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Ciudad rica, ciudadanos pobres

Por Matias Barroetaveña. Hay que reaccionar ante la crisis habitacional y ante la caída del consumo, la actividad y el empleo.

La Ciudad de Buenos Aires tiene la misma población desde hace más de siete décadas: tres millones de habitantes. El crecimiento demográfico del área metropolitana se dio en el Conurbano Bonaerense; fue allí donde se multiplicó la población primero de los cordones más cercanos al Riachuelo y la General Paz, luego en los más alejados partidos de Florencio Varela, Moreno y Escobar, por citar algunos. Ahora bien, está estabilidad poblacional de CABA no se tradujo en una mejora en los indicadores; no hubo una progresiva mejora en las condiciones del hábitat porteño. En realidad, se produjo todo lo contrario. Analicemos la última década.

En 2007, el 4,1% de la población porteña vivía en villas de emergencia. Diez años después, en 2017, ese porcentaje alcanza el 7,6%, superando los 200.000 habitantes. El porcentaje de hogares hacinados se mantiene estable desde 2008, en torno al 10%, sin muestras de mejoras; superando el 20% en las comunas 1, 4 y 8. Los procesos de intervención estatal que se están dando hoy en las villas (valiosos en sí) terminarán a mitad de camino si no se interviene una lógica inmobiliaria global, que afecta toda la Ciudad.

Tengamos en cuenta que más de la mitad de los permisos de obra del 2018  fueron para construcciones lujosas y suntuosas. El espacio urbano que se produce se dirige a sectores altos y no a resolver el déficit habitacional de la mayoría de los porteños. La crisis de los créditos hipotecarios UVA y que el valor del metro cuadrado equivale a cuatro salarios torno utópico ser propietario. Cuestión esta que aumenta la vulnerabilidad y la inseguridad social, más en momentos de alta inflación y baja previsibilidad.

En lo que respecta al mercado de alquileres, experimentamos en Buenos Aires un proceso a simple vista contradictorio: alquilar es carísimo y también un mal negocio. Según el Índice de Precios de Alquileres elaborado por la plataforma inmobiliaria Properati y la consultora económica Oikos Buenos Aires en el 2018 los alquileres aumentaron un 38% y en 2019 lo harán un 30%. Aumentos que se traducen en que cuatro de cada diez porteños tiene problemas para pagar el alquiler, según datos de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad. Sin embargo, el indice de rentabilidad tocó el piso de las últimas cuatro décadas (3,1% en enero); es decir, el alquiler como inversión no es un buen negocio. Paradojas de un mercada inmobiliario dolarizado en el medio de una megadevaluación como la vivida. El problema de los alquileres no es un problema menor; el proceso de inquilinación se aceleró. En 2007, el 27% de los hogares eran inquilinos, hoy supera el 35%. Atraviesa clases y zonas de la Ciudad.

La mejora relativa de cierta infraestructura pública de la Ciudad no se acompaña de una mejora en la calidad de vida de los porteños. Cada vez es más caro y difícil vivir en Buenos Aires. Vivimos en una ciudad rica con ciudadanos pobres, con 200.000 porteños bajo la línea de indigencia, El aumento de la canasta básica de los pobres, superando el 50%, torna aún más preocupante el panorama. .

En el segundo trimestre de 2015 había 501.000 pobres en CABA (16,4%). Cuatro años después hay 679.000 (22,1%). En cuatro años, 178.000 nuevos pobres; más de la mitad de ellos en el último año. Hace cuatro años, la clase media porteña era el 52,8% (1.609.000 personas). Con datos del segundo trimestre de 2019 es el 46,4%, 187.000 personas menos

La Ciudad es parte de una Argentina en crisis. El gobierno de la Ciudad tiene que tomar medidas en ese sentido, protegiendo a los porteños, reaccionando ante la crisis habitacional y ante la caída del consumo, la actividad y el empleo. Considerar a Buenos Aires una isla es un camino equivocado.

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