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Clubes de las gripes

*Por Héctor Ciapuscio. Cuando en febrero del 2009 se detectó un pico de gripe en hospitales de la ciudad de México, fueron enviadas muestras de cultivos orgánicos a centros de control de enfermedades de Estados Unidos y éstos detectaron en ellas una nueva versión del virus H1N1. Lo descubierto fue designado como "swine flu" (influenza porcina) y despertó enorme preocupación por el recuerdo de que un virus similar había causado la terrible pandemia de 1918 que mató a millones.

Hubo un pánico general. En junio Margaret Chan, directora de la OMS (Organización Mundial de la Salud), anunció que una "emergencia pandémica" de influenza porcina quedaba oficialmente reconocida. Comenzó entonces una saga que relata en un artículo de este mes Hellen Epstein, bióloga molecular y especialista en salud pública de países en desarrollo. El título dice: "Flu Warning. Beware the Drug Companies!" (Aviso sobre la gripe. Cuidado con las empresas farmacéuticas!)".

De inmediato varios gobiernos ordenaron compras por cifras astronómicas de drogas antigripe y vacunas: globalmente se gastaron 10.000 millones de dólares, 4.000 millones sólo en Estados Unidos. Los ingresos de las grandes empresas farmacéuticas treparon consiguientemente. Pronto se manifestó preocupación en gobiernos europeos y empezaron a hacer preguntas. En marzo del 2010 el Consejo de Europa objetó que, antes de la emergencia dictada por la OMS, la gripe era considerada enfermedad benigna. Mostró, asimismo, cierta inquietud en relación de la influencia de poderosas farmacéuticas en la OMS y pidió más "transparencia" en las resoluciones del ente, dado que las cosas no aparecían claras. No está de más recordar que la tan temida pandemia no ocurrió, sólo casos aislados.

Hellen Epstein acumula ahora antecedentes de episodios que despiertan sospechas de colusión entre autoridades sanitarias globales y grandes empresas farmacéuticas. En el 2003 hubo una alarma por casos de influenza en Asia, se temió una pandemia y la encargada de la coordinación de lucha de la OMS, que era la misma Margaret Chan que operó en la del 2009, tuvo contactos con representantes de Hoffman-La Roche y urgió a gobiernos occidentales a que acopiasen Tamiflu, una droga de esos laboratorios suizos. La nota de Epstein hace una densa exposición de lo que ha venido sucediendo: investigaciones del gobierno de Japón, de organizaciones non-profit, de investigadores públicos y privados, acerca de los riesgos neuropsiquiátricos y otros de la administración del Tamiflu propiciada por la OMS. Hace notar numerosas contradicciones en los informes favorables de científicos a los que relaciona indirectamente con las empresas farmacéuticas.

Todo ello sobre la saga de la influenza H1N1, pero la autora del artículo incursiona sobre lo acontecido con otras enfermedades. Le sobran dudas acerca de la eficiencia de los controles de la FDA (Food and Drug Administration) en otros casos de productos de GlaxoSmithKline y Merck para depresión, diabetes, corazón, etcétera. Hace notar que millonarias indemnizaciones judiciales que han tenido que pagar, por ejemplo en casos de daños a pacientes por uso de Paxil, Avandia y Vioxx, son poco significativas para las empresas en relación a las siderales ganancias que les han proporcionado esas drogas. Concluye pidiendo reforzar la FDA, crear nuevas leyes para asegurar su solvencia y obligar a las empresas a abrir sus datos de investigación a científicos independientes.

La gripe en nuestro país

Aunque no se relacionase directamente con lo que se comenta sobre las multinacionales farmacéuticas y los anuncios de pandemias, no podemos dejar de echar una mirada sobre lo que, en relación a la gripe, es actual y público en nuestro país.

Normalmente, al promediar el otoño y acercarse el invierno, empiezan aquí los avisos sobre el peligro de una epidemia de gripe y la necesidad perentoria de vacunarse. Ahora recomenzaron las advertencias para este mes de mayo, considerado clave. El diario de hoy avisa que los 7 millones de habitantes que corren mayor riesgo y no lo han hecho, deberían hacerlo. Niños, embarazadas, cardiópatas, personas entre 2 y 64 años, obesos, diabéticos, personas mayores de 65 años constituyen grupos en riesgo. (¿Quién queda afuera?...) Es el primer año que esta vacuna se encuentra en el calendario nacional, es gratuita, la paga el presupuesto estatal. La jefa nacional del programa reconoce que, si bien muchos médicos no recomiendan la vacunación, ésta es una medida de protección de uno mismo pero también de los otros, un problema de solidaridad. Esta última aseveración lo transforma en potencialmente compulsivo a futuro (como fue lo del cigarrillo o el cinturón de seguridad). Pero no todos están de acuerdo, las opiniones en estas cosas de prevención no son unánimes (casos graves o muertes por gripe son relativamente raros en gente que no tiene enfermedades). Están los alarmistas, están los alarmados y están los escépticos.

Afortunadamente, quizá porque el tiempo ha sido benévolo, no hay hasta ahora anuncios serios de brotes epidémicos en este año. Pero en años en que los hubo surgieron polémicas interesantes que algunos diarios de archivo nos recuerdan. En el 2004, por ejemplo, la Secretaría de Salud porteña, ante el anuncio público de un brote por parte de un conocido infectólogo y empresario, le replicó que no había brote alguno comprobado, que en invierno normalmente hay gripe, pero la que se registraba no era algo que preocupase desde el punto de vista sanitario. Y el propio ministro nacional de entonces, que era Ginés González García, formuló declaraciones fuertes. Negó que nos encontrásemos ante una epidemia. Y acusó frontalmente a un "club de la gripe" integrado por importadores, laboratorios y empresas fabricantes de vacunas, en connivencia con médicos y burócratas, de intentar un "terror sanitario" a objeto de "vender más vacunas". Un periodista le preguntó: "¿Sospechas?". Respondió, sin vueltas nuestro actual embajador en Chile: "Más que sospechas, tengo información".