cueva como un trauma, "sino como un impacto disruptivo que no sabemos cómo repercutirá en el futuro de cada uno de los chicos. Pero se equivocan los medios al repetir estrés y trauma sólo para justificar que las personas tienen una serie de síntomas". Por otra parte, al tratarse de preadolescentes "tienen mucha más capacidad para recuperarse psíquicamente, como ya lo hemos visto y estudiado con generacionales que han sobrevivido al Holocausto".
¿Cuán perentorio sería que los chicos realizaran un tratamiento psicológico? "Habría que ver caso por caso, pero a simple vista no da la sensación de que requieren urgente un tratamiento, sí hablar con ellos, estar cerca, entender qué y cómo lo están viviendo. No hay que confundir: no toda persona que sufre una situación disruptiva deba recibir tratamiento, pero sí asistirlo", puntualiza Benyakar, que alude a "la inmunidad psíquica, que es la capacidad de defensas internas que tiene una persona para enfrentar este tipo de situaciones. Esa inmunidad se cultiva gracias al entorno, la familia, la cultura y la religión".
Sobre la imposibilidad de aceptar la invitación a la final de la Copa del Mundo en Rusia -el domingo 15 de julio-, "hubiese sido un premio para ellos, que son amantes del fútbol, pero volvemos a su idiosincrasia y al budismo, que desdramatiza todo. Los chicos entienden que ahora no están en condiciones de vivir un acontecimiento como ése, pero seguramente no faltará otra oportunidad".
(Fuente: Clarín)