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COLUMNA DE CRISTINA WARGON ¡Qué te parió Serrat!

Escribo en nombre de las que por entonces teníamos entre y quince y veinte años. Y vos llegaba por primera vez al país, con esa guitarrita rasposa pero todos los soles colgados en tu sonrisa... En nombre de las que, ahora veteranas, nos morimos de amor con tu primera canción y no nos desamoramos nunca más.

Las que siempre soñamos conocer  de tu  mano el Mediterráneo,  que nuestro nombre te sabiera a hierbas, ir con vos a la Fiesta, no  permitirte desojar cada noche una margarita y compartir el sueño de la libertad, porque hasta en eso ,majo, coincidíamos.

Todas nosotras  teníamos las fantasías mas calientes, rosadas y húmedas, y cada una guardaba una imaginaria valijita preparada para huir a cualquier lado, con que solo nos hicieras un guiño. Sin embargo cada vez que venias al país te llevabas, a otra!.Quizás mas linda que nosotras pero nadie es demasiado fea cuando se tiene veinte años  Seguro -pensábamos -que es mas atorranta,  e imaginábamos con envidia, de que  modo desvergonzado se había metido en tu camarín y te había   violado  y enamorado al mismo tiempo.

Después todo empeoró, porque nosotras crecimos, y vos con la misma sonrisa  ángel delincuente te  llevabas, viaje a viaje, una mas joven y con eso... no se puede competir. Si todas somos parecidamente bellas a los veinte por aquello de  Shakespeare: "la juventud le va a tu cuerpo como un vestido nuevo," ya a los  cuarenta, habíamos perdido ese brillo. Aprendimos a llorar con aquellas  pequeñas cosas y supimos que a menudo los hijos se nos parecen.

Comenzábamos a resignarnos, la mayoría, porque yo no me resigné nunca. Gasté fortunas en tus recitales,  eso si, desarme la valijita porque después de todo, ese compañero que supimos conseguir hubiese tomado a mal una fuga intempestiva. Pero el amor, majo, como siempre.
Fue la época en que desee que  se te cayeran los dientes, que te creciera una panza atroz, como esa que suelen tener  nuestros amores de la primera juventud que  nos dan ganas de suicidarnos cuando los volvemos a ver. Pero  ahí seguías,  con un poco menos de pelo pero siempre como para un pecado mortal.

Una sola vez te vi personalmente pero llevaba tantas décadas de amarte, que no me salio palabra. Imagínate, si no me salía bien la atorranta a los veinte, a los cuarenta me quedé muda.
Solo me consuelo que te evite el rechazo y mi papelón, te imaginé  diciéndome:

"Recuerde antes de maldecirme que tuvo usted las carnes firmes y un sueño en la piel, señora"
Que te parió Serrat!, nosotras, las que te seguimos amando, no te lo vamos a perdonar jamás