"Colgados" y negligencia
En el marco de la crónica crisis energética provincial, agudizada ahora por el frío y la saturación de la red de distribución a raíz de la necesidad de calefaccionar con electricidad, se destaca la inoperancia y falta de gestión de la empresa EDECAT, que hace tres años fue intervenida por el Gobierno con el argumento, precisamente, de garantizar la eficaz prestación del servicio.
La intervención de EDECAT no resolvió en todo ese tiempo una de las cuestiones que mayor incidencia tiene sobre la calidad del suministro: la proliferación de conexiones ilegales, que ya llegan a 9 mil. La cifra equivale a casi el 10% de los usuarios legales. Cuando el clima comenzó a arreciar y el uso intensivo de calefacción eléctrica puso el tendido al límite, fuentes de la firma distribuidora señalaron que el incremento de la demanda rondaba el 30%, un valor normal para esta época, pero que el problema de fondo eran las conexiones ilegales. Para ser claro: el consumo de las conexiones clandestinas, que no pagan, se sustrae a las conexiones lícitas, que abonan la boleta religiosamente y, si no lo hacen, sufren el corte del servicio.
Que EDECAT no haya avanzado en resolver este inconveniente habla a las claras de una gestión deficiente. Los "colgados" no sólo afectan la calidad del servicio. La empresa tuvo que afrontar multas impuestas por la mayorista CAMESSA porque registra pérdidas de energía superiores a las tolerables de acuerdo con las reglamentaciones. Y estas pérdidas, que demandaron cuantiosos desembolsos por las sanciones, obedecen a la energía que no se les cobra a los "clandestinos". Un principio de solución que se había acordado era establecer una "tarifa social", subsidio que el Estado pagaría para solventar el consumo de las familias que no estuvieran en condiciones económicas de pagar la luz. Pero esta mecánica nunca se hizo efectiva: los padrones de beneficiarios no llegaron a confeccionarse.
La cuestión de la "tarifa social" se planteaba cada tanto, pero sólo para volver al cajón de los proyectos en cuanto se acallaba el debate público.
Ahora el sistema de distribución está otra vez colapsado: los transformadores se queman, las líneas se funden y los cortocircuitos inician focos de incendio que por el momento han podido sofocarse a tiempo, con la novedad de que estos cortocircuitos, que antes se producían en las instalaciones clandestinas, ahora también ocurren en instalaciones legales. Es lícito recordar que, aparte de los costos económicos para la empresa por las multas y la calidad del servicio lamentable para los usuarios, las conexiones clandestinas han tenido en algunos casos desenlaces fatales, con fallecimientos por electrocución e incluso incendios generados por cortocircuitos.
Cada vez que esto ocurrió, los responsables de que la precariedad y el subdesarrollo sigan vigentes se lamentaron por las fatalidades y la imprudencia de la gente, sin asumir nunca que los accidentes dejan de ser tales cuando obedecen a condiciones de marginalidad que podrían subsanarse. En definitiva, esas muertes forman también parte del saldo negativo que arroja la imprevisión y la negligencia. Hace una semana, la empresa atribuyó los apagones a problemas técnicos vinculados al mayor consumo que se irían "acomodando paulatinamente" sin afectar la prestación. El "acomodamiento" todavía no se produce.
Produjo malestar en sectores del justicialismo la posibilidad de que el "saadismo residual" encuentre refugio presupuestario en el Municipio de la Capital, que a partir de diciembre comandará Raúl Jalil. En distintos enclaves se encendieron luces de alarma por la participación en la "pechadera" de reconocidos saadistas. La facción liderada por el ex gobernador Ramón Saadi, como se sabe, poco tuvo que ver con la victoria en las elecciones del 13 de marzo. Y cayó muy mal, aparte, la intención del propio Ramón de colgarse del éxito a última hora, con una aparición en los festejos que repercutió negativamente en todo el país y empañó el impacto político del golpe a nivel nacional. Estas situaciones empiezan a marcarse a medida que van armándose los equipos para administrar la comuna.