Charlas de Quincho
Con la Presidente en el sur, se multiplicaron las especulaciones sobre por qué se nacionalizó un famoso predio. La más plausible: en un año electoral, quitarle a la oposición dos foros en los que suele amplificar sus quejas...
Nota extraída del diario Ámbito Financiero
... En otros quinchos, un exembajador habló de su salida, un caudillo peronista inauguró un restorán temático (obvio es decir el tema) y se comentó la «transigencia» que campea hoy en la relación Gobierno nacional-Gobierno porteño. Un intendente del conurbano fue el centro de una comida gastronómica (no es una redundancia, aunque lo parezca) y un restó vasco albergó a un dúo bipartidario dedicado a relatar un histórico encuentro del que ninguno de los contadores fue testigo. Veamos.
1- Una de las parejas del año de la oposición. Rafael Pascual y Julio Bárbaro, ocupó, ya en campaña, la cabecera del restorán vasco Gure Etchea para celebrar el cumpleaños 61 del exdiputado radical. Junto a ellos, pensativo, el exprocurador Juan Octavio Gauna. 2- El peronismo de la nostalgia en Palermo fashion, en la inauguración del temático Los Octubres, del legislador Juan Carlos Dante Gullo, a quien acompañaron, entre otros, Carlos Tomada y Daniel Filmus. La pausa de Navidad no la protege a Cristina de Kirchner de las tribulaciones de la agenda, que en el comienzo del año será más intensa que lo habitual, pese a que en los últimos años siempre el verano ha aportado conflictos. Esta vez la estancia en esa villa patagónica sorprendió a la Presidente con asuntos para celebrar, como la expropiación del predio de la Rural, una medida que puede traer una cola de juicios, pero que en lo político -imaginan en el kirchnerismo- se resuelve como otro capítulo de la campaña electoral para octubre próximo y que se remite a jugadas casi prosaicas, como quitarle a la oposición los dos foros más estridentes en toda campaña: son la Feria del Libro -abril- y la exposición Rural -julio-. Esos dos acontecimientos que alberga el predio de Palermo suelen ser escenarios y bocinas para que la oposición se exhiba ante millones de personas que visitan esas muestras o que las siguen por los medios. Este año hubo planteos para llevar la Feria del Libro a Tecnópolis, pero fracasaron por la resistencia de los editores a perder un lugar en el centro del consumo más reputado para migrar hacia el conurbano.
Nadie se extrañe ahora de que la feria se quede en Palermo, pero sin el sesgo que ha tenido en los últimos años, cuando tuvo como principal sponsor al monopolio Clarín. Será seguramente materia de otro recurso de la Sociedad Rural, trámite que en el fin de semana había acumulado a una decena de grandes estudios de abogados que hicieron cola para hacerse cargo de la changa. El Gobierno se tranquiliza porque, como ocurrió con otras de sus iniciativas (ley de medios, estatizaciones de pensiones, Aerolíneas o YPF), retoma proyectos de la oposición. Cuando se vendió el predio a la Sociedad Rural en la presidencia peronista de Carlos Menem, los radicales y otros partidos rechazaron con fuertes críticas esas medidas. Lo mismo hacían entonces una decena de entidades vecinales que criticaron la norma que ahora se revoca. Se explica que no abunden las voces de ese sector criticando la estatización que dio en los quinchos para especulaciones inmobiliarias extremas, como comparar lo que se pagó por las 12 hectáreas (u$s 30 millones) con el valor comercial, que algunos tasan en u$s 200 millones y otros llevan ese valor a diez veces más, comparando lo que pide una inmobiliaria por un lote cercano (Oro y Libertador) que llega a los u$s 40 millones por 1.400 metros. Lo que guarda en silencio el Gobierno es si seguirán vigentes los compromisos con empresas privadas que le compraron al oportuno Francisco de Narváez la parte de la sociedad con la Rural.
Por éste y otros asuntos, los ministros del gabinete han recibido la señal de que se mantengan en zona durante todo enero. El miércoles Cristina interrumpirá la estadía en El Calafate para estar en Buenos Aires 48 horas, a la espera del dictamen de la Corte sobre los dos recursos presentados en la causa medios y también para organizar la campaña veraniega de la Presidente, que incluye estar en Mar del Plata el 9 de enero, cuando arribe la fragata Libertad. Por primera vez, la agenda presidencial se superpone con la del concesionario de esas fechas todos los veranos, Daniel Scioli, quien además de su cumpleaños el 13 de enero tiene previsto instalarse en Miramar entre el 8 y el 12 de ese mes porque se hace allí el campeonato nacional de Futsal, en el cual participa su equipo de residencia La Ñata, que ayer entrenó de noche para evitar los efectos del calor y porque el gobernador había ocupado el miniestadio para un acto navideño con niños de la zona de Benavídez.
Para antes de esa fecha, Cristina de Kirchner habrá tenido ya una conversación con el saliente embajador en los Estados Unidos, Jorge Argüello, quien fue desplazado a Portugal para dejarle lugar a la morenista Cecilia Nahón, después de una de las intrigas más jugosas que ha vivido el Gobierno. ¿Por qué una charla? Porque no está segura de que Argüello termine aceptando ese desplazamiento, pese a que se ocupó de desmentir la leyenda de que a él lo había echado Guillermo Moreno. Consta sí que hace dos semanas, cuando Argüello estaba en Buenos Aires, se enteró de que Moreno lo había destratado ante funcionarios de la embajada en Washington recordando que había sido elegido diputado nacional en listas de Mauricio Macri. El embajador buscó a través de amigos comunes el teléfono de Moreno y le reprochó con modales parecidos esa intervención a sus espaldas. «Sé que esto me va a costar porque este hombre tiene mucho poder», diría Argüello a sus amigos en la Capital, que los tiene y muchos. De esto algo saben amigos de Argüello con quienes protagonizó en aquella estadía una recoleta cena en Happening de Puerto Madero, en la cual recordaron tiempos viejos y en la que hay que escarbar para saber más de esta crisis. Estuvieron allí Miguel Pesce (vicepresidente del Banco Central), Julio Vitobello (a cargo de la Oficina Anticorrupción), Guillermo Oliveri (secretario de Culto) y Eduardo Valdés (ex jefe de Gabinete de la Cancillería). El justificativo del condumio fue recordar su convivencia cuando gobernaba Aníbal Ibarra en la Ciudad y debían forzar negociaciones interpartidarias. De todo esto se sabrá en las próximas horas porque estos entuertos transitan en cuotas; Argüello se sabía fuera de Washington antes que se conociera la semana anterior la designación de otros diez destinos diplomáticos, donde él figuró entre otros, pero el más estridente y con más carga política.
Ya en Buenos Aires, mucho de esto se conversó el viernes por la noche en la inauguración del restó temático Los Octubres, en el corazón de Palermo fashion por parte del legislador peronista Juan Carlos Dante Gullo, quien logró movilizar a los pocos conmilitones que quedaban en la Ciudad para degustar sus vinos y la cerveza JP, y admirar un inmenso vitral que cuenta, al modo del muralismo mexicano, la historia del peronismo. Carlos Tomada, Daniel Filmus, cantores oficialistas como Ignacio Copani, actores neooficialistas como Federico Luppi y abuelas históricas como Taty Almeyda. Hubo brindis, obvios en estos acontecimientos, pero la tarea del «Canca» en la Legislatura y la presencia de Juan Cabandié permitieron también que celebraran estos kirchneristas las modificaciones a la ley de subtes que presentó Mauricio Macri, que protegieron las demandas de los llamados «metrodelegados» y la suspensión de algo que el Gobierno nacional ha pedido en el Congreso varias veces: que los transportes sean declarados servicios públicos esenciales, lo cual los obligaría a moderar el salvajismo de las huelgas sorpresa.
También festejaron que no habrá recargos a los combustibles, pero principalmente que salieron las leyes para emprendimientos inmobiliarios que quiere llevar adelante el Gobierno nacional. El aire acuerdista que hubo el último mes en la Legislatura entre macrismo y kirchnerismo obligó a las partes a dar explicaciones por algo que termina siendo una fatalidad cuando alguien quiere gobernar, que es la transigencia. Esta palabra es maldición en un país en el cual la intransigencia ha justificado hasta nombres de partidos en momentos exitosos. Entre choripanes y sándwichs de lomito, la fiesta derivó a la música a cargo de una banda en vivo que hizo bailar a todos. Gullo contó los esfuerzos para abrir este local que arriesga todo a brindar peronismo en un distrito en el cual esa fuerza siempre tiene dificultades electorales; le queda la esperanza de los turistas que se fascinarán por la emblemática peronista en vasos, jarras, marcas de bebidas, leyendas en las paredes, etc. El contrato por el local es por diez años, una muestra de confianza que va más allá de la política. En cuanto a la dura política, estremecía a esas horas a todos la ola de saqueos que tuvo origen en Bariloche, pero que después contaminó a Rosario y a algunas ciudades del conurbano. Expertos en la lectura del humor colectivo, estos peronistas discutieron si había algo armado desde la política o era una marea social de otro origen. A esa hora en Rosario había ya 167 detenidos, la mayoría de ellos imputados por los delitos de robo calificado en poblado y banda, castigado con penas de 5 a 15 años de prisión. Ni pensar en qué ocurrirá cuando estos detenidos vayan a juicio: ahí se mostrará si tenían padrinazgo político o fueron, como creen todos, bandas que aprovechan el malestar de sectores indigentes para organizar robos.
Con tanto compañero junto fue inevitable el control de la virtud ajena, y se dio un repaso a un terreno en el cual hay más señales para distraer la mirada que rumbos claros. Por ejemplo, en las divisiones que hay en la familia gastronómica, donde Luis Barrionuevo parece más cerca de José Manuel de la Sota, su cuñado Dante Camaño más cerca de Macri y su mujer Graciela Camaño más cerca de Sergio Massa. Hubo un hecho político que pasó inadvertido. Hace dos sábados en Ingeniero Maschwitz, en el camping «Las clavelinas» del sindicato, se reunieron los principales
referentes de la CGT Celeste y Blanca además de diputados peronistas opositores al Gobierno. Estuvieron los representantes de todas las secciones electorales de la provincia de Buenos Aires para darle el apoyo a Massa, quien fue uno de los oradores del evento junto a Graciela Camaño.
Entre asado, empanadas, chorizos, mollejas y demás achuras acompañadas por excelentes tintos y blancos, los oradores fueron escuchados, entre otros, por Alvaro Escalante, secretario del gremio en San Martín, la influyente secretaria del gremio en Mar del Plata, Mercedes Morro, y Carlos Acuña, el brazo derecho de Barrionuevo. Morro fue anfitriona este fin de semana de Barrionuevo, que fue a la costa atlántica por un festival de canto. En la reunión se comprometieron a acompañar a Massa en las legislativas de 2013. Algún audaz habló de la gobernación en 2015, sin conseguir una respuesta de Massa, más allá de una sonrisa cómplice y un pulgar levantado. Finalmente todo quedó sentenciado en una frase: «Vamos a trabajar para 2013 y 2015».
De la multitud de quinchos de fin de año, detenemos la mirada en el restorán vasco Gure Etchea de la Capital Federal, donde el exdiputado radical Rafael Pascual celebró, el sábado, su cumpleaños 61. Juntó a un grupo de amigos de su militancia, pero sentó a su lado al peronista Julio Bárbaro, con quien Pascual ha armado un show itinerante para evocar el abrazo Perón-Balbín. Ya tienen rutinas de profesionales porque, apenas advierten que hay público, empiezan a hablar de aquel encuentro, pero del cual confiesan no saber -ni tampoco nadie más- qué es lo que en realidad hablaron a solas. Ni en aquella reunión de Gaspar Campos ni en otra, menos publicitada, que hubo entre los dos cuando Perón quiso saludar a los radicales en un salón del Congreso. Mientras devoraban pollo con salsa blanca, especialidad de la casa, invitados como Félix Loñ, Ricardo Yofre, Eduardo Delle Ville (exsecretario de Hacienda de Fernando de la Rúa y de Enrique Olivera), Juan Octavio Gauna, Julio Valdomar (vicepresidente de Vélez, el campeón), el exdiputado Jorge Ocampos o Néstor García Lira (presidente del instituto porteño del juego), Pascual los entretuvo explicando su proyecto de ir a las elecciones del año que viene en un frente radical-peronista (algo que ya ensayaron esas formaciones con el ticket Cristina-Cobos) encabezado por él mismo y por Bárbaro. El exinterventor en el COMFER en el primer kirchnerismo hizo una verónica con la frase: «Lo estoy pensando, pero en esta etapa de mi vida he dejado de ser candidato y marido para ser asesor y amante» (risas).
El jueves a la noche, Diego Bossio despidió el año con un festejo en el Espacio Dolli, de la chef mediática Dolli Irigoyen. Staff completo de la ANSES, entre ellos su mano derecha Rodrigo Ruete, además de su esposa Valeria Loira, con su hija Olivia, la niña que tiene el título nobiliario de «Princesa de ANSES». Un festejo íntimo, sólo de amigos, con un puñado de visitantes extraterritoriales como Guillermo Scarcella, saco blanco, pantalón celeste, un contador de chistes serial de múltiples terminales: por un lado es amigo del juez Canicoba Corral, además funcionario de Daniel Scioli, y se mueve cerca de Bossio porque ambos se declaran de Tandil. O Juan Mazzón, otro de los herederos del «Chueco», el operador premium del peronismo. Silvina Gvirtz, la exministra de Educación bonaerense, que fue rescatada para comandar el programa Conectar Igualdad, siempre escoltada por Máximo Rodríguez, teniente de Hugo Curto, que se vincula a La Cámpora e invita a picardías múltiples con el «estuve Máximo», frase que es abrepuertas en la tropa juvenil K. Algún brindis por Racing, club del que es hincha Bossio.
A la misma hora, en Lomas de Zamora, en otra mesa se brindó una y otra vez por esa decisión: fue durante la cena de fin de año que convocó Gabriel Mariotto, el vicegobernador, en el Centro Cultural Carlos Mujica, al 7000 de la avenida Hipólito Yrigoyen de Banfield, en el restorán temático de ese complejo que capitanea Mariotto, y donde el «Gato» Peters animó a la muchachada con un número de cuentos ante gente de la política que se permite, no siempre, relajarse. En una mesa cuchicheaban el camporista Santiago Carreras y el elitista Eduardo «Cholo» Ancona, que poco más de un año atrás eran funcionarios de Daniel Scioli y hoy lo critican día por medio. El platense Gustavo Oliva, Marina Moretti, Juan Manuel Pignocco, Patricio García, Patricia Segovia y Leonor Granados, hermana del intendente de Ezeiza, Alejandro Granados, jefe del clan con altísima concentración de empleo público: su mujer es diputada, su hijo está al frente de la ANAC y su hermana es senadora bonaerense, sólidos motivos para agradecerle cada día al peronismo y al kirchnerismo; el consultor Carlos Germano y Marcelo «Patón» Torres.
Con un banquete en el restorán porteño de la calle Ravignani, el suizo Dieter Meier, casi una leyenda que a sus 67 años arrastra todavía la fama de Yello, la banda pionera en música electrónica que fundó a principios de los 80, habló sobre sus inversiones en la Argentina y el mundo. Allí, mientras Gonzalo, su chef, ofrecía el ceviche de un gigante del mar con emulsión de cilantro y helado de palta, contó sobre los discos y las bandas sonoras que lo tuvieron como vocalista y, más cerca en el tiempo, sobre la bodega de Mendoza y la cabaña Ojo de Agua en Balcarce que surten a sus restoranes de Zurich.
Ante los invitados, Marcela Costa Peuser, Graciela Smith, Javier Zuviría, Alejandra Ferhmin y Patricio Eppinguer, Meier contó que compró su cabaña y la bodega en el año 2000, y agregó que durante su agitada vida llegó a ser un fanático jugador de póquer, además de director de cine y videoclips y que en la actualidad es socio de Euphonix, en Palo Alto, una empresa de productos digitales para cine y posproducción de televisión. Un buen Malbec acompañó un bife de chorizo irreconocible para los invitados criollos: preparado «a la gringa», con puré de hongos, coco y coñac. Pero si bien todos lo consideraron un exotismo, lo devoraron en un santiamén. El restorán no tiene cartel en la puerta, funciona «a puertas cerradas», modalidad de un estilo cool que comenzó con algunos hoteles muy exclusivos en Nueva York y que se denomina «no logo». Para el postre, helado de maracuyá con sopa de chocolate blanco, se planteó la posibilidad de que este genuino hombre orquesta que es el suizo (algunos habían googleado su currículum de artista y empresario) presente una exhibición del arte que realiza en Buenos Aires.
Vamos a terminar con un chiste navideño protagonizado por un personaje que siempre resurge. El padre de Jaimito está harto de escuchar a su hijo decir malas palabras y consulta a un psicólogo para ver qué puede hacer. El profesional le recomienda: «Dado que se acerca Navidad, podría probar con decirle a Jaimito que le haga una lista de pedidos para Papá Noel. Si cuando le dice los regalos que quiere utiliza malas palabras, déjele una pila de caca de perro en lugar de esos juguetes que pidió».
Al otro día, el padre le pregunta a Jaimito qué quiere de Papá Noel y el chico responde: «Quiero esa mierda de consola de juegos cuando me despierte, al lado de mi puta cama. Y en el living quiero que haya un tren del carajo, dando vueltas alrededor del arbolito. ¡Y una pelota de fútbol para hacer mierda los vidrios de todos los putos vecinos que tenemos!»
Llega la mañana de Navidad y Jaimito se despierta. Al lado de la cama encuentra una pila de excremento canino. Va al living y junto al arbolito encuentra otra pila del mismo material. Sale a la calle, da una vuelta y regresa al interior de la casa. En ese momento su padre, con una sonrisa de oreja a oreja, pregunta: «¿Y, Jaimito?... ¿qué te trajo Papá Noel? Y el chico responde: «¡Creo que un perro, pero no sé dónde mierda lo puso!»
... En otros quinchos, un exembajador habló de su salida, un caudillo peronista inauguró un restorán temático (obvio es decir el tema) y se comentó la «transigencia» que campea hoy en la relación Gobierno nacional-Gobierno porteño. Un intendente del conurbano fue el centro de una comida gastronómica (no es una redundancia, aunque lo parezca) y un restó vasco albergó a un dúo bipartidario dedicado a relatar un histórico encuentro del que ninguno de los contadores fue testigo. Veamos.
1- Una de las parejas del año de la oposición. Rafael Pascual y Julio Bárbaro, ocupó, ya en campaña, la cabecera del restorán vasco Gure Etchea para celebrar el cumpleaños 61 del exdiputado radical. Junto a ellos, pensativo, el exprocurador Juan Octavio Gauna. 2- El peronismo de la nostalgia en Palermo fashion, en la inauguración del temático Los Octubres, del legislador Juan Carlos Dante Gullo, a quien acompañaron, entre otros, Carlos Tomada y Daniel Filmus. La pausa de Navidad no la protege a Cristina de Kirchner de las tribulaciones de la agenda, que en el comienzo del año será más intensa que lo habitual, pese a que en los últimos años siempre el verano ha aportado conflictos. Esta vez la estancia en esa villa patagónica sorprendió a la Presidente con asuntos para celebrar, como la expropiación del predio de la Rural, una medida que puede traer una cola de juicios, pero que en lo político -imaginan en el kirchnerismo- se resuelve como otro capítulo de la campaña electoral para octubre próximo y que se remite a jugadas casi prosaicas, como quitarle a la oposición los dos foros más estridentes en toda campaña: son la Feria del Libro -abril- y la exposición Rural -julio-. Esos dos acontecimientos que alberga el predio de Palermo suelen ser escenarios y bocinas para que la oposición se exhiba ante millones de personas que visitan esas muestras o que las siguen por los medios. Este año hubo planteos para llevar la Feria del Libro a Tecnópolis, pero fracasaron por la resistencia de los editores a perder un lugar en el centro del consumo más reputado para migrar hacia el conurbano.
Nadie se extrañe ahora de que la feria se quede en Palermo, pero sin el sesgo que ha tenido en los últimos años, cuando tuvo como principal sponsor al monopolio Clarín. Será seguramente materia de otro recurso de la Sociedad Rural, trámite que en el fin de semana había acumulado a una decena de grandes estudios de abogados que hicieron cola para hacerse cargo de la changa. El Gobierno se tranquiliza porque, como ocurrió con otras de sus iniciativas (ley de medios, estatizaciones de pensiones, Aerolíneas o YPF), retoma proyectos de la oposición. Cuando se vendió el predio a la Sociedad Rural en la presidencia peronista de Carlos Menem, los radicales y otros partidos rechazaron con fuertes críticas esas medidas. Lo mismo hacían entonces una decena de entidades vecinales que criticaron la norma que ahora se revoca. Se explica que no abunden las voces de ese sector criticando la estatización que dio en los quinchos para especulaciones inmobiliarias extremas, como comparar lo que se pagó por las 12 hectáreas (u$s 30 millones) con el valor comercial, que algunos tasan en u$s 200 millones y otros llevan ese valor a diez veces más, comparando lo que pide una inmobiliaria por un lote cercano (Oro y Libertador) que llega a los u$s 40 millones por 1.400 metros. Lo que guarda en silencio el Gobierno es si seguirán vigentes los compromisos con empresas privadas que le compraron al oportuno Francisco de Narváez la parte de la sociedad con la Rural.
Por éste y otros asuntos, los ministros del gabinete han recibido la señal de que se mantengan en zona durante todo enero. El miércoles Cristina interrumpirá la estadía en El Calafate para estar en Buenos Aires 48 horas, a la espera del dictamen de la Corte sobre los dos recursos presentados en la causa medios y también para organizar la campaña veraniega de la Presidente, que incluye estar en Mar del Plata el 9 de enero, cuando arribe la fragata Libertad. Por primera vez, la agenda presidencial se superpone con la del concesionario de esas fechas todos los veranos, Daniel Scioli, quien además de su cumpleaños el 13 de enero tiene previsto instalarse en Miramar entre el 8 y el 12 de ese mes porque se hace allí el campeonato nacional de Futsal, en el cual participa su equipo de residencia La Ñata, que ayer entrenó de noche para evitar los efectos del calor y porque el gobernador había ocupado el miniestadio para un acto navideño con niños de la zona de Benavídez.
Para antes de esa fecha, Cristina de Kirchner habrá tenido ya una conversación con el saliente embajador en los Estados Unidos, Jorge Argüello, quien fue desplazado a Portugal para dejarle lugar a la morenista Cecilia Nahón, después de una de las intrigas más jugosas que ha vivido el Gobierno. ¿Por qué una charla? Porque no está segura de que Argüello termine aceptando ese desplazamiento, pese a que se ocupó de desmentir la leyenda de que a él lo había echado Guillermo Moreno. Consta sí que hace dos semanas, cuando Argüello estaba en Buenos Aires, se enteró de que Moreno lo había destratado ante funcionarios de la embajada en Washington recordando que había sido elegido diputado nacional en listas de Mauricio Macri. El embajador buscó a través de amigos comunes el teléfono de Moreno y le reprochó con modales parecidos esa intervención a sus espaldas. «Sé que esto me va a costar porque este hombre tiene mucho poder», diría Argüello a sus amigos en la Capital, que los tiene y muchos. De esto algo saben amigos de Argüello con quienes protagonizó en aquella estadía una recoleta cena en Happening de Puerto Madero, en la cual recordaron tiempos viejos y en la que hay que escarbar para saber más de esta crisis. Estuvieron allí Miguel Pesce (vicepresidente del Banco Central), Julio Vitobello (a cargo de la Oficina Anticorrupción), Guillermo Oliveri (secretario de Culto) y Eduardo Valdés (ex jefe de Gabinete de la Cancillería). El justificativo del condumio fue recordar su convivencia cuando gobernaba Aníbal Ibarra en la Ciudad y debían forzar negociaciones interpartidarias. De todo esto se sabrá en las próximas horas porque estos entuertos transitan en cuotas; Argüello se sabía fuera de Washington antes que se conociera la semana anterior la designación de otros diez destinos diplomáticos, donde él figuró entre otros, pero el más estridente y con más carga política.
Ya en Buenos Aires, mucho de esto se conversó el viernes por la noche en la inauguración del restó temático Los Octubres, en el corazón de Palermo fashion por parte del legislador peronista Juan Carlos Dante Gullo, quien logró movilizar a los pocos conmilitones que quedaban en la Ciudad para degustar sus vinos y la cerveza JP, y admirar un inmenso vitral que cuenta, al modo del muralismo mexicano, la historia del peronismo. Carlos Tomada, Daniel Filmus, cantores oficialistas como Ignacio Copani, actores neooficialistas como Federico Luppi y abuelas históricas como Taty Almeyda. Hubo brindis, obvios en estos acontecimientos, pero la tarea del «Canca» en la Legislatura y la presencia de Juan Cabandié permitieron también que celebraran estos kirchneristas las modificaciones a la ley de subtes que presentó Mauricio Macri, que protegieron las demandas de los llamados «metrodelegados» y la suspensión de algo que el Gobierno nacional ha pedido en el Congreso varias veces: que los transportes sean declarados servicios públicos esenciales, lo cual los obligaría a moderar el salvajismo de las huelgas sorpresa.
También festejaron que no habrá recargos a los combustibles, pero principalmente que salieron las leyes para emprendimientos inmobiliarios que quiere llevar adelante el Gobierno nacional. El aire acuerdista que hubo el último mes en la Legislatura entre macrismo y kirchnerismo obligó a las partes a dar explicaciones por algo que termina siendo una fatalidad cuando alguien quiere gobernar, que es la transigencia. Esta palabra es maldición en un país en el cual la intransigencia ha justificado hasta nombres de partidos en momentos exitosos. Entre choripanes y sándwichs de lomito, la fiesta derivó a la música a cargo de una banda en vivo que hizo bailar a todos. Gullo contó los esfuerzos para abrir este local que arriesga todo a brindar peronismo en un distrito en el cual esa fuerza siempre tiene dificultades electorales; le queda la esperanza de los turistas que se fascinarán por la emblemática peronista en vasos, jarras, marcas de bebidas, leyendas en las paredes, etc. El contrato por el local es por diez años, una muestra de confianza que va más allá de la política. En cuanto a la dura política, estremecía a esas horas a todos la ola de saqueos que tuvo origen en Bariloche, pero que después contaminó a Rosario y a algunas ciudades del conurbano. Expertos en la lectura del humor colectivo, estos peronistas discutieron si había algo armado desde la política o era una marea social de otro origen. A esa hora en Rosario había ya 167 detenidos, la mayoría de ellos imputados por los delitos de robo calificado en poblado y banda, castigado con penas de 5 a 15 años de prisión. Ni pensar en qué ocurrirá cuando estos detenidos vayan a juicio: ahí se mostrará si tenían padrinazgo político o fueron, como creen todos, bandas que aprovechan el malestar de sectores indigentes para organizar robos.
Con tanto compañero junto fue inevitable el control de la virtud ajena, y se dio un repaso a un terreno en el cual hay más señales para distraer la mirada que rumbos claros. Por ejemplo, en las divisiones que hay en la familia gastronómica, donde Luis Barrionuevo parece más cerca de José Manuel de la Sota, su cuñado Dante Camaño más cerca de Macri y su mujer Graciela Camaño más cerca de Sergio Massa. Hubo un hecho político que pasó inadvertido. Hace dos sábados en Ingeniero Maschwitz, en el camping «Las clavelinas» del sindicato, se reunieron los principales
referentes de la CGT Celeste y Blanca además de diputados peronistas opositores al Gobierno. Estuvieron los representantes de todas las secciones electorales de la provincia de Buenos Aires para darle el apoyo a Massa, quien fue uno de los oradores del evento junto a Graciela Camaño.
Entre asado, empanadas, chorizos, mollejas y demás achuras acompañadas por excelentes tintos y blancos, los oradores fueron escuchados, entre otros, por Alvaro Escalante, secretario del gremio en San Martín, la influyente secretaria del gremio en Mar del Plata, Mercedes Morro, y Carlos Acuña, el brazo derecho de Barrionuevo. Morro fue anfitriona este fin de semana de Barrionuevo, que fue a la costa atlántica por un festival de canto. En la reunión se comprometieron a acompañar a Massa en las legislativas de 2013. Algún audaz habló de la gobernación en 2015, sin conseguir una respuesta de Massa, más allá de una sonrisa cómplice y un pulgar levantado. Finalmente todo quedó sentenciado en una frase: «Vamos a trabajar para 2013 y 2015».
De la multitud de quinchos de fin de año, detenemos la mirada en el restorán vasco Gure Etchea de la Capital Federal, donde el exdiputado radical Rafael Pascual celebró, el sábado, su cumpleaños 61. Juntó a un grupo de amigos de su militancia, pero sentó a su lado al peronista Julio Bárbaro, con quien Pascual ha armado un show itinerante para evocar el abrazo Perón-Balbín. Ya tienen rutinas de profesionales porque, apenas advierten que hay público, empiezan a hablar de aquel encuentro, pero del cual confiesan no saber -ni tampoco nadie más- qué es lo que en realidad hablaron a solas. Ni en aquella reunión de Gaspar Campos ni en otra, menos publicitada, que hubo entre los dos cuando Perón quiso saludar a los radicales en un salón del Congreso. Mientras devoraban pollo con salsa blanca, especialidad de la casa, invitados como Félix Loñ, Ricardo Yofre, Eduardo Delle Ville (exsecretario de Hacienda de Fernando de la Rúa y de Enrique Olivera), Juan Octavio Gauna, Julio Valdomar (vicepresidente de Vélez, el campeón), el exdiputado Jorge Ocampos o Néstor García Lira (presidente del instituto porteño del juego), Pascual los entretuvo explicando su proyecto de ir a las elecciones del año que viene en un frente radical-peronista (algo que ya ensayaron esas formaciones con el ticket Cristina-Cobos) encabezado por él mismo y por Bárbaro. El exinterventor en el COMFER en el primer kirchnerismo hizo una verónica con la frase: «Lo estoy pensando, pero en esta etapa de mi vida he dejado de ser candidato y marido para ser asesor y amante» (risas).
El jueves a la noche, Diego Bossio despidió el año con un festejo en el Espacio Dolli, de la chef mediática Dolli Irigoyen. Staff completo de la ANSES, entre ellos su mano derecha Rodrigo Ruete, además de su esposa Valeria Loira, con su hija Olivia, la niña que tiene el título nobiliario de «Princesa de ANSES». Un festejo íntimo, sólo de amigos, con un puñado de visitantes extraterritoriales como Guillermo Scarcella, saco blanco, pantalón celeste, un contador de chistes serial de múltiples terminales: por un lado es amigo del juez Canicoba Corral, además funcionario de Daniel Scioli, y se mueve cerca de Bossio porque ambos se declaran de Tandil. O Juan Mazzón, otro de los herederos del «Chueco», el operador premium del peronismo. Silvina Gvirtz, la exministra de Educación bonaerense, que fue rescatada para comandar el programa Conectar Igualdad, siempre escoltada por Máximo Rodríguez, teniente de Hugo Curto, que se vincula a La Cámpora e invita a picardías múltiples con el «estuve Máximo», frase que es abrepuertas en la tropa juvenil K. Algún brindis por Racing, club del que es hincha Bossio.
A la misma hora, en Lomas de Zamora, en otra mesa se brindó una y otra vez por esa decisión: fue durante la cena de fin de año que convocó Gabriel Mariotto, el vicegobernador, en el Centro Cultural Carlos Mujica, al 7000 de la avenida Hipólito Yrigoyen de Banfield, en el restorán temático de ese complejo que capitanea Mariotto, y donde el «Gato» Peters animó a la muchachada con un número de cuentos ante gente de la política que se permite, no siempre, relajarse. En una mesa cuchicheaban el camporista Santiago Carreras y el elitista Eduardo «Cholo» Ancona, que poco más de un año atrás eran funcionarios de Daniel Scioli y hoy lo critican día por medio. El platense Gustavo Oliva, Marina Moretti, Juan Manuel Pignocco, Patricio García, Patricia Segovia y Leonor Granados, hermana del intendente de Ezeiza, Alejandro Granados, jefe del clan con altísima concentración de empleo público: su mujer es diputada, su hijo está al frente de la ANAC y su hermana es senadora bonaerense, sólidos motivos para agradecerle cada día al peronismo y al kirchnerismo; el consultor Carlos Germano y Marcelo «Patón» Torres.
Con un banquete en el restorán porteño de la calle Ravignani, el suizo Dieter Meier, casi una leyenda que a sus 67 años arrastra todavía la fama de Yello, la banda pionera en música electrónica que fundó a principios de los 80, habló sobre sus inversiones en la Argentina y el mundo. Allí, mientras Gonzalo, su chef, ofrecía el ceviche de un gigante del mar con emulsión de cilantro y helado de palta, contó sobre los discos y las bandas sonoras que lo tuvieron como vocalista y, más cerca en el tiempo, sobre la bodega de Mendoza y la cabaña Ojo de Agua en Balcarce que surten a sus restoranes de Zurich.
Ante los invitados, Marcela Costa Peuser, Graciela Smith, Javier Zuviría, Alejandra Ferhmin y Patricio Eppinguer, Meier contó que compró su cabaña y la bodega en el año 2000, y agregó que durante su agitada vida llegó a ser un fanático jugador de póquer, además de director de cine y videoclips y que en la actualidad es socio de Euphonix, en Palo Alto, una empresa de productos digitales para cine y posproducción de televisión. Un buen Malbec acompañó un bife de chorizo irreconocible para los invitados criollos: preparado «a la gringa», con puré de hongos, coco y coñac. Pero si bien todos lo consideraron un exotismo, lo devoraron en un santiamén. El restorán no tiene cartel en la puerta, funciona «a puertas cerradas», modalidad de un estilo cool que comenzó con algunos hoteles muy exclusivos en Nueva York y que se denomina «no logo». Para el postre, helado de maracuyá con sopa de chocolate blanco, se planteó la posibilidad de que este genuino hombre orquesta que es el suizo (algunos habían googleado su currículum de artista y empresario) presente una exhibición del arte que realiza en Buenos Aires.
Vamos a terminar con un chiste navideño protagonizado por un personaje que siempre resurge. El padre de Jaimito está harto de escuchar a su hijo decir malas palabras y consulta a un psicólogo para ver qué puede hacer. El profesional le recomienda: «Dado que se acerca Navidad, podría probar con decirle a Jaimito que le haga una lista de pedidos para Papá Noel. Si cuando le dice los regalos que quiere utiliza malas palabras, déjele una pila de caca de perro en lugar de esos juguetes que pidió».
Al otro día, el padre le pregunta a Jaimito qué quiere de Papá Noel y el chico responde: «Quiero esa mierda de consola de juegos cuando me despierte, al lado de mi puta cama. Y en el living quiero que haya un tren del carajo, dando vueltas alrededor del arbolito. ¡Y una pelota de fútbol para hacer mierda los vidrios de todos los putos vecinos que tenemos!»
Llega la mañana de Navidad y Jaimito se despierta. Al lado de la cama encuentra una pila de excremento canino. Va al living y junto al arbolito encuentra otra pila del mismo material. Sale a la calle, da una vuelta y regresa al interior de la casa. En ese momento su padre, con una sonrisa de oreja a oreja, pregunta: «¿Y, Jaimito?... ¿qué te trajo Papá Noel? Y el chico responde: «¡Creo que un perro, pero no sé dónde mierda lo puso!»