Cigarrillos electrónicos: reglamentarían su consumo
Los utilizan al menos medio millón de personas en Francia, a pesar de las dudas sobre sus eventuales riesgos para la salud.
El gobierno francés pidió la apertura de una investigación, y en la misma línea también el ministerio de Salud italiano pidió la intervención de la Unión Europea para que se establezca una reglamentación común sobre la materia.
El objetivo es echar luz sobre el "e-cig", sus efectos en la salud y dictar reglas en un mercado en plena expansión.
En Francia -donde hay 14 millones de fumadores de los clásicos "rubios" y la industria del tabaco facturó 17.500 millones de euros en 2011- unas 500.000 personas se pasaron al cigarrillo electrónico, visto como un remedio frente al tabaco tradicional.
Pero en realidad nadie sabe los efectos a largo plazo vinculados con la inhalación de glicol propilénico y glicerina, que juntos crean la ilusión del clásico tabaco, uno dando gusto y el otro creando vapor de agua.
En mayo de 2011, la Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria había recomendado no consumir este tipo de cigarrillo, con dosis variables de nicotina que "incluso en cantidades débiles puede implicar efectos indeseados graves".
El diario Le Parisien publicó una investigación con el título "El cigarrillo electrónico ¿espejismo o milagro?". La ministra francesa de Sanidad, Marisol Touraine, pidió a los franceses "ser prudentes" y decidió que es tiempo de poner fin a las dudas abriendo una investigación de amplio alcance para evaluar "la relación riesgo-beneficio" del cigarrillo electrónico.
"Pedí a mi equipo que me diga con precisión de qué tipo de producto se trata. ¿Un producto de consumo masivo o un dispositivo médico?", explicó.
Por su parte el ministro de Salud italiano, Renato Balduzzi, pidió una reflexión sobre el cigarrillo electrónico: "Su difusión -dijo- es contraria a los esfuerzos de desalentar el uso del cigarrillo, en parte porque se usan para eludir prohibiciones en las áreas sin tabaco para niños y en parte porque pueden contener nicotinoides".
El cigarrillo electrónico, nacido en China en 2003, está prohibido en cambio en Brasil, Israel y Singapur.
El objetivo es echar luz sobre el "e-cig", sus efectos en la salud y dictar reglas en un mercado en plena expansión.
En Francia -donde hay 14 millones de fumadores de los clásicos "rubios" y la industria del tabaco facturó 17.500 millones de euros en 2011- unas 500.000 personas se pasaron al cigarrillo electrónico, visto como un remedio frente al tabaco tradicional.
Pero en realidad nadie sabe los efectos a largo plazo vinculados con la inhalación de glicol propilénico y glicerina, que juntos crean la ilusión del clásico tabaco, uno dando gusto y el otro creando vapor de agua.
En mayo de 2011, la Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria había recomendado no consumir este tipo de cigarrillo, con dosis variables de nicotina que "incluso en cantidades débiles puede implicar efectos indeseados graves".
El diario Le Parisien publicó una investigación con el título "El cigarrillo electrónico ¿espejismo o milagro?". La ministra francesa de Sanidad, Marisol Touraine, pidió a los franceses "ser prudentes" y decidió que es tiempo de poner fin a las dudas abriendo una investigación de amplio alcance para evaluar "la relación riesgo-beneficio" del cigarrillo electrónico.
"Pedí a mi equipo que me diga con precisión de qué tipo de producto se trata. ¿Un producto de consumo masivo o un dispositivo médico?", explicó.
Por su parte el ministro de Salud italiano, Renato Balduzzi, pidió una reflexión sobre el cigarrillo electrónico: "Su difusión -dijo- es contraria a los esfuerzos de desalentar el uso del cigarrillo, en parte porque se usan para eludir prohibiciones en las áreas sin tabaco para niños y en parte porque pueden contener nicotinoides".
El cigarrillo electrónico, nacido en China en 2003, está prohibido en cambio en Brasil, Israel y Singapur.