CLARIN Se corre el humo y asoma la realidad
*Por Eduardo Van der Kooy. Cristina empieza a complicarse en su lado más sensible: la economía. Los vaivenes con el dólar denunciarían fuertes desajustes del modelo y desconfianza social.
El kirchnerismo utiliza la Justicia para neutralizar otros problemas. De ese modo Boudou gana tiempo. La pelea con Macri.
El Gobierno debió prorrogar otros 30 días la intervención en la reestatizada YPF. Uno de sus interventores, Julio De Vido, reconoció el riesgo de que las acciones de la empresa petrolera dejen de cotizar en la Bolsa de Nueva York por no poder cumplir con los requerimientos legales. Martín Buzzi, el mandatario de Chubut, no logró adjudicar dos áreas hidrocarburíferas que habían sido tomadas por la provincia antes de la expropiación.
No recibió ninguna oferta de inversión.
Era esperable que Repsol iniciara acciones judiciales en tribunales internacionales. Lo era mucho menos, en cambio, que Petrobras hiciera llegar un recurso directo a la Corte Suprema por el retiro de un área en Neuquén. El trámite estaba en marcha y no se detuvo pese a la entrevista que De Vido mantuvo en Brasilia con Dilma Rousseff.
La bala de plata que disparó Cristina Fernández hace 23 días, en medio de una atmósfera tormentosa, no parece haber encontrado todavía su rumbo ni su destino.
Está claro que a la vieja crisis energética sin solución cercana le estaría añadiendo nuevos problemas. Aquella atmósfera tormentosa retorna lentamente y, a lo mejor, con peores cargas. La Presidenta hizo algo que Néstor Kirchner nunca hubiera hecho: admitir dificultades con el dólar cuando salió, simplemente, a hablar del dólar.
El ex presidente creyó siempre como un dogma que la situación del billete estadounidense es capaz de alterar los humores y los nervios de una mayoría de ciudadanos argentinos. Cuando enfrentó problemas, por razones locales o internacionales, lo hizo en silencio y utilizando las herramientas monetarias del Banco Central. Sobre todo, en tiempos de Alfonso Prat Gay y Martín Redrado. Sabía de aquella sensibilidad nacional porque poseía un idéntico ADN : para sus negocios y seguridades privadas se cobijó invariablemente con el dólar.
El regreso de la moneda estadounidense al primer plano de las inquietudes cotidianas estaría denunciando, sobre todo, dos cosas. Una creciente inconsistencia en varios frentes de la economía y una desconfianza social atizada por el propio Gobierno con sus controles cambiarios policiales y otro sinfín de decisiones que no terminan de cuajar. Hay estadísticas que así lo revelan: con las primeras restricciones, no tan rígidas, el Gobierno había logrado reducir a US$ 600 millones la fuga de capitales mensual; desde que se resolvió la expropiación de YPF y fueron intensificados los controles se ha verificado una salida de US$ 400 millones semanales.
Es decir, US$ 1.200 millones por mes, en promedio. Cerca, otra vez, de los números del último trimestre del 2011, que marcaron en ese campo un récord.
El desfase de casi un 30% entre el dólar oficial y el paralelo no trasunta sólo un dilema cambiario. Descubre una brecha inflacionaria que el INDEC de Guillermo Moreno se empeña en ocultar. Devela la pérdida de competitividad del tipo de cambio. Esas variables dañadas, agregadas al superávit fiscal que ya viró en fuerte déficit y al desequilibrio de la balanza comercial, señalarían la oxidación de los pilares del modelo kirchnerista.
Aquel déficit fiscal ha comenzado a tener también traducciones políticas. Los gobernadores se podrían encontrar este año con un rojo financiero próximo a los $ 20.000 millones . La coparticipación merma y se ven en figurillas para cumplir con el pago de los sueldos estatales. En los pliegues de esas dificultades se metió la pelea entre Daniel Scioli y el cristinismo.
El gobernador de Buenos Aires está apremiado para que la Legislatura apruebe una ley de endeudamiento . Pero el vicegobernador Gabriel Mariotto impuso que tal proyecto, como lo manipuló en el Senado, debe votarse junto a una reforma impositiva que incluye un revalúo inmobiliario para el campo. La estrategia está movida por razones políticas y económicas de igual intensidad. La Cámpora aprovechó para montar varias grescas contra dirigentes agrarios, queriendo remedar los enfrentamientos del 2008. Siempre el libreto K requiere de algún enemigo detrás del cual disimular las verdaderas intenciones. Aquella reforma, por su composición global, podría significar también un importante flujo de dinero para las arcas del Estado Nacional . Esos son fondos que necesitan Cristina y Moreno.
La puja con Scioli entró en las últimas horas en una suerte de tregua precaria. Fue por un correo que le llegó a Mariotto de parte de la Presidenta. Pero Cristina no olvida ni perdona: le disgustó hasta el alma que el gobernador haya sincerado con tanta antelación su ambición presidencial. Es cierto que aclaró que esa ambición está sujeta a la voluntad de continuar de Cristina. Pero constituiría un temprano desafío para ella –en especial si la reforma no prospera–, cuando le restan aún tres años y medio de mandato.
A la Presidenta le convendría una guerra terminal con Scioli en un momento en que los vientos de los problemas económicos y políticos vuelven a despejar la cortina de humo que supo levantar la expropiación de YPF. Está pendiente la definición del liderazgo sindical que el kichnerismo le pretende arrancar a Hugo Moyano. Está promediando mayo y demasiadas paritarias continúan inciertas en medio de protestas gremiales y sociales. Cristina preferiría ahora disponer sus municiones contra Mauricio Macri.
Al jefe porteño no le alcanzan las horas de cada día para reprocharse dos errores políticos garrafales cometidos . Haber firmado con candor un acta de compromiso para negociar con el gobierno kirchnerista el traspaso de los subtes a la Ciudad. Haberse empecinado además con la designación del ex comisario Jorge Palacios cuando fundó la Policía Metropolitana. Ambas cosas, convertidas ahora en las palancas de una sola pinza.
La huelga de subtes que la semana pasada colapsó dos días la Ciudad es consecuencia directa de aquel error. El kirchnerismo se ha desentendido de la responsabilidad en un conflicto del que es parte primordial. La empresa Metrovías arguye que, por el pleito indefinido entre los gobiernos, carece de recursos para afrontar los reclamos salariales de los trabajadores. Los gremios le piden a Macri que se siente a negociar bajo amenaza de nuevas protestas. El Gobierno gastó una batería de palabras para cargarle al jefe porteño el fardo de los trastornos ciudadanos.
El kirchnerismo tampoco saldrá indemne frente al juicio social, aunque pareciera interesarle más la condena para el jefe porteño que el declive propio .
El otro paso en falso de Macri fue transformado por Noberto Oyarbide, con paciencia, en un futuro juicio oral. La causa refiere a escuchas telefónicas a través de una red comandada por el ex comisario Palacios que tenía de ariete al ex policía Ciro James, empleado del entonces ministro de Educación porteño, Mariano Narodowski. El juez terminó considerando a Macri integrante de una asociación ilícita.
¿Cuál sería su conexión con el espionaje? Escuchas contra su cuñado, el parapsicólogo Daniel Leonardo, de las cuales se hizo responsable judicialmente su padre, Franco.
La flojera argumental y la sobreactuación de Oyarbide, a esta altura, no podrían sorprender. La semana pasada el mismo magistrado ordenó la detención de los hermanos Sergio y Pablo Schoklender por el fraude con dinero público en la construcción de viviendas humildes, promovida por la Fundación Madres de Plaza de Mayo. La causa estuvo casi un año inmóvil y no existen señales hasta ahora de que Oyarbide oriente también alguna responsabilidad del delito hacia los funcionarios del Gobierno que distribuyeron aquellos fondos millonarios.
Pero la huella de la causa de Macri permitiría quizás atar otros pequeños cabos. La actuación de Oyarbide fue avalada por la misma Cámara Federal (Jorge Ballestero, Eduardo Farah y Eduardo Freiler) que aceptó recusar al juez Daniel Rafecas en el escándalo por Ciccone Calcográfica que acecha a Amado Boudou. El fiscal de la causa fue Jorge Di Lello. El funcionario judicial que también imputó a Boudou por enriquecimiento ilícito y que, por determinación de Ariel Lijo, tomó la investigación en el caso Ci ccone en lugar de Carlos Rívolo. Este fiscal amontonó una parva de pruebas contra el vicepresidente.
Lijo no pudo sustraerse a la presión del poder y vació a Rivolo. Lo hizo con un planteo a los ojos elegante pero de sustancia vidriosa. Preservó todas las pruebas del fiscal y unificó la causa en manos de Di Lello soslayando dos principios: la causa por enriquecimiento es posterior a la de Ciccone y la denuncia original nunca fue ratificada; no hay constancia jurídica de que la primera sea además más importante que la del escándalo Ciccone, donde existe una imputación por supuesto lavado de dinero.
Lijo habría quedado perplejo cuando revisó las pruebas acumuladas por Rívolo. No entiende por qué razón Boudou negó desde un comienzo su relación con Alejandro Vandenbroele, supuesto testaferro suyo y titular de Ciccone.
Todas las evidencias recogidas lo desdicen .
El vicepresidente comenzó esta historia asegurando que se trataba sólo de una mentira. Por esa mentira, Cristina debió avalar una de las mayores tropelías de un Gobierno democrático sobre el Poder Judicial. Fue tumbado el procurador Esteban Righi, recusado el juez Rafecas, apartado el fiscal Rívolo y condicionado Lijo.
Es probable que, de ese modo, el Gobierno y Boudou puedan ganar tiempo. Pero no podrán evitar el severo costo político que sobrevendrá cuando ese tiempo se haya extinguido.
El Gobierno debió prorrogar otros 30 días la intervención en la reestatizada YPF. Uno de sus interventores, Julio De Vido, reconoció el riesgo de que las acciones de la empresa petrolera dejen de cotizar en la Bolsa de Nueva York por no poder cumplir con los requerimientos legales. Martín Buzzi, el mandatario de Chubut, no logró adjudicar dos áreas hidrocarburíferas que habían sido tomadas por la provincia antes de la expropiación.
No recibió ninguna oferta de inversión.
Era esperable que Repsol iniciara acciones judiciales en tribunales internacionales. Lo era mucho menos, en cambio, que Petrobras hiciera llegar un recurso directo a la Corte Suprema por el retiro de un área en Neuquén. El trámite estaba en marcha y no se detuvo pese a la entrevista que De Vido mantuvo en Brasilia con Dilma Rousseff.
La bala de plata que disparó Cristina Fernández hace 23 días, en medio de una atmósfera tormentosa, no parece haber encontrado todavía su rumbo ni su destino.
Está claro que a la vieja crisis energética sin solución cercana le estaría añadiendo nuevos problemas. Aquella atmósfera tormentosa retorna lentamente y, a lo mejor, con peores cargas. La Presidenta hizo algo que Néstor Kirchner nunca hubiera hecho: admitir dificultades con el dólar cuando salió, simplemente, a hablar del dólar.
El ex presidente creyó siempre como un dogma que la situación del billete estadounidense es capaz de alterar los humores y los nervios de una mayoría de ciudadanos argentinos. Cuando enfrentó problemas, por razones locales o internacionales, lo hizo en silencio y utilizando las herramientas monetarias del Banco Central. Sobre todo, en tiempos de Alfonso Prat Gay y Martín Redrado. Sabía de aquella sensibilidad nacional porque poseía un idéntico ADN : para sus negocios y seguridades privadas se cobijó invariablemente con el dólar.
El regreso de la moneda estadounidense al primer plano de las inquietudes cotidianas estaría denunciando, sobre todo, dos cosas. Una creciente inconsistencia en varios frentes de la economía y una desconfianza social atizada por el propio Gobierno con sus controles cambiarios policiales y otro sinfín de decisiones que no terminan de cuajar. Hay estadísticas que así lo revelan: con las primeras restricciones, no tan rígidas, el Gobierno había logrado reducir a US$ 600 millones la fuga de capitales mensual; desde que se resolvió la expropiación de YPF y fueron intensificados los controles se ha verificado una salida de US$ 400 millones semanales.
Es decir, US$ 1.200 millones por mes, en promedio. Cerca, otra vez, de los números del último trimestre del 2011, que marcaron en ese campo un récord.
El desfase de casi un 30% entre el dólar oficial y el paralelo no trasunta sólo un dilema cambiario. Descubre una brecha inflacionaria que el INDEC de Guillermo Moreno se empeña en ocultar. Devela la pérdida de competitividad del tipo de cambio. Esas variables dañadas, agregadas al superávit fiscal que ya viró en fuerte déficit y al desequilibrio de la balanza comercial, señalarían la oxidación de los pilares del modelo kirchnerista.
Aquel déficit fiscal ha comenzado a tener también traducciones políticas. Los gobernadores se podrían encontrar este año con un rojo financiero próximo a los $ 20.000 millones . La coparticipación merma y se ven en figurillas para cumplir con el pago de los sueldos estatales. En los pliegues de esas dificultades se metió la pelea entre Daniel Scioli y el cristinismo.
El gobernador de Buenos Aires está apremiado para que la Legislatura apruebe una ley de endeudamiento . Pero el vicegobernador Gabriel Mariotto impuso que tal proyecto, como lo manipuló en el Senado, debe votarse junto a una reforma impositiva que incluye un revalúo inmobiliario para el campo. La estrategia está movida por razones políticas y económicas de igual intensidad. La Cámpora aprovechó para montar varias grescas contra dirigentes agrarios, queriendo remedar los enfrentamientos del 2008. Siempre el libreto K requiere de algún enemigo detrás del cual disimular las verdaderas intenciones. Aquella reforma, por su composición global, podría significar también un importante flujo de dinero para las arcas del Estado Nacional . Esos son fondos que necesitan Cristina y Moreno.
La puja con Scioli entró en las últimas horas en una suerte de tregua precaria. Fue por un correo que le llegó a Mariotto de parte de la Presidenta. Pero Cristina no olvida ni perdona: le disgustó hasta el alma que el gobernador haya sincerado con tanta antelación su ambición presidencial. Es cierto que aclaró que esa ambición está sujeta a la voluntad de continuar de Cristina. Pero constituiría un temprano desafío para ella –en especial si la reforma no prospera–, cuando le restan aún tres años y medio de mandato.
A la Presidenta le convendría una guerra terminal con Scioli en un momento en que los vientos de los problemas económicos y políticos vuelven a despejar la cortina de humo que supo levantar la expropiación de YPF. Está pendiente la definición del liderazgo sindical que el kichnerismo le pretende arrancar a Hugo Moyano. Está promediando mayo y demasiadas paritarias continúan inciertas en medio de protestas gremiales y sociales. Cristina preferiría ahora disponer sus municiones contra Mauricio Macri.
Al jefe porteño no le alcanzan las horas de cada día para reprocharse dos errores políticos garrafales cometidos . Haber firmado con candor un acta de compromiso para negociar con el gobierno kirchnerista el traspaso de los subtes a la Ciudad. Haberse empecinado además con la designación del ex comisario Jorge Palacios cuando fundó la Policía Metropolitana. Ambas cosas, convertidas ahora en las palancas de una sola pinza.
La huelga de subtes que la semana pasada colapsó dos días la Ciudad es consecuencia directa de aquel error. El kirchnerismo se ha desentendido de la responsabilidad en un conflicto del que es parte primordial. La empresa Metrovías arguye que, por el pleito indefinido entre los gobiernos, carece de recursos para afrontar los reclamos salariales de los trabajadores. Los gremios le piden a Macri que se siente a negociar bajo amenaza de nuevas protestas. El Gobierno gastó una batería de palabras para cargarle al jefe porteño el fardo de los trastornos ciudadanos.
El kirchnerismo tampoco saldrá indemne frente al juicio social, aunque pareciera interesarle más la condena para el jefe porteño que el declive propio .
El otro paso en falso de Macri fue transformado por Noberto Oyarbide, con paciencia, en un futuro juicio oral. La causa refiere a escuchas telefónicas a través de una red comandada por el ex comisario Palacios que tenía de ariete al ex policía Ciro James, empleado del entonces ministro de Educación porteño, Mariano Narodowski. El juez terminó considerando a Macri integrante de una asociación ilícita.
¿Cuál sería su conexión con el espionaje? Escuchas contra su cuñado, el parapsicólogo Daniel Leonardo, de las cuales se hizo responsable judicialmente su padre, Franco.
La flojera argumental y la sobreactuación de Oyarbide, a esta altura, no podrían sorprender. La semana pasada el mismo magistrado ordenó la detención de los hermanos Sergio y Pablo Schoklender por el fraude con dinero público en la construcción de viviendas humildes, promovida por la Fundación Madres de Plaza de Mayo. La causa estuvo casi un año inmóvil y no existen señales hasta ahora de que Oyarbide oriente también alguna responsabilidad del delito hacia los funcionarios del Gobierno que distribuyeron aquellos fondos millonarios.
Pero la huella de la causa de Macri permitiría quizás atar otros pequeños cabos. La actuación de Oyarbide fue avalada por la misma Cámara Federal (Jorge Ballestero, Eduardo Farah y Eduardo Freiler) que aceptó recusar al juez Daniel Rafecas en el escándalo por Ciccone Calcográfica que acecha a Amado Boudou. El fiscal de la causa fue Jorge Di Lello. El funcionario judicial que también imputó a Boudou por enriquecimiento ilícito y que, por determinación de Ariel Lijo, tomó la investigación en el caso Ci ccone en lugar de Carlos Rívolo. Este fiscal amontonó una parva de pruebas contra el vicepresidente.
Lijo no pudo sustraerse a la presión del poder y vació a Rivolo. Lo hizo con un planteo a los ojos elegante pero de sustancia vidriosa. Preservó todas las pruebas del fiscal y unificó la causa en manos de Di Lello soslayando dos principios: la causa por enriquecimiento es posterior a la de Ciccone y la denuncia original nunca fue ratificada; no hay constancia jurídica de que la primera sea además más importante que la del escándalo Ciccone, donde existe una imputación por supuesto lavado de dinero.
Lijo habría quedado perplejo cuando revisó las pruebas acumuladas por Rívolo. No entiende por qué razón Boudou negó desde un comienzo su relación con Alejandro Vandenbroele, supuesto testaferro suyo y titular de Ciccone.
Todas las evidencias recogidas lo desdicen .
El vicepresidente comenzó esta historia asegurando que se trataba sólo de una mentira. Por esa mentira, Cristina debió avalar una de las mayores tropelías de un Gobierno democrático sobre el Poder Judicial. Fue tumbado el procurador Esteban Righi, recusado el juez Rafecas, apartado el fiscal Rívolo y condicionado Lijo.
Es probable que, de ese modo, el Gobierno y Boudou puedan ganar tiempo. Pero no podrán evitar el severo costo político que sobrevendrá cuando ese tiempo se haya extinguido.