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COLUMNA DE CRISTINA WARGON Cocodrilo al fin!

Tras una semana de imparables disgustos matrimoniales, el viernes, algo abollada en lo anímico pero indemne en lo esencial (el deseo), llegué a la gran noche cuando despediríamos a Norita en ese antro misterioso del pecado que es Cocodrilo.

Mi primer dilema fue tan estrictamente femenino que me avergüenza: ¿qué me pongo? Según mi saber y me escaso guardarropa tenia tres looks posibles: el disfraz del Martín Fierro (que uso cada vez que me nominan y no me lo dan) pero , la verdad, es too much; el look Cristina K (que me seduce por que se pinta como una puerta; exactamente como yo) pero ni naciendo dos veces llego a tener ni una de sus mañanitas, y el look "Pro", esas cosas que se ponen las chicas de Macri que se las ingenian para parecer que están subiendo o bajando de una pasarela pero con lo que tenían a mano. Opté por el tercero, que tampoco me salió bien pero al menos no llamaba la atención.

El segundo punto fue con quién iba. Mi querida amiga Silvia, se comprometió a venir a buscarme, de paso, con mis años reforzaba un poco su situación de muchacha seria que sólo almuerza con los CEOS cinco estrellas. Pero me habló minutos antes de salir para cancelar por un tema familiar. Me consoló diciendo:

- Por suerte la reunión es tarde, así tenés tiempo de darle de cenar a tu marido y dejarlo durmiendo- Se refería a mi bienamado enano que en realidad quedó bailando una danza de guerra apache, con un tramontina en la mano esperando mi regreso.
A los cinco minutos me habló Jaime, otro colega que suma a su aspecto judío un insoslayable parecido a Woody Allen. Iba a ir con su chica, pero algo le pasó y me pedía la dirección.
- Negro, soy de Córdoba ni idea!- Contesté, todavía no respuesta del plantón de Silvia y peleando para ponerme una bota
- Esperame un segundo que lo busco en Internet - contestó y al rato emergió con vos asombrada
- Wargon, encontré la pagina pero esta lleno de mujeres desnudas.!!!
Con poco tacto, fastidiada por la bota que ofrecía resistencia le grité:
- Nene, vamos a un lugar de putas!!! Qué esperás ver?
Obediente y algo avergonzado me paso la dirección (mal) y quedamos en encontrarnos directamente allá con todos, que éramos a la sazón una patota de quince.

Cocodrilo es un rectángulo donde caben tres filas de mesas y un escenario con un caño. Mucha media luz con efectos sugerentes y música atronadora. La composición de la noche venía así: un grupo de chicas muy borrachas pegadas al escenario, que estaban en una despedida de soltera y aullaban de una forma tal que hubiese deseado cortarle las cuerdas vocales con el tenedor de las pizzas (único menú).

Nuestra mesa,( que rápidamente pasó a ser llamada la mesa de Chiche Gelblung) que estaba muy modosita, un poco por sobrios y otro mucho porque bajo esa bandera nadie quería hacer un papelón. En la tercera mesa había un rejunte confuso de señores buscando chicas y viceversa que al parecer se encontraban muy rápido.

El primer número musical era una travesti de plateado que sostenía con el dueño, sentado en una mesa, un dialogo no exactamente shakesperiano, tirando a una grosería fuera de lo común. El travesti se desplazó por las mesas preguntando a las chicas si eran multiorgásmicas y a los varones detalles sobre su masculinidad que me niego a repetir. El segundo número era la esposa del dueño que según la afinada oreja de Jaime tiene una voz muy educada pero entre las degeneradas de la despedida y mi sordera musical no puede apreciar.

De pronto el dueño anuncio que había un fotógrafo de Crónica y al menos en nuestra mesa hubo un cosquilleo de inquietud. Un colega que jamás será nombrado corrió a esconderse entre unos cortinados rojos, mientras los demás permanecimos sentados con cara de gente seria que por un desdichado error habíamos caído en ese lugar.
Las señoritas ya comenzaban a desnudarse en el escenario y luego se arrastraban sobre las mesas sacándose el resto de las prendas ante el entusiasmo delirante de los varones. Como ninguna parecía a punto resfriarse no entendía muy bien que hacía yo allí, sin tener que alcanzarle un saquito a nadie. Otras desplegaban en el caño habilidades notables y diríamos que todo estaba bajo control hasta que apareció el streeper. Muchacho guapo de sobretodo negro que rápidamente al son de la música quedó como Dios lo puso en este mundo pero sentado en la falda de una de las borrachas de la primera fila. Crónica podía sacar su foto, yo estaba bien atrás. Pero... en su segunda entrada, el joven se dirigió directamente hacia nosotros, y ahí la situación se me pone borrosa porque directamente me tiré debajo de la mesa y, si hubo fotos, sólo salió la espalda de una mina del PRO que buscaba algo en el suelo.
Pero confieso que transpiré helado... mi pesadilla era un gran foto en el diario con un joven en pelotas sobre la falda y yo teniendo que explicarle la situación a mis nietos (descontaba que me marido habría muerto en el acto de un infarto).

Después seguía baile en el primer piso. Creo que se comprenderá por qué, contenta por mi amiga Norita pero con algo profundamente melancólico en el corazón, decidí retirarme. En casa hubo paz porque volví temprano y porque mi enano intuyó en el aire que mi silencio le daba la razón