Comenzó el asalto oficial
Por Rodolfo Cavagnaro* El miércoles comenzó a desatarse la ofensiva oficial contra YPF, con los anuncios de la reversión de áreas concesionadas.
El primer movimiento lo hizo el gobernador de Chubut, Martín Buzzi, y lo hizo con dos áreas ubicadas al norte de la provincia que corresponderían a yacimientos agotados que pueden requerir mucha inversión para intentar sacarles algo más durante un tiempo mayor. El otro movimiento le corresponde a Santa cruz, con tres áreas.
Ambas provincias tienen diferencias en su modo de relación con YPF, aunque ambas dependen, fundamentalmente, de los ingresos por regalías, ya que no tienen complejos industriales que ayuden a acrecentar en forma importante la riqueza provincial. Es que en Chubut la petrolera tiene sólo 16% de la producción, mientras en Santa Cruz aporta el 75%.
Por otra parte, en la provincia de los Kirchner, YPF le ha adelantado regalías al gobierno para que pueda hacer frente a gastos corrientes, que éste debe devolver hasta el mes de junio próximo. Más allá de estas situaciones, ninguno puede darse el lujo de quedarse sin el flujo de regalías, ya que caerían en cesación de pagos inmediatamente.
Por eso tratan de manejarse con cuidado. Si se concreta la reversión, la provincia no podrá disponer de ellas por seis meses como mínimo, ya que la empresa prepara un batalla judicial. Si finalmente gana, le llevará unos 12 meses más el proceso de conseguir un nuevo operador que se asocie con las empresas provinciales, que serían los nuevos dueños.
Mendoza también entró en la carrera para ver quién era más obediente, y el gobernador, Francisco Pérez, que siendo ministro le renovó las concesiones a YPF por 15 años en 2011, ahora se dio cuenta de que había yacimientos donde no había invertido. El apriete para que dé marcha atrás con el precio de los combustibles en el sur de la provincia dio resultado pero traerá otra consecuencia. Como las otras petroleras aumentaron y nadie les dijo nada, toda la demanda cayó sobre YPF y eso asegura que no habrá abastecimiento adecuado.
Es bueno que las provincias comiencen a presionar a las compañías para que mantengan programas de inversión, pero también sería bueno que se le reclame a la Nación que se pague el crudo, igual que el gas, al precio internacional que es, en definitiva, al precio al que hay que comprar los faltantes. Los consumidores pagarían un precio mayor igual, pero no habría que importar ni gastar divisas.
Las provincias se enfrentan a un problema de caja mientras la Nación los obliga a cumplir el papel de villano. En realidad, a YPF ya le han causado bastante daño. El valor bursátil de la compañía ha caído casi un 25% desde que comenzó el ataque oficial, mientras una calificadora de riesgos le acaba de bajar la calificación de la deuda de largo plazo, lo que la complicará más a la hora de buscar financiamiento para nuevas inversiones.
Indudablemente, YPF se verá obligada a reinvertir utilidades, pero el gran perjudicado será el accionista argentino Esquenazi, ya que depende de la distribución de utilidades para afrontar los pagos de los préstamos que tomó para adquirir un 35% de la empresa, a instancias de Néstor Kirchner.