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COLUMNA DE CRISTINA WARGON - Vacaciones por fin - Parte 1

Hay gente que planea sus vacaciones con un año de antelación, otros invierten meses pero hay quienes- termino de descubrirlo- encuentran una puerta entreabierta y sencillamente huyen hacia la felicidad, como el más artero de los presos. Súmenme a esta lista por favor.

Allí estaba comenzando enero  con ¡ tres! vacaciones frustradas a mi espalda. Por delante el ardiente verano porteño, cuando me habló mi hijo desde Uruguay : algo estaba pasando pero los argentinos no podían sacar plata de los cajeros,  toda la familia (cinco comechigones en total) se hallaban en situación  delicada ¿ podía ver  si había alguna manera de sacar unos  dólares y alguna forma de mandarlos?

He ahí mi puerta abierta del modo mas inesperado ¡." Yo te los llevo"- grité- Y en no más de unas horas había conseguido la plata, armado una valijita diminuta y salido  corriendo.

Previamente alcé una plegaria a todos los funcionarios argentinos que habían armado semejante enredo ¡ está claro mi ideología solo se  canjea por felicidad!.

Igual cundían sombrías versiones de perros que olfateaban el dinero. Me ponía nerviosa pensar en un ovejero alemán oliéndome una teta, lugar ritual donde cualquier vieja judía pone un puñadito de dólares.

Hubiese sido simple declararlos ,dado que estaba estrictamente  dentro de la ley, pero el Gordo Valor no llenaba planillas cuando se fugaba, y ese era exactamente mi ánimo.

Como las comunicaciones desde donde estaban eran pésimas y nuestra organización familiar aun peor, en el momento de partir sólo sabía que debía llegar a Rocha (que es grande como Córdoba y en algún punto de esa provincia, cerca del mar estaban en "la calle de la prefectura numero 400"... Mi bien amado me miraba alarmado :¿ te vas a largar solo con esos datos?.

-    Menos sabía  mi viejo polaco  cuando llegó a Argentina –

Respondí en un alarde de Edipo pionero. Le di un beso, le hice jurarme por Adonai que no se iba a morir, y lo dejé en manos de dos eficaces señoritas ambas mas jóvenes y descansadas  que yo. Le alcancé a ver un brillo  en su mirada  que me sobresaltó . Completé la lista de cuidados con llamados abundantes de sus hijas y una lista de profesionales de la salud que comenzaban con el número del Ministro de Salud e incluían al Dr. Norberto Pascual que es el que suele sacar las papas del fuego y poner a Coco adentro del sanatorio.

Fue tal el apuro que en la disparada me olvide de dos cosas fundamentales ¡ el saquito! ese que toda madre judía lleva tejido en sus entrañas, y la malla que hasta el mas paspado acarrea al mar. De milagro cargué el "libro de las vacaciones" (La liebre de la Patagonia, una belleza imperdible) hacía tanto me estaba esperando  que cuando me lo regalaron era "lo último" y ahora  ya era un clásico.

El saquito no hizo falta y la malla fue reemplazada por una musculosa negra con bombachas ídem, que venía a ser una versión salvaje de la nueva moda. Igual a nadie le importó un pito
La mandé un mail a  mi hija diciéndole: si me pierdo no busquen, firmado: madre fugitiva y antes del amanecer ya estaba en el buque bus. El viaje fue maravilloso. Así llegue a Montevideo esperando algún mensaje de texto que me indicara para donde seguir , Carolina solo me mandaba mensajes obsesivos pidiendo cigarrillos y mandando cariños. Mi felicidad era inenarrable.

Continuara