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Cirugías con cuchillos de cocina

Lo llaman "El 'médico' de San Martín", pero nunca pasó por una universidad y acusa cerca de 3.800 operaciones.

Un curandero cubano pasó a ser noticia por su particular forma de abordar a los muchos pacientes que lo consultan por diferentes dolencias. Provisto de rústicos cuchillos, un par de guantes de polietileno, anestesia casera y habano en boca, realiza "intervenciones quirúrgicas" supuestamente guiado por el espíritu de un médico haitiano fallecido.

La polémica se desató a partir de un documental que comenzó a circular bajo el título "El 'médico' de San Martín - Fe y misterio o el misterio de la fe", cuya producción y dirección estuvieron a cargo de Lidia Ojeda y Fernando Sánchez respectivamente. Por suerte aclaran al comienzo que "Este documental no es apto para las personas sin fe".

El "cirujano del cuchillo" realiza esta tarea desde hace 38 años y congrega a sus consultantes en el Batey San Martín, Municipio Primero de Enero, en el nordeste de la provincia de Ciego de Ávila (Cuba).


"Apriete" de los muertos

Nunca estuvo en los planes del santero de San Martín estudiar medicina, más bien fue obligado a ejercerla ilegalmente por unos "discípulos" (muertos). Según cuenta, a los 17 años de edad recibió una amenaza por parte de ellos en estos términos: "tienes que definir, trabajas para nosotros o nosotros te matamos". Luego lo intimó el espíritu del médico haitiano para que se auto-opere de apéndice. Le queda una cicatriz y de ahí en más inició su misión que implica no cobrar honorarios y eximir de su atención a los enfermos de cáncer.


 

Cortar por lo sano

En Cuba, al  igual que en casi todos los países, prevalece la medicina científica pero no por eso deja de convivir con terapias alternativas (homeopatía, fangoterapia, terapias florales, etc.) y resabios de la  medicina popular o tradicional. Junto al vigente sincretismo religioso, subsisten prácticas heredadas de los aborígenes taínos, africanos, costumbres asimiladas de la península ibérica y especialmente de las Islas Canarias [Beldarraín Chaple, E. (2009) ¿Estudia el proceso salud-enfermedad la antropología cubana? Cuicuilco, Vol. 16, Nº 46, mayo-agosto, pp. 55-70].

En lo que a cirugías se refiere, el Dr. Beldarraín Chaple menciona algo muy interesante: "Esta medicina taína tenía varios elementos fundamentales, en primer lugar el empleo de las plantas medicinales y sus principales tratamientos fueron el hidroterápico, el sugestivo y el evacuante. Conocían y practicaban algunas técnicas quirúrgicas, utilizaban los cáusticos y el cuchillo de piedra, llamado manaia, instrumento con el cual, se dice, abrieron la espalda de caracarocoel, cuando le sacaron la tortuga hembra en la mitología taína. La extracción de los ojos, que realizaban en varios sujetos, es probable que la hicieran vaciando el globo ocular de un modo brusco, sin preocuparse del procedimiento ni mucho menos de la asistencia consecutiva [ibid. p. 58]. Y agrega: "Con el fin de combatir determinados estados patológicos, aunque carecían de lanceta, a menudo practicaban la sangría, valiéndose de las púas del magüey, eligiendo para la extracción de la sangre la región lumbar o la pantorrilla. La castración, técnica quirúrgica empleada más como un castigo que como un elemento terapéutico o de control de la natalidad, sin duda la llevarían a término con el cuchillo de piedra, practicando una incisión en el escroto y el magullamiento del cordón, dejando después a la naturaleza el cuidado de la cicatrización" [Beldarían Chaple, E. (2003) Acerca de la Medicina Indígena de Cuba, su valor histórico del Dr. Antonio de Gordon y Acosta. Catauro Revista Cubana de Antropología, Vol. 5, Nº 8, pp. 271-76].

Show quirúrgico

Es difícil determinar si estos antecedentes influyeron o no en la técnica del curandero de San Martín. Pero sí puedo precisar que sus "operaciones" no son más que pseudo-cirugías. O sea, simula una intervención quirúrgica pero en ningún momento realiza una incisión o extracción de órganos.

Basta ver las imágenes para sacar esta conclusión. El manosanta pretende impresionar con una parafernalia de elementos (estetoscopio, guantes quirúrgicos, objetos cortantes, jeringas, historias clínicas, mejunje anestésico-desinfectante, etc.) y análisis de radiografías (como si entendiera algo) que tienen por fin dar una imagen de cierta seriedad médica. Por otro lado y rompiendo sus presuntos códigos deontológicos, se populariza bebiendo y fumando mientras realiza las intervenciones.


Todo este sugestivo show previo lo utiliza como condicionamiento psicológico para ser más convincente en lo que será su falsa intervención quirúrgica. Llegado el momento crucial, con la misma soltura y seguridad, lo único que hace es posar la hoja del cuchillo con cierta presión en la zona a intervenir y luego lo cubre con una tela roja para ocultar el corte inexistente, tampoco hay sangre, y lo más que puede llegar a realizar es alguna leve punción con la punta del mismo o dejar una mínima huella por la presión ejercida.

El caradurismo mayúsculo lo manifiesta el santero cuando sostiene: "Donde está la creencia más grande es cómo nosotros picamos y cuando yo termino, que le levanto la manta, está cicatrizado. Eso se lo contás a la gente y por ahí dice son mentiras, pero es así". Claro, si nunca hizo una verdadera incisión.


Nada nuevo bajo el sol

A mediados de la década del '80 tuve oportunidad de viajar varias veces a Brasil para realizar una investigación de campo con un curandero de Itaquí. Por aquel tiempo se habían puesto de moda el famoso curandero brasileño Garrincha y muchos otros similares que ofrecían sus "curas milagrosas" en la frontera Brasil-Argentina. Las empresas de micros que trasladaba a la gente promocionaban un doble servicio que incluía "operarse" con algún sanador y, de regreso, efectuar un tour de compras con buenos precios por el cambio monetario. [Márquez, L. E. (1984) Los curanderos del Brasil. Cuadernos de Parapsicología, Año 17, Nº 2, Junio 1984, pp. 1-6]


Por entonces se hablaba de los beneficios de pequeñas intervenciones quirúrgicas que realizaban estos curanderos. Pero básicamente eran bastante similares a las del cubano. Así me refería en mi informe a las técnicas del curandero que investigué: "El señor Avilio da Silva Golarte, de 46 años de edad, umbandista, residente en Itaquí (Brasil), ejerce su actividad en un recinto de su modesta casa, que a modo de templo cuenta con una especie de altar, característico de los centros espiritistas umbandistas, donde se encuentra una veintena de estatuillas y símbolos representativos del culto. Asistido por diferentes entidades espirituales que se incorporan en él, lleva a cabo "operaciones espirituales" o "en lo astral", según se las viene denominando. Este tipo de intervenciones consisten en la utilización de tijeras (otros curanderos de esta línea utilizan cuchillos o algún otro elemento cortante) que, aplicadas sobre la zona afectada, simulan cortes y extracciones sin llegar nunca a ser una penetración o incisión real sino simplemente un roce superficial. Previo a esto desinfecta el instrumental en una palangana con alcohol encendido; también utiliza merthiolate, algodón y vendas con tela adhesiva para cubrir la zona operada. En su amplio recetario predomina el empleo de hojas de plantas que, por lo general, deben ser suministradas en forma de té, y otros elementos (jugo de limón, clara de huevo, yodo, manteca, linimentos, analgésicos, etc.) que, en diferentes combinaciones y aplicaciones, completan el tratamiento. Las afecciones más diversas son tratadas por este método; no realiza diagnósticos sino que actúa de acuerdo a lo que el consultante le manifiesta. En algunas ocasiones utiliza un vaso de vidrio que acerca a la zona a "operar" y mira fijamente por la base del mismo como si tratara de ampliar su "visión interna" de la parte orgánica a tratar. "  [Márquez, L. E. (1984) Curanderismo. Investigación con un curandero de Brasil. Cuadernos de Parapsicología, Año 17, Nº 3, Septiembre 1984, pp. 1-13].

Riesgos latentes

Más allá de la pérdida de tiempo que implica para estos pacientes recurrir a un curandero mientras la enfermedad sigue su proceso sin ser atendida como corresponde, existen otros riesgos que pueden ser graves por el tipo de técnica que utiliza este milagrero. Obsérvese en el video que -en determinado momento- realiza una especie de toma de muestra de sangre del dedo de una niña y para eso la pincha con la aguja de una jeringa. Sobre el escritorio no se ven otras agujas o jeringas que sugieran que las va descartando una vez utilizadas. Tampoco se ve que la haya sacado del correspondiente envoltorio hermético.


Ni hablar de los daños, por más que sean menores, que puede ocasionar mientras manipula esos precarios cuchillos sobre los cuerpos de los pacientes. Está claro que las mínimas precauciones de asepsia son inexistentes y, sumado al descuido con los elementos cortantes o punzantes, la transmisión de enfermedades infecciosas está a la vuelta de la esquina.

Esto que señalo es de suma importancia y ya lo hemos demostrado hasta el hartazgo en reiteradas ocasiones con "cirugías psíquicas" de casos locales. Por lo tanto, olvídense de hacer un viajecito a Cuba con este fin.