Cómo generar miles de puestos de trabajo con el Astillero Río Santiago
Por Ángel Cadelli y Marcelo Pérez. El trabajo, el compañero fiel en todas las épocas.
Dólar blue, tarifazos, contado con liqui, inflación, fondo monetario, desocupación, etc, son resultados de la preeminencia de la patria financiera por sobre el trabajo y la producción. El Plan Trescientos con el cual casi casi se despide el gobierno liberal: 100% de inflación, 100 $/U$, 100% del PBI de deuda. La timba financiera, que no produce pero todo se lo queda. La usura, la ganancia especulativa, a cambio de nada.
Contra eso, la producción de bienes y servicios. El trabajo. Ese amigo fiel y perseverante, compañero leal de todas las épocas, que enseña a desconfiar de sus dos impostores: el éxito y el fracaso.
Para el trabajo, para la industria, el dinero es apenas un insumo más. El objetivo es el bien a producir, el servicio a prestar. En su ecuación económico-financiera, el capital necesario para la obra es una necesidad más que debe ser satisfecha, como la de la mano de obra, el acero, los gases industriales, la energía eléctrica, la pintura. E igual pasa con la ganancia, que no es una obsesión sino más bien una consecuencia necesaria del trabajo, una conditio sine qua non natural, explícita en el polinomio de cálculo del precio, como los costos y los impuestos. Así trabaja la industria, tranquila y a la luz del sol, directa y transparente, haciendo lo que se debe, sin zonas ocultas ni atajos ilegales, cumpliendo y haciendo cumplir toda ley o regla que corresponda.
Y en esta tarea de producir bienes y servicios, la industria socializa en trabajo feraz el capital que tan bien acumula. Lo suyo no son los planes ni la asistencia social, cuya necesidad comprende y contra los cuales no antagoniza. Lo suyo son los presupuestos, los contratos, el trabajo planificado, la producción del bien o el servicio que se traduce para el destinatario en un plazo razonable, una calidad suficiente y un precio justo. Esa es la esencia del ARS que estos cuatro años de parálisis liberal han intentado destruir y debe ser recuperada.
Para ello, a través de la diputada nacional Magdalena Sierra, FpV-FdT, acompañada por Hugo Yasky y Carlos Castagneto entre otros legisladores, han tomado estado parlamentario dos proyectos de ley: Fondo de Desarrollo de la Industria Naval Nacional, FODINN, y Transporte por Agua con Reserva de Cargas, mediante los cuales la Patria argentina y su Pueblo trabajador recuperan el financiamiento genuino para la industria naval y el mercado interno para la marina mercante. Lo primero mediante un módico 2% de impuesto al flete, lo segundo mediante el derecho soberano que tiene todo país a transportar la mitad de lo que entra y sale de su territorio en bodega nacional. Conceptos que la Argentina auto destruyó en los ´90s… Menem lo hizo.
Así el FODINN recaudará un piso de U$ 140 millones/año hasta un techo de U$ 360 millones/año, a partir de los U$ 7.000 millones/año que, gracias al comercio exterior argentino, hoy facturan multinacionales del transporte que usan tripulaciones extranjeras y construyen sus buques fuera del país. Así también, Reserva de Cargas mediante, aparecerá un mercado interno de fletes de U$ 3.500 millones/año para toda naviera que se radique en Argentina y construya sus buques aquí. Las cuentas son tan simples como contundentes: para navegar un buque, bastan entre 15 y 25 tripulantes (actividad capital intensiva, que acumula)… pero para fabricarlo se necesitan 1.500 personas durante 2 años (tarea mano de obra intensiva, que socializa en trabajo real el capital acumulado por la naviera). Así se complementan el servicio de transporte (el flete) del comercio exterior con la provisión del bien de capital (el buque) que lo permite en un círculo virtuoso de trabajo.
Tercera pata del trípode, last but not least, es la ELMA del Siglo XXI, proyecto de ley también con estado parlamentario a través de Adrián Eduardo Grana y Walter Correa, Frente de Todos, Morón y Moreno, que recrea la naviera estatal aggiornada como Empresa de Líneas Multimodales Argentinas, a tono del actual transporte puerta a puerta, que carga en origen y descarga en destino, absorbiendo en su gestión la sinergia de todos los modos de transporte necesarios. Así aparece también el Estado Empresario a cuya sombra protectora crecerán los emprendimientos, como antes surgieron la industria petrolera a la vera de YPF, la siderúrgica con SOMISA, la naval con ARS, la nuclear con CONEA, la del carbón con YCF, y así siguiendo. Es el modo argentino de desarrollo: un gran emprendimiento estatal, en anulación y reemplazo a la gran burguesía nacional, que nunca tuvimos ni jamás tendremos, y con las PYMEs satelitales concurriendo en su pequeña escala… pero siendo la principal fuente de trabajo argentino, y por ello productora del mayor valor agregado.
Consecuentemente con lo expuesto, que no requiere aporte de los Recursos Generales de la Nación ni de la Provincia, constituyendo una actividad auto sustentada en el círculo virtuoso mencionado, vaya nuestra cadena de valor industrial:
1. Chatarra naval = 0,10U$/kgr
2. Laminados en caliente = 1 U$/kgr
3. Pieza de Calderería = 3 U$/kgr
4. Pieza Fundida = 5 U$/kgr
5. Pieza Forjada = 7 U$/kgr
6. Pieza Mecanizada = entre 9 y 12 U$/kgr
7. Pieza de Motor = entre 18 y 28 U$/kgr
Todo lo cual es exactamente de la misma composición química que la chatarra de partida, porque lo que las diferencia es el valor agregado en cada caso: el trabajo humano industrial invertido para saltar de uno a otro. Por eso amamos óxido, chispas, estruendo de taller, grasa, humo, fuego… el sudor y la mugre que rodean nuestros días de trabajo: porque gracias a ellos llevamos el pan a la mesa, mandamos los chicos al colegio, nos hacemos la casita. Y si alguien nos pregunta qué somos, contestamos con el trabajo: peluquera, soldador, enfermera, calderero, costurera, oxigenista, sirvienta, albañil, ama de casa, fresador, maestra, tornero, cocinera. Porque el Pueblo trabajador de la Patria argentina hace de su empleo su ser, su identidad, su forma de existir… y la desocupación lo destruye.
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