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Clonación y obstrucción

La clonación de una ternera, la primera a la que se le incorporaron dos genes humanos, induce a reflexionar acerca de los progresos que podrían lograrse si hubiera una genuina política en la materia.

El anuncio de que el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) había producido la clonación de una ternera transgénica, "la primera en el mundo a la que se le incorporaron dos genes humanos que codifican dos proteínas presentes en la leche humana y es de gran importancia para la nutrición de los lactantes", debe suscitar entre los argentinos un genuino orgullo. Porque se han revalidado, una vez más, la vasta capacidad y alta calidad de la formación profesional de nuestros técnicos. No por azar, la Argentina es el único país latinoamericano cuyo palmarés académico alberga a tres premios Nobel por la excelencia de sus aportes al desarrollo de las ciencias.

Como es de rigor en cada honra que se tributa a nuestros científicos y técnicos, surge inmediatamente la pregunta de cuánto más podrían investigar y desarrollar si contaran con recursos suficientes y, sobre todo, permanentes. Es de recordar que, por ley de su creación, el prestigioso Inta debía disponer de una autarquía económica asegurada por un porcentaje sobre las exportaciones de productos agropecuarios. En este momento estelar de valorización de las commodities , debería tener presupuestos que permitan ampliar el rico abanico de sus investigaciones y, lo que es igualmente importante, retribuir con salarios más dignos a su personal. En cambio, su supervivencia está condicionada a los dictados de los burócratas oficiales.

Por una fatalidad bien nuestra, en el mejor momento para explotar las ventajas comparativas, el Gobierno nacional aplica una política exactamente opuesta. Su encarnizamiento con el campo lo lleva, por caso, al extremo de intervenir en las exportaciones de ocho millones de toneladas de trigo y a oponer cuanto obstáculo administrativo le asegure la profundización de su irracional ofensiva contra los productores.

Pero lo trascendente es, por cierto, el objetivo alcanzado. Explicaba al respecto el profesor Humberto Tríbulo, a cargo de Reproducción Animal en las universidades Nacional de Córdoba y Católica de Córdoba, que la exitosa manipulación genética realizada por el Inta permite obtener leche con proteínas que normalmente no existen en el bovino, y recordó el caso de la vaca "Pampita", primer bovino clonado en nuestro país, que producía leche con una hormona de crecimiento. "Son expresiones de proteínas que se usan en medicina humana, que serían difíciles de conseguir por otro método", recalcó.

En la presentación del nuevo logro científico, la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, tuvo el buen gusto de no atribuir este avance argentino a las virtudes científicas y técnicas del kirchnerismo ni de incluirlo en el inventario de proezas gubernamentales dejado por su extinto marido. Gesto que debe valorarse, sobre todo en este tiempo de exasperado proselitismo.