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Coherencia o pragmatismo feroz

* Por Fernando Micca. ¿Cuáles son los límites? Si sólo se trata de sumar como sea, las ofertas y los perfiles históricos del PJ y de la UCR corren el riesgo de diluirse.

Necesidad y pragmatismo o falta de doctrina y coherencia; o, tal vez, una combinación de ambas cosas. Las alianzas electorales en la Argentina distan cada vez más de aglutinar pensamientos compatibles y tienen un alto grado de oportunismo. Los partidos tradicionales priorizan el objetivo de sumar, aun a costa de contradecir su discurso del día anterior.

El justicialismo –en su versión kirchnerista– se asume como el progresismo posible, pero se asocia con dirigentes que expresan lo contrario. Desde hace tiempo, el ex presidentes Carlos Menem es aliado del oficialismo en el Senado Nacional. Ahora procurará renovar la banca por un partido propio, con el guiño del Gobierno de La Rioja y de la Casa Rosada. La idea es que los senadores riojanos por la mayoría sean K y que Menem ocupe el escaño por la supuesta minoría.

La condena kirchnerista al gobierno de la década de 1990 no alcanza a quien fue su mentor y ejecutor.

El oficialismo postula también a varios candidatos a gobernador que expresan ideas poco afines al proyecto que encabeza Cristina Kirchner. Son los casos del bonaerense Daniel Scioli, el cordobés José Manuel de la Sota, el sanjuanino José Luis Gioja y el formoseño Gildo Insfrán, todos con pasado menemista, si bien dentro de la estructura justicialista.

Donde haya votos. Similar es lo que ocurre en el radicalismo, decidido a encabezar la oferta opositora. Con la bandera del pragmatismo, Ricardo Alfonsín priorizó en el distrito bonaerense al peronista disidente Francisco de Narváez, con pasado menemista y cuyo discurso liberal el líder radical criticó sin medias tintas hasta poco tiempo atrás.

Alfonsín no dudó en una ruptura a nivel nacional con el socialismo, partido al que define como "primo hermano" de la UCR, y enfrentar el disconformismo de tantos correligionarios. En la misma línea, profundizó el perfil moderado al sumar como compañero de fórmula al economista peronista Javier González Fraga.

Ya cuatro años atrás, el radicalismo apeló a llevar como postulante presidencial al peronista Roberto Lavagna, con quien zanjó el problema de la falta de un candidato propio. El acuerdo duró lo que la campaña y el escrutinio.

Un dato más: en Neuquén, la UCR y el kirchnerismo confluyeron en una lista para disputar el próximo domingo el poder al Movimiento Popular Neuquino (MPN). Algo similar negocian en San Luis para enfrentar a los hermanos Alberto y Adolfo Rodríguez Saá.

Sin dudas hay escenarios que condicionan. El peronismo quiere asegurarse en el Congreso una mayoría a prueba de traiciones. El hecho de que el 18 de julio de 2008 haya perdido en el Senado la crucial votación por las retenciones agropecuarias por un solo voto y en desempate, es elocuente. Fue el famoso "voto no positivo" de Julio Cobos.

Con el mismo criterio, la UCR quiere sumar para recuperarse. Tiene un candidato que insinúa protagonismo en el interior, pero teme el abismo en tierra bonaerense, para lo cual el único reaseguro sería De Narváez. Así, los primos hermanos deberían comprender que las ideas podrían adaptarse al eufemismo de que una alianza distrital no compromete el proyecto en Santa Fe, donde socialistas y radicales irán juntos en la elección provincial.

¿Cuáles son los límites del pragmatismo? Aun con parecidos y ambigüedades ideológicas, peronistas y radicales tuvieron históricamente perfiles, conductas y actitudes que los distinguieron y hasta los enfrentaron. Si sólo se trata de sumar como sea, el perfil y la oferta corren el riesgo de diluirse.